07 octubre 2011

La estética de seducción de los libros

Muchas veces nos encontramos que, pese a todos los intentos por no caer en la tentación del desconocimiento, en la librería nos seguimos llevando algunos libros por la primera impresión. El título, la fotografía de la portada, la edición, el formato... cosas a priori ínfimas, pero que muchas veces son el elemento decisor para que un libro se instale en nuestra biblioteca.

Hace tiempo tenía una conversación con mi amigo y gran escritor Lorenzo Rodríguez. Seguramente estaríamos hablando de libros, cine, situaciones de la vida o alguna otra banalidad que en aquel momento nos pareciese interesante. De pronto, interrumpió la charla y me enseñó un libro que acababa de comprar. Dijo: "Lo compré ayer sólo por el título y la foto de la portada.". Y entonces seguramente nuestra charla derivó por esos derroteros durante un rato.

Sí, es cierto, a mí me pasa a menudo. Muchos libros duermen en mi estantería hoy porque en su momento su título me pareció atrayente cuando desfilaba entre las estanterías de alguna librería. Es la seducción de la Literatura, más allá de los propios argumentos y de las historias que en sus páginas nos cuentan que, por supuesto, suelen ser en la mayoría de ocasiones lo que nos hace interesarnos por la novela en cuestión.

En el café de la juventud perdida y Calle de las tiendas oscuras, de Patrick Modiano, un escritor con títulos preciosos, que embaucan desde la primera vez. Los barcos se pierden en tierra, Bilbao-New York-Bilbao, de Kirmen Uribe, y el último de los libros que he adquirido seducido por su título o su portada -o ambas, en este caso-, Fotos tuyas cuando empiezas a envejecer, reciente compra que hice después de leer la maravillosa frase que le da nombre y de ver la foto de la portada en la que una chica mira a través de una ventana, presumiblemente la de un tren, mientras aparentemente llora o se seca las lágrimas. Preciosa. 

Son solamente unos pocos de los ejemplos que se me ocurren, pero la lista se amplia de manera extensísima. Basta con acudir a cualquier librería y en no más de media hora de vistazo, seguro que tienen entre las manos al menos tres ejemplares que han escogido por la belleza de su título, su formato de edición o su fotografía de portada.

La importancia del aspecto es vital, pero mucho más -creo- lo es la frase que escogemos para nombrar la obra, por eso muchos pasan más tiempo decidiéndolo que ocupados en otra labor de edición. Hay escritores que también utilizan frases de otros clásicos para titular. Se me vienen a la cabeza los títulos shakesperianos de nuestro gran escritor contemporáneo Javier Marías, cuya última obra, por cierto, contiene una fotografía de Erwitt de una belleza inigualable junto a un título tan poético como Los enamoramientos.


Echen un vistazo en sus estantes, seguro que en algún momento, sea cuál sea la razón, algún libro de los que han vuelto con ustedes a casa, sólo os ha convencido por su aspecto. La seducción exterior del libro.

06 octubre 2011

Steve Jobs

Tu tiempo es limitado, de modo que no lo malgastes viviendo la vida de alguien distinto. No quedes atrapado en el dogma, que es vivir como otros piensan que deberías vivir. No dejes que los ruidos de las opiniones de los demás acallen tu propia voz interior. Y, lo que es más importante, ten el coraje para hacer lo que te dicen tu corazón y tu intuición.


Puede que parezca ventajista y en realidad siempre lo es hablar de una persona cuando se acaba de morir. Pero en este caso, lo creo bastante necesario. Admito que no había oído nunca su discurso de Stanford antes de hoy. Admito que entre todas las personas que alguna vez me había detenido a escuchar dar una conferencia no estaba Steve Jobs. Y me ha sorprendido gratamente su capacidad de comunicar. No obstante, también admito que siempre pensé que era un genio en lo suyo, más allá de que sus productos e ideas te pudiesen gustar más o menos -ya digo desde aquí que a mí me suelen gustar casi todas.

Es por eso que me permito un pequeño y muy humilde homenaje desde aquí. Por si alguien no lo ha visto aún, comparto con todos el gran discurso de esta mente maravillosa en Stanford. Es toda una demostración de ganas de vivir y de cumplir un sueño, y de saber hacerlo rentable para ganarse la vida con ello. Es una maravilla por la complejidad y la sencillez y, sobre todo, por el entusiasmo que muestra, de principio a fin, por lo que hace.


Propongo como cierre el cambio de logo de Apple. Sólo es una sutil variación, en honor de su creador, impulsor y máximo activo.