24 julio 2014

'Las vidas de Grace', la emotividad no forzada

Crítica publicada en Esencia Cine



“Al final, cada vida tiene un drama humano”, le decía una mañana cualquiera de invierno una amiga a otra en el metro donde viajaban juntas. Nunca se me ha olvidado la frase en cuestión, ya que además me parece que tiene cierta verdad. Algunos dramas, evidentemente, son más llevaderos, otros más terribles, pero así suele ser, cada vida contiene al menos uno a lo largo de los años.

Destin Cretton parece haber entendido a la perfección, en la otra punta del mundo, el significado de la frase que aquella mujer decía, muy rotunda, a su amiga. Su nueva película, Short term 12, que en España es estrenada con el título Las vidas de Grace, alterna perfectamente los dramas humanos de los jóvenes que residen en el centro de acogida en el que sitúa la obra.

Con remembranzas de la reciente serie Orange is the new black, que cuenta la historia de unas mujeres que sobreviven en la cárcel, Las vidas de Grace nos adentra en un mundo que, pese a no ser tan restrictivo, puede llegar a ser tan exasperante y anulador como el de la serie de Netflix. Todos los jóvenes que conforman el reparto coral de la propuesta están en una peligrosa situación de vulnerabilidad (incluidos los que están al cargo, con algunos problemas a sus espaldas) y tienen traumas de los que escapar. La terapia, entonces, sólo puede ser conjunta. 

Entre todos destaca la propia Grace, que trata de hacer mejor (o más llevadera, si eso es posible) la estancia de los adolescentes. El trabajo de Brie Larson es absolutamente admirable en la construcción del personaje. La actriz, que comenzó a destacar en la serie United States of Tara, completa un papel entregado y brillante tanto en su lado más luminoso como en las esquinas de oscuridad. Su trabajo es respaldado por el también televisivo John Gallagher Jr. (The Newsroom).


Cuando entra en el centro Jayden, una joven tan inteligente como rebelde, Grace se enfrenta a un doble problema. La joven le recuerda su pasado, la sitúa frente a las cuerdas, mientras que a su vez el presente le golpea de una forma totalmente inesperada. Es entonces cuando la película resplandece con mayor fuerza. Las vidas de Grace sabe hacer avanzar simultáneamente las turbulentas relaciones personales de Grace con su vida laboral dentro del centro. El director consigue que la línea entre lo personal y lo laboral se difumine exactamente en los momentos en los que la historia lo precisa, sin perder ni un ápice de interés, ni dejar de lado el aspecto formal (el montaje de la película es destacable a este respecto).

Short term 12 es una de esas pequeñas sorpresas que nos regala el cine independiente estadounidense cada tanto. Una película que comprende que emocionar al público está bien, pero que no es necesario forzar la lágrima. Es un film emotivo, conmovedor, en el que cada personaje tiene algo que aportar y enseñar. Una historia que desnuda a sus personajes sin ambages, pero con una sutileza excepcional. En definitiva, un regalo en forma de pequeña y delicada gran película.

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