22 diciembre 2011

Café, Woody y el invierno de Madrid

Siempre que algo nos decepciona tendemos a refugiarnos en algo que consideramos seguro. Pasa en todos los ámbitos de la vida. Nos acercamos siempre a la chimenea cuando aprieta el frío. Como la vida está llena de fracasos, también lo está de refugios. Pruebas un nuevo bar que no te gusta y pronto vuelves al de toda la vida, ese que sabes que nunca te va a decepcionar; tomas una cerveza nueva que no te convence y en la siguiente ronda pides tu clásica irlandesa negra o esa de la botella verde que te gusta desde siempre. Las artes no son menos. 

Para los amantes del Arte, en cualquiera de sus facetas (Cine, Literatura, artes pictóricas, arquitectura...), siempre existen nuevos creadores en los que fijarse. La constante actualización y creación de contenido nos hace estar siempre expuestos a una terrible proliferación de autores, unos buenos y otros no tanto, que descubrimos y con los que a partir de entonces tendemos a convivir de una u otra forma.

Esta saturación muchas veces lleva a la decepción. Lo peor que le puede pasar a tus ganas de leer o ver Cine es encadenar una sucesión de libros o películas que no te terminen de enganchar. Entonces es cuando los clásicos se hacen clásicos. Cuando esos que nunca te fallan reaparecen y te devuelven las ganas y la ilusión por lo que haces. 


Tras una serie de películas más flojas te refugias en Woody Allen, ese maestro del Cine que siempre consigue emocionarte y sacarte una sonrisa. Después de leer algunos libros que te han dejado un poco frío, llama a tu timbre el tosco Hemingway, con su Literatura de altos vuelos y con su escritura directa y sublime y vuelves a disfrutar de la Literatura como antes. 

Pasa con cualquier cosa, después de un mal día, te refugias en un buen café o en la buena compañía de alguien con quien sabes que vas a pasarlo bien, o te pones una de las series que más te gustan. Son los refugios que vamos habitando. La vida es el tiempo, los sinsabores y las alegrías que transcurren dentro y fuera de los refugios. Incluso con las personas ocurre algo similar. Cuando sufres un desencuentro amoroso e instantáneamente se te viene a la cabeza el chico o la chica de toda la vida, o cuando te peleas con un amigo y automáticamente piensas en tu amigo de siempre. En realidad consiste en un camino de pequeñas infidelidades que cometes sabiendo que al final vas a volver al origen. Eres infiel a Woody Allen, a Hemingway, pero siempre sabes que en el momento clave volverás a ellos como desesperado. 

Con las ciudades, en ocasiones, también ocurre. Una persona puede tener una relación de amor-odio con su ciudad. Muchos son los ejemplos: Cortázar y París, Fernando Pessoa y su Lisboa o Dámaso Alonso que dijo que “Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres”. Si tengo que decir la verdad, y me he propuesto no mentir a no ser que sea estrictamente necesario, diré que Madrid me causa sentimientos encontrados. La amo a veces, la detesto otras. Fantaseo con mirarla a través de un retrovisor, o desde lo alto de un avión, pero cuando pienso en ella, estoy casi seguro de que no podría irme para siempre. Madrid es mi ciudad, y creo que me gusta porque en ella planeo mis huidas a las ciudades en las que me refugio, como Edimburgo o Lisboa.

Mientras tanto, descubran y aprendan de todo lo que se pueda, viejo, nuevo, da igual, pero sabiendo que cuando lo creamos todo perdido, siempre quedará un buen café, Woody Allen, Madrid o Hemingway. Los que nunca fallan, los perpétuos, los que siempre están ahí.

¿Cuáles son los tuyos?

13 diciembre 2011

El éxito de 'Misfits'

[Aviso: este artículo puede contener spoilers]

‘Misfits’ quiere decir algo así como inadaptados. En esta serie del canal británico E4 un grupo de jóvenes problemáticos deben realizar un programa de reinserción social (Community Payback) para pagar sus comportamientos asociales. La trama comienza cuando, mientras hacen el servicio comunitario, una extraña y repentina tormenta dotará de diversos poderes a los jóvenes, que poco a poco descubrirán que no son los únicos afectados.

Curtis, Alisha, Nathan, Kelly y Simon
Pero, ¿por qué nos gusta Misfits?

Aparentemente la fórmula puede parecer algo simple y sin mucho músculo. Sin embargo, desde los primeros capítulos la trama nos atrapa en las aventuras de los chicos. Es destacable la correlación de los poderes adquiridos por los protagonistas con sus propias personalidades y preocupaciones. Kelly adquiere la capacidad de escuchar qué piensa la gente de su alrededor sobre ella, Curtis podrá retroceder en el tiempo, y Simon, el chico raro, obtendrá la posibilidad de convertirse en invisible. Hasta aquí pueden considerarse poderes normales; sin embargo el caso de Alisha es llamativo. La chica adquiere el insólito poder de atraer sexualmente hasta el extremo a cualquiera que la toque piel con piel.

El indomable Nathan Young
El grupo de inadaptados se completa con Nathan Young, que durante la primera temporada anda tratando de descubrir cuál es su poder. El personaje, interpretado por Robert Sheehan, es sin duda el que pone el toque picante a la serie con su ácido humor. Magnífico el trabajo de los guionistas que crean una personalidad fuerte para compensar la ausencia del superpoder. La puesta en escena de Sheehan es sobresaliente: el actor se come cada escena en la que aparece y consigue que el espectador pase del desconcierto inicial que crea al cariño y la devoción.

La clave de Misfits es la ordinariez de sus personajes. Estos jóvenes son un espejo de una rama de la sociedad juvenil, no sólo británica, sino occidental. Cualquiera que se siente a ver la serie podrá reconocer en los muchachos a alguien que haya conocido. Son inadaptados, pero a la vez guardan un hilo de esperanza, una oculta vocación por sentirse comprendidos por el mundo que, sin darse apenas cuenta, intentan salvar. Consiste en guionizar la vulgaridad como virtud para narrar una historia. Todo un acierto.

No obstante, el verdadero vigor de esta ficción radica en sus grandes guiones y diálogos. La libertad de los guionistas para canalizar la inverosimilitud produce envidia sana. Los escritores consiguen rozar lo absurdo y lo surrealista sin dejar de dotar de credibilidad a cada una de sus historias. De esta forma, no nos extraña encontrarnos poderes tan complejos como la inmortalidad o el teletransporte, mezclados con otros como un mono que se convierte en humano tras la tormenta, un hombre que cree vivir en un videojuego tipo Grand Theft Auto o un tatuador que controla a las personas mediante sus tattoos. Todo ello sin perder un ápice de intensidad ni de crédito.

Simon y Alisha
Las situaciones que a priori no darían para más de cinco minutos se convierten en complejos problemas. El poder que recibe Curtis de alternarse como hombre y mujer, que parecía abocado a no llegar a nada, llegará a transformarse en un triángulo entre sus dos personalidades y otra joven que dura un capítulo. O una paradoja temporal que convierte a Simon en superhéroe y provoca que Alisha y él se enamoren durante la segunda temporada... Y ni siquiera eso nos resulta raro en Misfits: el chico raro consigue conquistar a la chica guapa y nadie se sorprende. Son sólo dos ejemplos de la brillantez en el guión de la que hablamos.

Y, por otra parte, dos obras maestras, imprescindibles, una en forma de capítulo y la otra en la evolución de un personaje, que dan muestra de la enorme capacidad de ese equipo para hacer de esta serie una gran obra. En el primer caso hablo de la licencia que se permiten para jugar a la historia-ficción con un presente en el que los nazis han ganado la Segunda Guerra Mundial y gobiernan el mundo, a través de una nueva y tecnológica paradoja temporal. Un capítulo destacable entre el catálogo de todas las grandes historias. El segundo caso a destacar es, sin duda, el del lactokinético, un chico con el absurdo poder de mover a su antojo la leche y sus derivados. Nada aprovechable en principio. El poder más absurdo, en boca de los mismos protagonistas. Pero el chico se harta de los desplantes del resto y consigue convertir su cuestionable habilidad en un arma asesina que actúa desde el interior del cuerpo de la víctima. Irrefutable. Una maravilla que los guionistas se guardan para el final de la segunda temporada. Digno de aplauso.

La fórmula es la que es. Y está muy bien alimentada y plasmada en el metraje. Superhéroes de barrio con lenguaje chabacano, historias de amor y paradojas temporales, grandes dosis de sexo, muerte, aventuras y un lugar para la reflexión. Si además de todo esto incluimos una banda sonora sublime y homenajes tan sutiles como el que la serie hace continuamente al Cine –recuerdo el de Malditos bastardos y el de King Kong-, tenemos el porqué del BAFTA al mejor drama que recibió en 2010.

La ficción británica está de éxito, sin duda. Lo corroboran series como Misfits y Skins, de Channel 4, o Downton Abbey, de Carnival Films. Todo un lujo el poder disfrutarlas.


30 noviembre 2011

La huella del lector en 'sus' libros

Firma con fecha y edad de compra
Cada lector lee los libros a su manera. No existe la homogeneidad a la hora de leer. Digamos que es prácticamente imposible. Es una de las cosas por las que creo que el ebook nunca tendrá el mismo arraigo que el libro tradicional, aunque pueda llegar a ser un gran complemento. Es un objeto muy impersonal.

Las personas tenemos la extraña percepción de que todo lo que pasa por nuestras manos más de unos días se convierte en nuestro. Puede ser así, pero sólo por un tiempo limitado, el que nosotros mismos duremos aquí. Así ocurre con las bibliotecas personales también. Los rastros de los libros son tan variados como los lectores. Es muy fácil encontrar la firma del poseedor del libro, en la página de cortesía o en la última. Firma y fecha. Como si buscasen la eternidad a través de una página.

Cada lector utiliza sus propias marcas, así es frecuente encontrarse firmas a bolígrafo o lapicero en la primera o la última página, sellos ex libris personalizados que marcan ese libro como perteneciente a nuestra biblioteca, dibujos identificativos en alguna de las páginas y otro montón de señales que personalizan el objeto. Son alguna de nuestras maneras de perpetuarnos en los libros.

Sello exlibris y nombre
Posiblemente cuando pase mucho tiempo y nuestra biblioteca ni siquiera sea ya nuestra, todos esos ejemplares marcados y anotados pasarán de alguna librería de viejo a las estanterías de algunos lectores, casi ya coleccionistas, que los compren. Y entonces se encontrarán esas pequeñas marcas de perpetuidad al sentarse en casa y abrirlos. Una tarjeta de alguien que utilizamos como marca de lectura, una servilleta en la que escribimos algo el primer día que lo leímos y que decidimos dejar ahí porque no teníamos separador, o simplemente una breve descripción de por qué, en qué lugar y con quién compramos ese libro o quién nos lo regaló.


¿Quién nos regala los libros?
En ocasiones también dejamos constancia del momento y lugar en el que leímos un libro determinado. Un ticket de la cafetería donde nos sentamos a empezarlo, la ciudad donde lo compramos o lo leímos escrita en algún lugar (por ejemplo Edimburgo, Marzo 2011), subrayados en las frases que más nos gustan, el marcapáginas con el que separábamos sus páginas… Tengo un amigo que suele guardar el separador con el que lee sus libros dentro de ellos una vez que los termina. Asocia de esta manera el libro con la marca de lectura, y ambos viven en matrimonio hasta el fin de los días.

Libro con 'su' marcapáginas
Los libros tienen muchas más lecturas que la ancestral. A través de sus marcas se puede conocer a las personas que lo han leído. Son las huellas del lector, que imprimen el recorrido y la vida de los libros junto al de los “propietarios”.

Libros que guardan su ticket

08 noviembre 2011

Los juegos del lenguaje

Explicaba Nabokov en una entrevista que escribía en inglés y ruso porque eran los idiomas que "se doblegaban mejor al suplicio de su imaginación", los que le permitían jugar y hacer pequeñas triquiñuelas con ellos. Evidentemente, el lenguaje, cuando lo conocemos bien y podemos dominarlo, nos ofrece la posibilidad de jugar y experimentar con él. Es como si, cuando adquiere confianza, se dejase manipular a gusto del escritor. 

Múltiples son los juegos, tantos como la imaginación y el ingenio del que escribe permita. Las palabras permiten la experimentación dando resultados tan inesperados como innovadores en algún caso. Es el caso del vanguardista Raymond Queneau, miembro de la OuLiPo francesa, al igual que Georges Perec, otro genial experimentador del lenguaje. 

Los Ejercicios de estilo de Queneau son todo un ejemplo de cómo el lenguaje permite agrandar los límites de la creatividad. En esta obra de vanguardia el francés se limita -si se puede llamar así- a relatar un pequeño hecho cotidiano de más de noventa formas distintas (con punto de vista subjetivo, con palabras compuestas, con anglicismos, al estilo paleto o macarra...). El resultado de sus ejercicios de estilo es un compendio de historias distintas que cuentan el mismo hecho. 

Pensamos con palabras y nuestra capacidad lingüística es similar a la de nuestro pensamiento. El lenguaje hay que ejercitarlo para que llegue al punto óptimo de rendimiento y expresividad. Sólo entonces dominamos nuestra lengua. Los relatos de Queneau desprenden ingenio, y en cada nueva vuelta de tuerca que da el escritor se percibe cuánto ha disfrutado escribiendo. 

La influencia de las vanguardias en la experimentación lingüística es evidente y palpable. Cortázar y su poesía fragmentada, que podría haber germinado en la vanguardia poética de Vicente Huidobro. Los caligramas del chileno son un claro ejemplo de la experimentación a la que se presta la lengua. Por su parte Julio Cortázar, además de experimentar con el lenguaje, como hace en su famoso fragmento "Tonto" de 62/ Modelo para armar, por ejemplo, también lo hace con las estructuras narrativas, prueba de ello esta misma obra o su cumbre literaria Rayuela.

Más actual es la novela La tienda de palabras del escritor Jesús Marchamalo. En ella un chaval se verá envuelto en una especie de juego en el que las palabras y todas sus metáforas cobrarán una importancia memorable. En esta obra Marchamalo nos familiariza con algunos de los juegos que permiten las palabras: palíndromos, anagramas y todo tipo de figuras, que permitirán al lector formarse una idea bastante acertada de aquello que podemos hacer con el lenguaje si adquirimos los conocimientos suficientes y el interés para saber utilizarlo. 


¿Conoces algún ejemplo más? Seguro que son tan infinitos como las posibilidades del lenguaje. 

07 octubre 2011

La estética de seducción de los libros

Muchas veces nos encontramos que, pese a todos los intentos por no caer en la tentación del desconocimiento, en la librería nos seguimos llevando algunos libros por la primera impresión. El título, la fotografía de la portada, la edición, el formato... cosas a priori ínfimas, pero que muchas veces son el elemento decisor para que un libro se instale en nuestra biblioteca.

Hace tiempo tenía una conversación con mi amigo y gran escritor Lorenzo Rodríguez. Seguramente estaríamos hablando de libros, cine, situaciones de la vida o alguna otra banalidad que en aquel momento nos pareciese interesante. De pronto, interrumpió la charla y me enseñó un libro que acababa de comprar. Dijo: "Lo compré ayer sólo por el título y la foto de la portada.". Y entonces seguramente nuestra charla derivó por esos derroteros durante un rato.

Sí, es cierto, a mí me pasa a menudo. Muchos libros duermen en mi estantería hoy porque en su momento su título me pareció atrayente cuando desfilaba entre las estanterías de alguna librería. Es la seducción de la Literatura, más allá de los propios argumentos y de las historias que en sus páginas nos cuentan que, por supuesto, suelen ser en la mayoría de ocasiones lo que nos hace interesarnos por la novela en cuestión.

En el café de la juventud perdida y Calle de las tiendas oscuras, de Patrick Modiano, un escritor con títulos preciosos, que embaucan desde la primera vez. Los barcos se pierden en tierra, Bilbao-New York-Bilbao, de Kirmen Uribe, y el último de los libros que he adquirido seducido por su título o su portada -o ambas, en este caso-, Fotos tuyas cuando empiezas a envejecer, reciente compra que hice después de leer la maravillosa frase que le da nombre y de ver la foto de la portada en la que una chica mira a través de una ventana, presumiblemente la de un tren, mientras aparentemente llora o se seca las lágrimas. Preciosa. 

Son solamente unos pocos de los ejemplos que se me ocurren, pero la lista se amplia de manera extensísima. Basta con acudir a cualquier librería y en no más de media hora de vistazo, seguro que tienen entre las manos al menos tres ejemplares que han escogido por la belleza de su título, su formato de edición o su fotografía de portada.

La importancia del aspecto es vital, pero mucho más -creo- lo es la frase que escogemos para nombrar la obra, por eso muchos pasan más tiempo decidiéndolo que ocupados en otra labor de edición. Hay escritores que también utilizan frases de otros clásicos para titular. Se me vienen a la cabeza los títulos shakesperianos de nuestro gran escritor contemporáneo Javier Marías, cuya última obra, por cierto, contiene una fotografía de Erwitt de una belleza inigualable junto a un título tan poético como Los enamoramientos.


Echen un vistazo en sus estantes, seguro que en algún momento, sea cuál sea la razón, algún libro de los que han vuelto con ustedes a casa, sólo os ha convencido por su aspecto. La seducción exterior del libro.

06 octubre 2011

Steve Jobs

Tu tiempo es limitado, de modo que no lo malgastes viviendo la vida de alguien distinto. No quedes atrapado en el dogma, que es vivir como otros piensan que deberías vivir. No dejes que los ruidos de las opiniones de los demás acallen tu propia voz interior. Y, lo que es más importante, ten el coraje para hacer lo que te dicen tu corazón y tu intuición.


Puede que parezca ventajista y en realidad siempre lo es hablar de una persona cuando se acaba de morir. Pero en este caso, lo creo bastante necesario. Admito que no había oído nunca su discurso de Stanford antes de hoy. Admito que entre todas las personas que alguna vez me había detenido a escuchar dar una conferencia no estaba Steve Jobs. Y me ha sorprendido gratamente su capacidad de comunicar. No obstante, también admito que siempre pensé que era un genio en lo suyo, más allá de que sus productos e ideas te pudiesen gustar más o menos -ya digo desde aquí que a mí me suelen gustar casi todas.

Es por eso que me permito un pequeño y muy humilde homenaje desde aquí. Por si alguien no lo ha visto aún, comparto con todos el gran discurso de esta mente maravillosa en Stanford. Es toda una demostración de ganas de vivir y de cumplir un sueño, y de saber hacerlo rentable para ganarse la vida con ello. Es una maravilla por la complejidad y la sencillez y, sobre todo, por el entusiasmo que muestra, de principio a fin, por lo que hace.


Propongo como cierre el cambio de logo de Apple. Sólo es una sutil variación, en honor de su creador, impulsor y máximo activo.

15 septiembre 2011

Un micro invento genial




Me permito retomar esta pequeña y abandonada bitácora -espero actualizarla más a menudo- para proponeros una experiencia de la que seguro no os arrepentiréis. 

Se trata de la plataforma Microteatro por Dinero. La mecánica es fácil y hace honor a su nombre. Consiste en un pequeño local situado en el centro de Madrid (c/ Loreto y Chicote, 9 - ver mapa) en el que un grupo de actores representa cinco pequeñas obras de alrededor de 15 minutos cada una. También existe una representación 'mayor', conciertos, monólogos y teatro infantil, ajustables según horario y días (ver Agenda).

La cercanía con el público hacen de este formato algo verdaderamente interesante, ya que se puede decir que los quince minutos de la actuación estás dentro de la acción. La vida pasa por delante de tus ojos: sexo, muerte, violencia... casi al alcance de la mano. 

Zona de salas

No tienes porqué verlas todas, puedes elegir las que quieras. El formato es muy adecuado para nuestra época tweet, en la cual empieza a chirriarnos cualquier cosa que exceda un poco nuestro tiempo de atención. 

El precio de cada representación son 4 €. El sitio además dispone de bar en el que poder tomar unas copas o cenar, entre performance y performance. 

Bar

Todo un acierto. Sin duda.

Página web

08 febrero 2011

Hasta siempre, mr. Moore

Aún quedan genios en el mundo del arte, pero cada vez son menos.

Robert James William Gary Moore
(Belfast, 4 de abril de 1952 - Estepona, 6 de febrero de 2011)

El domingo murió Gary Moore, posiblemente el guitarrista más versatil de la historia de la música, y el máximo exponente europeo del blues.

Os dejo un homenaje en forma de video de YouTube y un par de artículos sobre el músico:



Los medios se han hecho eco de la triste noticia y muchos son los artículos que se publican estos días sobre el magnífico guitarrista. A continuación algunos ejemplos.

03 febrero 2011

Eduardo Mendoza presentó su novela en el Prado

El escritor catalán presentó el pasado 31 de enero su nueva novela, Riña de gatos, ganadora del Premio Planeta 2010, en un lugar de lujo: el Prado. La presentación tuvo lugar en el museo porque es uno de los emplazamientos más importantes del libro.

A continuación, les enlazo el artículo que publicó El País, a propósito del acto:

21 enero 2011

20 enero 2011

Santillana celebra su 50 aniversario

La editorial Santillana se encuentra en plena celebración de sus "bodas de oro". Entre los asistentes a la gala de celebración del pasado 19 de enero, se encontraban personalidades de la talla de los Príncipes de Asturias, o grandes nombres de las letras, como el escritor Javier Marías, considerado por muchos como el mejor novelista en nuestra lengua o la viuda del fallecido José Saramago. Todos ellos engrosan las filas de la editorial literaria Alfaguara.

Santillana comenzó su carrera en los años 60 y actualmente su mayor reto es la incorporación a su catálogo del libro digital, según explicaba su presidente, Emiliano Martínez. Además, en palabras del directivo, después de medio siglo la mayor importancia de su tarea sigue siendo ofrecer "un adecuado cauce tanto a la creación cultural como a las demandas educativas".


10 enero 2011

Un año, muchos libros

Siempre es difícil hacer un balance, más cuando se trata de algo que te encanta, como los libros. Acabado el 2010 suceden los numerosos y típicos resúmenes del año. Las portadas de los periódicos que nos han acompañado a lo largo del año nos ayudan ahora a recordar qué ocurrió en estos 365 días que dejamos atrás hace hoy ya diez.

En nuestro caso, como no podía ser de otra manera, nos referimos a la literatura y, continuando con la labor de mis compañeros Carlos Gámez y Fátima Hernández voy a compartir con los lectores los que, a mi juicio, son los grandes aciertos literarios de 2010.

Quedarán muchos en el tintero, seguro, evidentemente no se puede leer todo lo editado –quién pudiese- y muchos no estarán de acuerdo, como es lógico, y además necesario. Pero creo que es preciso que yo hable de lo que he leído, como lector, fuera de una visión estudiosa y crítica, pues no soy crítico y mi palabra se aleja mucho de la suya en todos los sentidos.

Dublinesca, la última novela del escritor de escritores, Enrique Vila-Matas, es una de las mejores novelas españolas de este 2010, si no la mejor. Su trama es sencilla, pero muy bien trazada, aludiendo a grandes obras cumbre de la literatura universal –como suele hacer por otra parte en cada una de sus obras-. En este caso la obra citada es el Ulises de James Joyce. Un editor angustiado por la nueva era de los libros digitales decide viajar a Dublín para oficiar un peculiar funeral por la era Gutenberg y la imprenta.

Otra de las novelas destacadas del año ha sido publicada cuando este expiraba ya sus últimos días. Se trata de la aparición anual de Paul Auster con Sunset Park. El neoyorquino vuelve a dibujar un mapa de Brooklyn en el que la historia de varios personajes se entrecruzará en una casa ocupada ilegalmente. La ausencia, los recuerdos y una alta dosis de humanidad centrarán la historia en el barrio de Sunset Park. Lejos de su mejor versión aunque muy interesante y con elementos muy propios del autor estadounidense.

Patrick Modiano, otro de los escritores insignia de Anagrama, publicó este otoño su nueva novela,El horizonte. El autor vuelve a dar vida a unos personajes que se buscan incansablemente, que tratan de recordar su primer encuentro después de los años. El horizonte convierte definitivamente al escritor francés en el mago de la memoria. Nadie como él puede escribir sobre los recuerdos y el intento de encontrarlos y anclarlos.

Lo que sé de los hombrecillos, del siempre imaginativo Juan José Millás, nos deleita con un pequeño mundo paralelo plagado de copias del protagonista que realizan sus fantasías sin pudor alguno, pero que piden a cambio algunas licencias excesivas para la moral del protagonista. Muy interesante. Millás es el rey de las ocurrencias.

No son las únicas, aunque son cuatro novelas muy recomendables del 2010, sin duda el año del Premio Nobel de Vargas Llosa, que también deja su sello con El sueño del celta, y del Cervantes a la consagrada Ana María Matute, que publicó su recopilación de cuentos La puerta de la luna y la novela Paraíso inhabitado. Gran año para ella y para las letras españolas, sin duda.

Destacables también, aunque en una segunda línea, son algunos libros como la antología de artículos de Joseph Roth recogida por Acantilado en Primavera de café, la recopilación de los discursos de García Márquez en Yo no vengo a decir un discurso o otras publicaciones como Visión desde el fondo del mar, de Rafael Argullol o las aclamadas memorias noveladas del sudafricano Coetzee, plasmadas en Verano.

Publicado en Pero Libros