28 febrero 2014

La quiniela de los Oscars 2014

Llegó la noche más larga del cine. Llegaron unos Oscars con nivel dispar, con grandes películas en sus listas, con fantásticas interpretaciones. La carrera ha sido equilibrada, aunque la batalla parece que se centra en dos filmes: 12 años de esclavitud y Gravity. A continuación tenéis el desglose de categorías, los nominados, las quinielas y mis favoritas en la mayoría de secciones. Por supuesto, es opinión y no es, ni debe ser, la única. ¿Te animas a una noche de Oscars?


Mejor película

La categoría reina. Nueve películas compiten por el premio. Las candidatas son (según mi orden de preferencia) las siguientes:

  • Her (Spike Jonze): Una historia de amor entre un hombre, Theodore, (Joaquin Phoenix) y, Samantha, un sistema operativo con inteligencia artificial (interpretado por la voz de Scarlett Johansson).
  • Nebraska (Alexander Payne): Un hijo decide acompañar a su padre anciano en su viaje en busca de un premio inexistente. A lo largo del viaje llegará el pasado, la memoria y la dignidad.
  • 12 años de esclavitud (Steve McQueen): La historia de Solomon Northup, un hombre libre que pasó a ser esclavo en la América más negra, permaneciendo durante doce crueles años viviendo en la esclavitud.
  • La gran estafa americana (David O. Russell): Una gran broma que narra el intento de involucrar a un político en un escándalo de corrupción. Grandes interpretaciones y una música excepcional.
  • El lobo de Wall Street (Martin Scorsese): La adaptación del libro en el que Jordan Belfort (Leonardo DiCaprio) narra cómo llegó a ser uno de los hombres más ricos de Wall Street.
  • Philomena (Stephen Frears): Adaptación del libro de Martin Sixsmith en el que se narra la historia de Philomena Lee, una mujer a la que le robaron su hijo y, cincuenta años después, se lanzó a su búsqueda de la mano de un reportero.
  • Gravity (Alfonso Cuarón): La odisea espacial de Alfonso Cuarón. Una delicia visual y para los sentidos. La primera película que justifica el 3D; sin embargo, un guión demasiado endeble.
  • Capitán Philips (Paul Greengrass): Una película correcta sobre el secuestro del Maersk Alabama por piratas somalíes. Grandes interpretaciones de Tom Hanks y Barkhad Abdi.
  • Dallas Buyers Club (Jean-Marc Vallée): La historia de Ron Woodrof, un cowboy de rodeo que, cuando se entera de que padece SIDA, crea un "club de compradores" de medicinas para enfermos de VIH.
Pronóstico: Parece que la gloria está entre 12 años de esclavitud y Gravity, aunque, finalmente, podrían dar la sorpresa películas como El lobo de Wall Street o La gran estafa americana. No parece que el resto tenga demasiadas opciones.

Mi favorita: En esta categoría "mi preferida" son tres: Her, Nebraska y 12 años de esclavitud, que parece ser la única con posibilidad de alzarse con el premio.


Mejor director

Cinco grandes trabajos de dirección se disputan el premio. Los candidatos son:

  • Alfonso Cuarón por Gravity: Un plano secuencia de quince minutos da pie a una dirección fantástica. Nos hace flotar, nos agobia y nos sumerge en el vaivén espacial.
  • Steve McQueen por 12 años de esclavitud: El británico consigue una dirección sobria para tratar un tema espinoso en la historia norteamericana.
  • Alexander Payne por Nebraska: El trabajo de Alexander Payne es, quizás, el menos visible, pero no por ello menos apreciable.
  • David O. Russell por La gran estafa americana: Otro año en el que David O. Russell se cuela como uno de los destacados. Su trabajo en La gran estafa americana es una ida y venida entre los géneros y se apoya en una fabulosa dirección de actores.
  • Martin Scorsese por El lobo de Wall Street: Marty vuelve en este film a sus habituales. Las interjecciones a cámara de los personajes, la cámara frenética y la recuperación de los tics clásicos del cineasta nos rememoran sus grandes títulos.
Pronóstico: La batalla parece que está más que ganada por Alfonso Cuarón, que culmina una dirección maravillosa de su película Gravity.

Mi favorito: En este caso mi favorito coincide con las quinielas. Gravity no me entusiasmó, me pareció tirando a floja -exceptuando el apartado técnico y visual-, pero negar la soberbia dirección de Cuarón es imposible.


Mejor actor principal

La categoría principal de interpretación masculina alberga cinco grandes interpretaciones. Todos los actores nominados pertenecen a películas que optan al gran premio. Aquí tenéis los candidatos:

  • Bruce Dern por Nebraska. Una magnífica interpretación de la vejez con una escena final que es un canto a la dignidad.
  • Matthew McConaghey por Dallas Buyers Club. El actor de moda da vida a un vaquero sempiterno y enfermo que lucha por su vida y la de los demás. Su trabajo sostiene toda la estructura de la película.
  • Leonardo DiCaprio por El lobo de Wall Street. Mucho se dice que es el año de Leo. Su interpretación en la película de Scorsese es magistral y su repertorio de gestos y rostros es sublime.
  • Chiwetel Ejiofor por 12 años de esclavitud. El rostro de la esclavitud. Contenido en los momentos precisos, la viva imagen de las consecuencias de la crueldad, en otros. Fantástico.
  • Christian Bale por La gran estafa americana. El comodín de la categoría. Su interpretación no es, ni de lejos, la mejor de American Hustle.
Pronóstico: Dura batalla entre McConaghey y Leonardo DiCaprio que se puede saldar con la victoria de cualquiera sin que sea injusto.

Mi favorito: Cualquiera de los dos anteriores que se lleve la estatuilla me parecería bien; sin embargo, hay alguien que muy probablemente no gane y que sería todo un lujo que subiese a por el premio. Se trata de Bruce Dern, que en Nebraska completa un papel soberbio.


Mejor actriz principal

Grandes trabajos femeninos en este curso. Se ha hablado mucho de ellas y no es para menos. Las candidatas al Oscar son:

  • Cate Blanchett por Blue Jasmine. Soberbia interpretación de la desolación, la locura y la pérdida del estatus.
  • Amy Adams por La gran estafa americana. La encarnación de la femme fatale. Pura sensualidad, sexualidad y belleza en la mejor interpretación del filme.
  • Judi Dench por Philomena. ¿Qué decir de ella? En Philomena se carga con el peso de la película a la espalda y hace que reluzca con una magnífica interpretación.
  • Meryl Streep por Agosto. Una interpretación pasada de rosca y neurótica, mucho más allá de lo que el personaje necesitaba. Streep necesita un descanso.
  • Sandra Bullock por Gravity. Se desenvuelve aceptablemente dentro de un guión demasiado flojo. Podría haber brillado mucho más, pero no completa un mal trabajo.
Pronóstico: Parece que hay consenso en que la ganadora será la australiana Cate Blanchett por su trabajo en Blue Jasmine. La única con posibilidades reales de arrebatárselo parece ser Amy Adams.

Mi favorita: En este caso también coincido con las quinielas. Cate Blanchett es mi favorita. Considero que su papel es digno merecedor de Oscar.


Mejor actor de reparto

Una de las categorías con mayor desigualdad. Y una en la que seguramente habrá sorpresas. Los candidatos son:

  • Michael Fassbender por 12 años de esclavitud. Sin duda el personaje mejor interpretado de 12 años de esclavitud. Claro merecedor del Oscar.
  • Barkhad Abdi por Capitán Philips. Ganador del Globo de Oro, Abdi se presenta como uno de los tapados. Su interpretación es notable y mantiene el duelo con Tom Hanks sin empequeñecerse.
  • Jared Leto por Dallas Buyers Club. La interpretación más sorprendente, tanto por la transformación, brutal, como por las dotes interpretativas. Sin embargo, considero que no es la mejor de la categoría.
  • Jonah Hill por El lobo de Wall Street. Una gran decisión de casting. Se compenetra a la perfección con Leonardo DiCaprio, junto al que crea una pareja memorable.
  • Bradley Cooper por La gran estafa americana. Las interpretaciones masculinas no son las más lúcidas de La gran estafa americana.Como muestra de ello, Bradley Cooper, que no desentona, pero queda lejos de ser la mejor de las cuatro.
Pronóstico: Muchas opiniones confluyen en la opción de Jared Leto. Puede ser. Su interpretación, lejos de ser la mejor de las cinco, sí es la más llamativa y sorprendente. Sería fácil para la Academia optar por él.

Mi favorito: Michael Fassbender es, bajo mi punto de vista, el mejor secundario de este año, por encima de Letos, Hills y pese al Globo de Oro que le arrebató Abdi en la última edición.


Mejor actriz de reparto

En este curso, las interpretaciones femeninas son una de las categorías más brillantes. No cabe duda de que la premiada será justa. Las actrices que optan al Oscar son:

  • Lupita Nyong'o por 12 años de esclavitud. La sorpresa cinéfila del año. La cara del dolor, de la crueldad a la que puede llegar el ser humano. Fantástico trabajo de la actriz.
  • Jennifer Lawrence por La gran estafa americana. Su papel en la película de Russell aporta el desahogo más cómico. Destacable su número musical y su duelo con Amy Adams, en la que ambas brillan.
  • June Squibb por Nebraska. El azote del padre y el hijo. Sólo le falta salir corriendo detrás de ellos con la zapatilla en la mano. Divertida, tierna, melancólica. Squibb completa un papelón.
  • Sally Hawkins por Blue Jasmine. La hermana fea y tonta de Cate Blanchett. Un fantástico personaje que desdramatiza la situación con el toque de comicidad clásico de Woody Allen. De lo mejor de la película.
  • Julia Roberts por Agosto. Sin duda lo mejor de Agosto. Si merece la pena ver la película por algo, no hay discusión de que ella es la razón.
Pronóstico: Una de las batallas más bonitas de la carrera. Lupita Nyong'o y Jennifer Lawrence se disputan la estatuilla. Se habla de que June Squibb podría dar la sorpresa, pero lo lógico sería que alguna de las dos anteriores se llevasen el galardón.

Mi favorita: En esta categoría mis favoritismos acompañan a las que se consideran favoritas. Tanto Lupita como Jennifer me parecerían dignas ganadoras del Oscar.


Mejor guión original

Dicen que la ganadora a mejor película suele estar nominada a mejor guión, así que esta categoría puede albergar a la vencedora de la noche. Los guiones nominados son:

  • Spike Jonze por Her.
  • Bob Nelson por Nebraska.
  • Woody Allen por Blue Jasmine.
  • Eric Warren Singer y David O. Russell por La gran estafa americana.
  • Craig Borten y Melisa Wallace por Dallas Buyers Club.
Pronóstico: Spike Jonze se postula como gran favorito con el primer guión íntegramente firmado por él. Sin duda, la historia creada en Her merecería el premio de la Academia.

Mi favorita: Otra categoría en la que mi favorita coincide con el pronóstico generalizado. Ya ganó el Globo de Oro y Her se alzará con el Oscar de forma merecida.


Mejor guión adaptado

Según la regla anterior, la ganadora de la noche también podría encontrarse aquí. Están nominados los siguientes trabajos:

  • John Ridley por 12 años de esclavitud.
  • Richard Linklater, Ethan Hawke y Julie Delpy por Antes del anochecer.
  • Terence Winter por El lobo de Wall Street.
  • Steve Coogan y Jeff Pope por Philomena.
  • Billy Ray por Capitán Philips.
Pronóstico: Difícil quiniela en esta categoría. No hay consenso sobre quién podrá ganar.

Mi favorita: Quizás mi favorita sea la tapada. En la categoría hay cuatro películas nominadas al premio gordo, sin embargo, mi guión favorito entre estas adaptaciones es Before midnight, coescrito por los tres artífices de la película.


Mejor película documental

Una de las categorías que menos repercusión tiene siempre en los medios de comunicación. A pesar de ello, es una de las que más calidad alberga entre sus nominadas, que son:

  • The act of killing (Joshua Oppenheimer). Una visión de la masacre comunista en Indonesia, en los años 60, desde el punto de vista de los verdugos.
  • The Square (Jehane Noujaim). Película que documenta la revolución egipcia de Tahrir desde el punto de vista de cinco de las personas que tomaron parte. Fantástica reflexión.
  • 20 feet from stardom (Morgan Neville). Un gran documental sobre el mundo de la música, que da testimonio de algo que normalmente no aparece en la pantalla: las coristas.
  • Dirty Wars (Rick Rowley). Las guerras y los cuestionables mecanismos de defensa de Estados Unidos. La cara más oscura del primer mundo. La película parte de la investigación del periodista Jeremy Scahill, que también locuta este trabajo.
  • Cutie and the boxer (Zachary Heinzerling). Una bonita historia sobre dos artistas: el matrimonio Shinohara. Noriko, ella, siempre a la sombra de su autoritario marido, Ushio, trata de ganarse un lugar en el panorama artístico neoyorquino.
Pronóstico: The act of killing parte como gran favorita para llevarse el Oscar. Pocas son las voces discordantes.

Mi favorita: En esta categoría tengo dos preferidas: The act of killing y The Square me han cautivado por igual. Me encantaría que cualquiera de las dos se alzase con el premio.


Mejor película de habla no inglesa

Una categoría excelsa. Grandes títulos compiten por ser la mejor película de habla no inglesa:

  • La gran belleza [La grande bellezza, Italia, Paolo Sorrentino]
  • Alabama Monroe [The Broken Circle Breakdown, Bélgica, Felix Van Groeningen]
  • La caza [The Hunt, Dinamarca, Thomas Vinterberg]
  • Omar [Idem, Palestina, Hany Abu-Assad]
  • The missing picture [L'image manquante, Camboya, Rithy Panh]
Pronóstico: Todo indica que La gran belleza se alzará con el galardón. Algunas voces indican la posibilidad de que Alabama Monroe, por su temática y su estructura, se lo arrebaten. No lo creo.

Mi favorita: La gran belleza fue la mejor película que vi en 2013, no sólo de habla no inglesa. La obra de Sorrentino es mi preferida. Debería ganar el Oscar.


Mejor película de animación

Otra de las categorías que alcanzan poca repercusión en cada edición. Las nominadas son:

  • The wind rises (Hayao Miyazaki).
  • Ernest et Celestine (Benjamin Renner, Stéphane Aubier y Vincent Patar). Una delicia. Tan delicada como instructiva. Una denuncia del racismo, de la xenofobia y un canto a la amistad a través de un oso y un ratón. Maravillosa.
  • Gru 2. Mi villano favorito (Pierre Coffin y Chris Renaud). Las aventuras del villano, sus pequeñas y sus enanos y amarillos acompañantes. Divertida y resolutiva.
  • Los Croods (Kirk De Micco y Chris Sanders). Película simpática que narra la formación de los continentes a través de una familia de cavernícolas.
  • Frozen (Chris Buck y Jennifer Lee). Demasiado Disney. Princesas, nieve, palacios, ricos y pobres e, incluso, un muñeco simpaticón. Arquetípica y aburrida.
Pronóstico: La gran favorita parece ser la única película que no ha sido posible ver aún salvo en festivales: The wind rises parece encaminada hacia el éxito en la despedida de su creador, el genio Miyazaki.

Mi favorita: No he podido ver The wind rises, por lo que mi clara favorita, obviando ésta, es la magnífica Ernest et Célestine.


Mejor fotografía

El trabajo fotográfico ha sido maravilloso en este año. Sorprende la exclusión de Sean Bobbit por su labor en 12 años de esclavitud, pero las otras nominadas tienen calidad suficiente para pelearse por el premio:

  • Bruno Delbonnel por Inside Llewyn Davis.
  • Philippe LeSourd por The Grandmaster.
  • Phedon Papamichael por Nebraska.
  • Emmanuel Lubezki por Gravity.
  • Roger Deakins por Prisioneros.
Pronóstico: Muchas voces indican que Lubezki se alzará con el premio. Cualquiera podría alzarse con el Oscar.

Mi favorita: Tanto el trabajo de Delbonnel, como los de LeSourd y Papamichael, me parecen dignos vencedores. Hace tiempo que pienso que el premio de fotografía debería dividirse en dos categorías: digital y clásica.

Mejores efectos visuales

Optan las siguientes obras:

  • Gravity
  • El Hobbit: La desolación de Smaug
  • El llanero solitario
  • Star Trek: En la oscuridad
  • Iron Man 3
Mejores efectos sonoros

El premio a los efectos sonoros será para alguna de estas películas:

  • Gravity
  • Cuando todo está perdido
  • Capitán Philips
  • El Hobbit: La desolación de Smaug
  • El único superviviente
Mejor sonido

Las cintas candidatas al mejor sonido son:

  • Inside Llewyn Davis
  • Gravity
  • El Hobbit: La desolación de Smaug
  • Capitán Philips
  • El único superviviente
Mejor diseño de vestuario

El vestuario es uno de los trabajos más vistosos del cine. Este año, las candidatas a este premio son:

  • Michael Wilkinson por La gran estafa americana.
  • William Chang Suk Ping por The Grandmaster.
  • Catherine Martin por El gran Gatsby.
  • Patricia Norris por 12 años de esclavitud.
  • Michael O'Connor por The invisible woman.
Pronóstico: Las quinielas indican que se disputará entre El gran Gatsby y La gran estafa americana.

Mejor montaje

¿Qué sería del cine sin el montaje? Los trabajos nominados son:

  • Jay Cassidi y Crispin Struthers por La gran estafa americana.
  • Joe Walker por 12 años de esclavitud.
  • Alfonso Cuarón y Mark Sanger por Gravity.
  • Christopher Rouse por Capitán Philips.
  • John Mac McMurphy y Martin Pensa por Dallas Buyers Club.
Pronóstico: Dallas Buyers Club se eleva como una de las favoritas para ganar el premio, que también podría recalar en el trabajo de Walker 12 años de esclavitud.


Mejor dirección artistica

En la categoría de dirección artística las películas que compiten son:

  • Judy Becker y Heather Loeffler por La gran estafa americana.
  • Catherine Martin y Beverly Dunn por El gran Gatsby.
  • K.K. Barrett y Gene Serdena por Her.
  • Andy Nicholson y Rosie Goodwin por Gravity.
  • Adam Stochausen y Alice Baker por 12 años de esclavitud.

Mejor maquillaje

Los filmes nominados al mejor trabajo de maquillaje en esta edición son:

  • Dallas Buyers Club.
  • El llanero solitario.
  • Jackass: Bad grandpa.
Pronóstico: En esta categoría la disputa es entre Dallas Buyers Club, que se antoja será la ganadora, y El llanero solitario.

Mejor banda sonora

Ay, la música... En esta categoría también hay ausencias notables (por ejemplo Inside Llewyn Davis), pero los que sí están nominados son:

  • Arcade Fire y Owen Pallett por Her.
  • Alexandre Desplat por Philomena.
  • Steven Price por Gravity.
  • John Williams por La ladrona de libros.
  • Thomas Newman por Saving Mr. Banks.
Pronóstico: Ha sonado mucho como uno de los puntos fuertes de Her, por lo que Arcade Fire son unos de los favoritos. También podría llevárselo Alexandre Desplat por su sobrio trabajo en Philomena o Steven Price por Gravity.


Mejor canción

Las canciones nominadas son:

  • Happy, de Gru 2
  • Alone yet not alone, de Alone yet not alone
  • Let it go, de Frozen
  • The moon song, de Her
  • Ordinary love, de Mandela. Del mito al hombre
Mejor cortometraje de ficción

Llegamos a la única categoría con presencia española. Compiten:

  • Aquel no era yo (Esteban Crespo).
  • Antes que perderlo todo (Xavier Legrand y Alexandre Gavras).
  • Helium (Anders Walter).
  • ¿Me tengo que encargar de todo? (Selma Vilhunen).
  • The Voorman problem (Mark Gill).
Mejor cortometraje de animación

Los mejores cortos de animación son:

  • Feral (Daniel Sousa).
  • Mickey Mouse: get a horse! (Lauren MacMullan).
  • Mr. Hublot (Laurent Witz y Alexandre Espigares).
  • Possesions (Shuhei Morita).
  • Room on the broom (Max Lang y Jan Lachauer).
Mejor cortometraje documental

El Oscar al mejor corto de no ficción saldrá de los siguientes nominados:

  • Cave Digger (Jeffrey Karoff).
  • Facing fear (Jason Cohen).
  • Karama has no walls (Sara Ishaq).
  • The lady in number 6 (Malcolm Clarke).
  • Prison Terminal: The Last Days of Private Jack Hall (Edgar Barens).

'Philomena', emotividad velada

El evidente aspecto de telefilm que se desprende de Philomena en algunos momentos de la película puede resultar engañoso. Bajo esa estética, el guion encierra una historia de búsquedas, encuentros, decepciones y alegrías, que funciona gracias a su contenida emotividad y, sobre todo, a la interpretación de una soberbia Judi Dench, acompañada por Steve Coogan. 

La historia comienza cuando Philomena Lee y Martin Sixsmith son presentados por la hija de ella. Martin es un periodista que se ha visto obligado a renunciar a su puesto en la BBC por unas supuestas declaraciones desafortunadas y Philomena es una anciana que acaba de reconocer frente a su hija que, siendo joven, vio como las monjas del convento en el que vivía le robaban a su hijo y se lo entregaban a una familia. A partir de entonces, los dos comenzarán un viaje en el que tratarán de encontrar al hijo perdido.


El guion, coescrito por el propio Coogan junto a Jeff Pope, adapta el libro que escribió Sixsmith sobre el caso. Para ello se sirve de dos líneas narrativas, una en el presente y otra en el pasado, a través de la que conocemos el devenir de Philomena y algunas de las claves de la historia. El viaje de la anciana y el reportero ofrecen un vehículo para la introducción de determinados temas en la película, que por momentos se reviste de una sutil crítica al periodismo sensacionalista (encarnado en la figura de una breve y sobria Michelle Fairley), y en otras ocasiones se deja caer en brazos del debate religioso que personalizan los dos personajes principales a través de una conversación dividida en varias que se alarga durante todo el metraje. 

No obstante, el tema de los niños robados, tan en boga durante los últimos años, no impide la irrupción del humor. Philomena tiene puntos cómicos, perfectamente estructurados como desahogos narrativos: las caderas de titanio de Philomena y del papa, la aerolínea Ryanair o la homosexualidad desde varios puntos de vista, se dejan ver en determinados momentos del film, funcionando como ventana para la historia principal.

Stephen Frears confía su trabajo a una Judi Dench que va de vuelta y controla de principio a fin los tiempos, los registros y, por ende, la totalidad de la película. Poco importan al final de la película los errores, que los hay. Los puntos negros del guion, esos giros inverosímiles, quizás por tópicos pese a ser adaptación de la realidad (que el hijo conozca al periodista, el arpa de la pinta de Guinness como revelación definitiva), la música o la estética de telefilme, son algunos de ellos. Sin embargo, Judi Dench está por encima de todo eso. Ella es quien se carga el peso de la cinta para hacerla salir airosa con un giro final que canta a la dignidad y antecede a la explicación de la historia real en la que se basa.


Philomena es una película correcta y amable, conmovedora en su justa medida, ya que emociona sin llegar nunca al melodrama ni hacer uso de la lágrima fácil cuando podría haberlo hecho. Lejos de ser una maravilla, el nuevo trabajo de Stephen Frears funciona y proporciona un buen rato de entretenimiento, alguna risa y una pequeña dosis de drama sentimental.


Ficha técnica
Título original: Philomena. Dirección: Stephen Frears. Guion: Steve Coogan, Jeff Pope (libro: Martin Sixsmith). Fotografía: Robbie Ryan. Música: Alexander Desplat. Interpretación: Judi Dench, Steve Coogan, Michelle Fairley, Charlie Murphy, Simone Lahbib, Anna Maxwell Martin, Neve Gachev, Sophie Kennedy Clark, Nichola Fynn. País: Reino Unido. Estreno: 28 de febrero de 2014. Distribución: Vértigo Films. Duración: 98 minutos. Género: Drama.

26 febrero 2014

'Dallas Buyers Club', historia fallida un KO Boy

A veces la realidad no funciona en la pantalla. Es una máxima que a menudo olvidamos. No porque una historia sea real va a tener más gancho cuando la traducimos a la narrativa cinematográfica. Es la sensación que me queda tras ver Dallas Buyers Club, película que cuenta la historia (basada en hechos reales) de Ron Woodroof, un cowboy de rodeo drogadicto que tras conocer que padece SIDA, y que el pronóstico es muy grave, decidió luchar por su vida con la misma fiereza con la que se montaba en el toro.

La sensación que deja la película de Jean-Marc Vallée es que ha pretendido abarcar demasiado, abrir el abanico mucho más de lo recomendable, sin conseguir profundizar en ninguno de los frentes. Si la película pretende hacer una crítica al negocio de las farmacéuticas con la salud pública pasa muy por encima el tema. Si, por el contrario, lo que pretende es hacer un retrato del desarrollo psicológico del personaje, el pulso narrativo sobre su personalidad se esfuma entre los saltos de tiempo y determinados detalles que carecen de la importancia que se les concede.

Lo cierto es que el personaje principal es el mayor atractivo (a veces casi el único) de la película. Sería mejor decir los dos personajes. Si Matthew McConaghey está soberbio como protagonista, Jared Leto le cubre las espaldas con un papel sorprendente que le exige un ejercicio de camuflaje importantísimo y digno de elogio (aunque creo que no de premio). McConaghey, en estado absoluto de gracia, aporta personalidad a un protagonista que pasa de parecer odioso al principio: homófobo, mujeriego y prepotente, a ganarse una pizca de la confianza del espectador, pese a hacer negocio con su propia situación a la hora de crear el club de compradores.


Porque Ron funda un club de compradores, el que da nombre a la película, junto a Rayon, un transexual también enfermo de sida, interpretado por un Jared Leto que, agarraos, está guapa en su papel. Gracias a su actividad en los márgenes, los enfermos pueden empezar a tratarse con medicinas reales y dejar a un lado la perjudicial AZT, la única droga permitida en Estados Unidos en aquella época para el tratamiento contra el virus. Esta situación hará que Ron se gane las enemistades de la industria. Poco a poco Woodroof se convierte en una especie de Robin Hood narcotraficante que viaja a Méjico para comprar medicinas que vende después a los miembros del club.

Matthew McConaghey consigue una creación muy solvente personificada en un Ron Woodroof al que le regala su característico acento y su sobriedad para cargarse el peso de Dallas Buyers Club a su espalda. Su duelo interpretativo con Jared Leto, también fantástico en todos los gestos, movimientos y diálogos, justifica el visionado de la película. Fuera de la pareja actoral principal, poco a destacar. El guion profundiza lo justo tanto en la rugosa relación de Ron y Rayon, mucho más aprovechable, como en ese pulso que mantiene durante toda la película contra la industria farmacéutica. En este sentido el papel de la doctora Eve Saks (Jennifer Garner) queda reducido a una mera confesora que experimenta sus dudas, pero podría haber cobrado una importancia capital aportando el contrapunto de tensión definitivo en la obra.

Jean-Marc Vallée abre frentes que no alcanza a cerrar con solvencia, dejando incluso ciertas dudas al término de la película, motivo por el que sorprende la candidatura de la cinta al mejor montaje en los Premios de la Academia de Cine de Hollywood. Dallas Buyers Club es, en definitiva, una película que se sostiene de manera exclusiva en las magníficas interpretaciones del dúo central, nominadas como mejor actor (McConaghey) y actor de reparto (Jared Leto), pero que patina en el resto del apartado técnico y narrativo. En cualquier caso, vayan al cine, las actuaciones de Matthew y Jared bien merecen una entrada.


Ficha técnica
Título original: Dallas Buyers Club. Dirección: Jean-Marc Vallée. Guion: Craig Borten y Melisa Wallack. Fotografía: Yves Bélanger. Música: Danny Elfman. Interpretación: Matthew McConaghey, Jared Leto, Jennifer Garner, Denis O’Hare. País: Estados Unidos. Estreno: 14 de marzo de 2014. Distribución: Vértigo Films. Duración: 117 minutos. Género: Drama.

20 febrero 2014

'Her', where the love is

Crítica publicada en Esencia Cine.

En el clímax de Her la pantalla se oscurece hasta quedar absolutamente en negro. Sólo se escuchan, entonces, las voces de Theodore y Samantha haciendo el amor. La atmósfera sonora y de los sentidos cobra total relevancia relegando lo visual a un segundo plano, exactamente igual que en la relación que mantienen ambos, persona y sistema operativo. Minutos antes, él tiene otra relación por chat, esta vez con una mujer real, sin que se atenúe la imagen. La relación real resulta mucho menos satisfactoria; ella llega al orgasmo, él no, al contrario que ocurre con Samantha. A través de esta analogía Spike Jonze lanza uno de los grandes temas de su película: la incapacidad de relacionarse del ser humano. 

El cineasta se sirve en Her de la fantasía propia de la ciencia ficción para contar una historia universal: la de una relación que nace, se consolida y sufre los vaivenes propios de su naturaleza. Theodore es un hombre solitario que trabaja como escritor de cartas por encargo. Su facilidad para la palabra y su don poético le llevan a escribir las mejores cartas de la oficina. Sin embargo, en el aspecto personal, es un hombre en constante contraluz. Su vida sentimental es nula tras la ruptura con su mujer Catherine. Desde esa inflexión Theodore gasta los días en trabajar, pasear y escuchar canciones melancólicas. 


Todo cambiará cuando adquiera un sistema operativo basado en un modelo de inteligencia artificial muy avanzado. Lo que en principio parecía destinado a ser una relación encarada a la mera resolución de necesidades acaba por convertirse en algo incontrolable. Theodore se enamora de Samantha, la voz que está al otro lado, y ella, gracias a la relación, se descubre a sí misma a través del amor y avanza mucho más allá de su programación

A través de un guion sólido que acelera o reduce el ritmo según lo necesite la historia, el cineasta indaga en la amalgama de relaciones humanas a través del vínculo que se establece entre Theodore y Samantha (deslumbrante trabajo de Scarlett Johansson que, sólo con su voz, derrocha sensualidad y da vida al personaje). Sin embargo, no hay que equivocarse, en Her Jonze no ensaya las posibilidades de la robótica, la inteligencia artificial, ni nada parecido. El director nos adentra en su particular visión del amor al ritmo de Arcade Fire. La relación que dibuja no es otra cosa que una relación estándar. Poco o nada importa que uno de los componentes sea un sistema operativo, la analogía con lo normal es absoluta. Los celos, malos entendidos, reproches, pero también el cariño, las sonrisas y la sensación de lividez fruto del enamoramiento, se dejan ver en el rostro de Joaquin Phoenix –un lienzo para Jonze– igual que lo harían en cualquier persona.

El trabajo de los actores es verdaderamente lúcido. Phoenix completa un papel repleto de matices. Es un hombre que duda de sí mismo, de los demás, del propio mundo que le rodea; un protagonista ámbar que sufre y se topa con la calma que necesita en quien menos lo espera: Samantha. Por su parte, el personaje femenino resulta desbordante. Scarlett Johansson completa uno de sus mejores trabajos sin ni siquiera aparecer en pantalla. La vitalidad y la alegría que desprende su voz dotan a Samantha de un carácter propio, y el cambio de registro, cuando el guion lo exige, no hace nada más que confirmar el desarrollo que experimenta el personaje y el gran trabajo de la actriz. 


Los dos actores consiguen la química para que el espectador entre de lleno, sin cuestionarse nada, en la improbable relación entre un hombre cuya vida es demasiado mecánica y un sistema operativo que parece tener mucha más vitalidad que el total de los mortales. Un lujo que se completa con una secundaria como Amy Adams, camaleónica una vez más, interpretando a la única amiga de Theodore, a la postre otra perdedora como él. La pareja nos regala uno de los mejores planos finales del cine de los últimos tiempos.

Spike Jonze completa, en el primer trabajo que firma íntegramente, una historia que no deja nunca de lanzar preguntas. El guion reflexiona sobre la torpeza para relacionarse del ser humano a través de una bella historia de amor y desencuentros que es el hilo conductor más arraigado de la película.

Her es una cinta con tintes de obra maestra, que sigue la estela de lo esbozado por planteamientos como el de Black Mirror o Real Humans, a la cual Jonze aporta su toque personal y rebelde. Una obra que, bajo un envoltorio de aparente sencillez, profundiza en temas tan complejos como inherentes a nuestra naturaleza y termina por calar hasta el tuétano. Sin duda, Jonze ha firmado uno de los grandes títulos de los últimos años.

'La mujer del chatarrero', cine de trinchera

Crítica publicada en Esencia Cine

La cámara al hombro, el aspecto social y el hecho de que los actores sean las personas reales que vivieron la situación que se narra, confieren a La mujer del chatarrero aspecto documental. Con temas universales como telón de fondo, como el sistema sanitario y la discriminación de las minorías, Danis Tanovic realiza un drama social y muy comprometido, en el que la temática se eleva por encima de todo lo demás. 

Nazif y Senada son un matrimonio gitano que reside en Poljice, una aldea pobre, en la que los hombres trabajan como chatarreros para poder alimentar a su prole. En 2011, la vida del matrimonio da un vuelco cuando Senada sufre un aborto natural y tiene que ser intervenida de urgencia para salvar su vida. Sin tarjeta sanitaria, el matrimonio necesita casi mil marcos (una cifra muy difícil de alcanzar con sus paupérrimos ingresos) para que a Senada se le practique la intervención quirúrgica precisa. 


La decisión de la mujer de no operarse, ante la imposibilidad de alcanzar esa cifra, es la que da lugar a la película de Tanovic. El cineasta se sirve de su experiencia como documentalista para filmar la historia desde una perspectiva de trinchera. Los seguimientos de los actores, esa vibrante cámara en mano, son la mayor reminiscencia de ese pasado en la guerra. Sin embargo, en determinadas ocasiones esta técnica transmite una sensación de mareo y desconcierto en el espectador, más allá de recalcar esa visión de reportaje y dotar de un realismo crudo a la imagen. 

No obstante, la técnica queda dominada por la crudeza de la historia que se cuenta. El director bosnio desliza una historia sobre la discriminación sufrida por las minorías étnicas en su país tras la guerra. Una historia vergonzante. A pesar de ello, Tanovic evita caer en situaciones excesivamente melodramáticas o duras; la historia real ya lo es por sí misma e indigna lo suficiente como para aderezarla con ningún artificio. El retrato de la desgracia es desolador y todos los elementos contribuyen: el estéril invierno, el poblado gitano de Poljice –en el que todos los vecinos son los que viven de verdad allí–, los cortes de luz y, en definitiva, la pobreza y, lo que muchas veces es peor, la indiferencia del que la ve desde al lado de la chimenea. 

Tanovic muestra, además, un panorama de Bosnia, contextualizado a través de los viajes en coche desde el poblado hasta la ciudad, en los que la cámara sigue al vehículo, dando testimonio de aquello que se les cruza en el camino. En su odisea personal, los personajes atraviesan fábricas, centrales, nidos de pobreza, discriminación y miseria, pero también dan evidencia del contraste de la ciudad con la parte amable de la ciudad, ajena a todo. 

Las interpretaciones de Nazif Mujic y Senada Alimanovic, llevando a la pantalla su propia historia y su lucha por la vida, son contenidas, naturales y absolutamente creíbles. Ambos funcionan bien en la pantalla, ayudados por el aspecto documental de la película. No en vano, Mujic recibió por este trabajo el Oso de Plata a mejor actor en la Berlinale de 2013 y el film hizo lo propio con el Oso de Plata por el Gran Premio del Jurado. 

La mujer del chatarrero es un drama social que denuncia hechos que suceden a diario, situaciones de las que son silenciadas con interés por unos y otros, pero que no por ello dejan de ocurrir. Danis Tanovic ha completado un film en el que da visibilidad a este tipo de desigualdades. Y eso siempre es digno de aplauso.

18 febrero 2014

'Nebraska', un periplo hacia la dignidad

Bajo la carretera de Nebraska late como motor de la historia el amor que un hijo siente hacia su anciano padre. Alexander Payne recicla el género de la road movie con el viaje de ambos a Lincoln en busca de un premio que nunca ha existido. El boleto que recibe Woody Grant, en el que se le comunica que es ganador de un millón de dólares, no es más que una incómoda publicidad; sin embargo, él se encamina varias veces hacia el lugar de cobro, hasta que por fin su hijo se decide a acompañarlo. 

A través de esa excursión, el cineasta realiza una radiografía de la América profunda, de la vejez y de la evolución que experimenta la relación paterno-filial con el paso del tiempo. Porque, aunque el guion hace que la película se desarrolle en una línea cronológica, similar a esa carretera, en la que las visiones al pasado son meramente discursivas, el paso del tiempo está muy presente durante toda la cinta. Está representado de la forma más evidente en la ancianidad de un Bruce Dern inmenso, al que acompaña una no menos brillante June Squibb, pero también en los cambios que experimenta la ciudad y en el descubrimiento del pasado por parte del hijo.

El viaje, una especie de odisea familiar, gana varios enteros cuando se suman a él la madre y el otro hermano, interpretado por Bob Odenkirk. El encuentro familiar en el pueblo, esa vuelta a lo rural, supone una vuelta a la infancia y la adolescencia (el personaje de June Squibb no hace más que recordar sus días de juventud), pero pronto, cuando las conversaciones saquen a flote el dinero del supuesto premio, se tornará en un cúmulo de reproches y rencillas del pasado con familiares y amigos. 


No obstante, el viaje que verdaderamente engancha, e incluso sobrecoge, es el viaje interior del propio Woody, representado por un Dern que en una sola mueca puede albergar toda una amalgama de sentimientos. Nebraska, y tanto su director como su guionista, tiene una virtud: sacar una sonrisa dentro de una historia que, si bien no es excesivamente dramática, no es tampoco para reír. Y lo hace de una forma natural, sin artificios, buceando en unos diálogos que a veces llegan a ser inexistentes (el propio Bruce Dern da una lección de contención), y en la colocación estratégica de situaciones que rozan el absurdo (la dentadura, los primos) de una forma que se hace creíble.

Destacable también el trabajo fotográfico, a cargo de Phedon Papamichael, que en un blanco y negro pulcro, adopta códigos propios de la fotografía de la road movie, mostrando grandes paisajes atravesados siempre por la carretera, carteles de bares y gasolineras, pero que, además, incorpora elementos de otros tipos de fotografía que enriquecen el aspecto visual de la cinta.

Pese a todo, si algo prima por encima del resto en Nebraska son unos personajes que se mueven, que tienen inquietudes y padecen; unos seres humanos que ven Ítaca en lo más profundo de la América rural, y que, acompañados por una gran banda sonora, suave y melodiosa, se acercan al final. Un inevitable final que es perfectamente metaforizado en la última secuencia de la película, que huele, sabe y tiene el tacto de una despedida sutil e incluso de una victoria de la dignidad.

Ficha técnica
Título original: Nebraska. Dirección: Alexander Payne. Guion: Bob Nelson. Fotografía: Phedon Papamichael. Música: Mark Orton. Interpretación: Bruce Dern, Will Forte, June Squibb, Stacy Keach, Bob Odenkirk, Missy Doty, Kevin Kunkel, Angela McEwan, Melinda Simonsen. País: Estados Unidos. Estreno: 7 de febrero de 2014. Distribución: Vértigo Films. Duración: 115 minutos. Género: Drama, road movie.

16 febrero 2014

Sorpresas te dan los BAFTA

Otros premios, otro avance más en la carrera por el Oscar en todas las categorías. Sin embargo, un paso lleno de requiebros y galardones inesperados. Los premios BAFTA han estado cargados de sorpresas. Gravity (con 6 premios, la mayoría de los técnicos) y 12 años de esclavitud han sido las dos triunfadoras de una noche en la que más de uno se ha quedado con la boca abierta por el fallo (cada cual tome el sentido de la palabra como quiera) de la Academia Británica.


Los premios "gordos" han caído algo más hacia el lado de la película de McQueen, que durante toda la noche ha sido una de las grandes "olvidadas" en las categorías en las que parecía favorita. El premio a mejor película, en cambio, culminó una noche no especialmente brillante para 12 years a slave, que cobra algo de impulso hacia el Oscar. Se quedó, eso sí, Steve McQueen sin el galardon a mejor director que fue para Alfonso Cuarón por su gran trabajo en Gravity, que se alzó además con el premio a mejor película británica (no entiendo muy bien qué significa esta categoría, pero ahí queda).

En el apartado actoral, sorpresas en las categorías masculinas, en las que Di Caprio y Michael Fassbender se quedaron sin premio por sus interpretaciones en El lobo de Wall Street y 12 años de esclavitud, respectivamente. Fueron a parar los galardones de interpretación a las manos de Chiwetel Ejiofor, por su interpretación de Solomon Northup en la citada 12 years, y a las de Barkhad Abdi, por su trabajo en Capitán Philips. Menos sorpresas hubo en las categorías femeninas, donde Cate Blanchett se impuso con total merecimiento al resto de candidatas como mejor actriz, y Jennifer Lawrence (aquí sí hubo algo más de sorpresa) hizo lo propio en la categoría de mejor actriz de reparto, por encima de, entre otras, Lupita N'Yongo, a quien también se le esfumó el premio a la estrella emergente en favor de Will Poutier.

Por su parte, los premios al guion sí han dado que hablar. Ninguno de los aparentes favoritos se ha hecho con el premio al que optaba. De esta forma, tanto Blue Jasmine como 12 años de esclavitud han sido derrotadas, respectivamente, por La gran estafa americana y Philomena, como mejor guion original y adaptado, en ese orden. Completan el palmarés en lo que a "premios grandes" se refiere La gran belleza, que sigue imparable en su camino al Oscar como mejor película de habla no inglesa, y The act of killing, que ha obtenido el reconocimiento a la mejor película documental.

Los premios técnicos han sido en su mayoría para Gravity, que ha ganado, como era de esperar, el de mejores efectos especiales. Acompañan a este los galardones a mejor fotografía (en la que competía con trabajos superiores como el de Sean Bobbit [12 years a slave], Phedon Papamichael [Nebraska] o Bruno Delbonnel [Inside Llewyn Davis]) y, algo más incomprensibles, los de banda sonora y música (en una película en la que se echa de menos el silencio desde el minuto uno de metraje). 

Por último, El gran Gatsby se alzó con mejor vestuario y diseño de producción, pero se dejó por el camino mejor peluquería y maquillaje, que fue para La gran estafa americana. La película Rush dio la campanada en el mejor montaje; sorpresa no por inmerecida, sino por inesperada, en una de las categorías en las que la Academia Británica ha demostrado personalidad. Los premios a los mejores cortos fueron para Room 8 y Sleeping with the fishes, en la categoría de animación, donde el mejor largo fue una de las esperadas: Frozen.

Y así, helados, ojipláticos, se han quedado muchos de los que han seguido estos BAFTA, unos premios muy sorpresivos que han vuelto a dar bastante que hablar, tanto por sus omisiones como por sus galardonados. Cada vez está más cerca el Oscar. Cada vez más apretada la carrera por la estatuilla de oro estadounidense. Veremos qué pasa el próximo 2 de marzo.

'Family Tour'; el hogar, el pasado, la familia

Crítica publicada en Esencia Cine.

Lili se mira en un espejo y pulsa con insistencia el interruptor de la luz, que se enciende y se apaga, dejando entrever a fogonazos cómo las lágrimas se derraman por sus mejillas. Es uno de los varios momentos en los que Family Tour, primer largo de ficción de Liliana Torres, se entremezcla con el videoarte. 

El personaje de Lili es lo único totalmente ficticio de la película. La cineasta se sirve de la realidad para crear la ficción, gracias al trabajo de actores no profesionales –su propia familia–, que se complementa con el de Núria Gago, la única actriz de profesión del elenco, interpretando a la propia directora en el seno familiar.


A caballo entre la ficción y el ensayo documental, la película desgrana las sensaciones que invaden a Lili cuando vuelve de Méjico para pasar unos días con su familia. Los reencuentros con viejos amigos y parejas, las conversaciones perdidas y el pasado que dejamos atrás desfilan mientras ella sigue su camino y ve como todo se escapa sin que pueda hacer nada por retenerlo.

La pérdida de la inocencia, uno de los temas vertebrales de la película de Liliana Torres, es representada de forma poética en la pieza de video –otra vez el videoarte– que la protagonista realiza como acompañamiento gráfico a un concierto de una amiga. En el video, la joven se pone y quita ropa, se viste y se desnuda con las prendas de su infancia, quedando patente que ya no cabe en ellas, que ha crecido, que ha perdido aquella edad para siempre. 

Como ya se pudiese ver en anteriores trabajos como el corto Anteayer, en la obra de Liliana Torres hay una predominancia de los diálogos, a través de los que se conocen el carácter de los personajes y sus confidencias. Gracias a ello se puede advertir a Lili como una mujer aparentemente rocosa y terca, que, sin embargo, en ocasiones, deja ver sus momentos de flaqueza (el encuentro con la prima que le regala una pulsera). En este sentido funciona muy bien la relación que tiene con su hermana, personaje interpretado por Noemí Torres –la propia hermana de la cineasta–, que adquiere una química muy especial con Núria Gago que ayuda a conocer mejor las interioridades del personaje. 

Liliana Torres completa un trabajo valiente, tanto por la manera de llevarse a cabo, con un presupuesto limitadísimo y actores que no lo son, como por la representación de su familia que transciende la pantalla. El desenfoque selectivo que aplica en muchos de sus planos parece una metáfora de esa representación, un aviso al espectador, como si desde el principio quisiese dejar claro que lo que muestra es exactamente lo que ella ha querido descubrir, lo que le ha servido para llevar a cabo esa ficción, y no todo lo que podría haber expuesto. 

Cabe destacar el trabajo de Núria Gago como auténtica protagonista de la historia. La actriz barcelonesa ríe, llora, se asombra y, en definitiva, da vida a una chica que deambula por una ciudad que, pese a ser la suya, cada vez le resulta más extraña. 

Family Tour es una producción que habla sobre la familia, las relaciones y el paso del tiempo, que flota entre lo real y lo impostado, entre la comedia y el drama, entre la ficción y el documental. Una buena ópera prima de Liliana Torres.

14 febrero 2014

'Alabama Monroe', la grieta en el círculo


El bluegrass vertebra cada escena de Alabama Monroe. La música, acústica y de acordes alegres por lo general, acompaña a la historia de amor de la pareja protagonista. Sin embargo, la narración es dura, durísima y convierte Alabama Monroe en una de esas películas para las que hay que mentalizarse previamente.

Elise y Didier son una pareja idílica, unos músicos que ubican su canción en una casa en el campo. “Lord, I’ve got country in my genes”, dice una de sus composiciones. Su historia de amor es perfecta desde que Didier conoció a Elise en la tienda de tatuajes que ella regentaba. Después vino todo lo demás, el enamoramiento, el bluegrass, el embarazo de Elise y la enfermedad de su hija Maybelle. A partir de aquí comienza a oscurecer. Cuando todo marcha bien no hay dudas, pero cuando el círculo de felicidad empieza a resquebrajarse, empiezan a brotar.


La película se divide en dos partes. La primera, algo más confusa, hilvana el presente con numerosos flashbacks, que a veces hacen que la cronología sea difícil de seguir; por su parte, a partir del giro que tiene lugar en la mitad de la cinta, la película se centra un poco en cómo la pareja intenta superar las adversidades. Didier, agnóstico y de pensamiento práctico, trata de seguir adelante de la mejor manera posible, pero Elise se refugia en pensamientos más místicos y religiosos para sentirse protegida de algún modo.

Es entonces cuando la película abre su espectro en exceso y lanza varios mensajes en distintas direcciones. Por momentos se hace difícil saber qué es lo que quiere contar exactamente: la batalla entre la razón y la religión, la historia de amor entre la pareja, el dolor y la música, son algunos de los múltiples esqueletos del film. Sin embargo, el trabajo actoral suple esta impresión y las dudas que genera un montaje algo errático, sobre todo gracias a una Veerle Baetens que se agiganta en cada escena.

Felix van Groeningen se adentra en el mundo del bluegrass, estilo musical cercano al country y el folk, con una magnífica banda sonora, para narrar una historia de superación de adversidades, de héroes anónimos que luchan para poder contarlo (y cantarlo). Pese a abrazar el melodrama en determinadas ocasiones (lluvia en momentos de tristeza, letras de canciones que encajan demasiado con lo que se está contando o lo que genera incluir a una niña enferma en la historia) el director reconduce bien la narración para no estancarse sólo en el lamento. Sin embargo, como era de esperar, las lágrimas corren por el rostro de Didier (un gran Johan Heldenberg, autor de la obra de teatro) y por el alma de Elise (una Veerle Baetens, preciosa, tatuadísima y desgarradora, que completa una interpretación espectacular en todos los registros).

El trabajo fotográfico, además, se mimetiza a la perfección con las emociones de los personajes, destacando varios contraluces en tonos duros que sirven para dejar claro que ni los conciertos, ni el amor y las sonrisas proporcionadas por los flashbacks, ni la tranquilidad del campo y el country, ocultan el drama que arraigan los personajes y, por tanto, la película. 

Alabama Monroe es una obra que funciona mejor cuando se centra en los personajes y no se deja llevar por grandes mensajes ni proclamas; cuando recupera los flashbacks del amor de Elise y Didier o cuando este se deja ver, en las formas más duras y crueles, en el presente de la pareja. Una historia durísima que golpea, resquebraja y zarandea con violencia al espectador. No obstante, una historia preciosa y muy bien realizada, que conjuga como pocas la música con el dolor, el amor y la propia vida.

11 febrero 2014

'Guillaume y los chicos, ¡a la mesa!'; el cineasta en el diván

Artículo publicado en Esencia Cine.

Un hombre adulto se hunde en una piscina de la que parece imposible que vaya a salir. Mientras tanto, una serie de imágenes se suceden en pantalla intercalándose con la lucha por salir a flote de este tipo, que no es otro Guillaume. La imagen es un reflejo, una metáfora, de la psicología del personaje, en eterna lucha consigo mismo desde pequeño, y en pugna con su familia, por autodeterminar su sexualidad, su idiosincrasia y el modo en el que quiere vivir su existencia.

No es el único momento de la cinta en el que Guillaume flota, el protagonista fluye durante los 85 minutos con un toque de comedia a veces excesivo. A través de la representación de un monólogo teatral Guillaume se funde con la narración de su pasado, con un fondo negro que puede llegar a simbolizar el estado anímico del personaje. Que la película esté narrada en clave de comedia es arena de otro costal, pero lo cierto es que la historia de Guillaume y los chicos, ¡a la mesa! tiene mimbres dramáticos y arrugas donde tendrían cabida, desde luego, estudios psicológicos sobre los comportamientos y las relaciones que establecen los personajes.


En este sentido, la interacción entre el propio Guillaume y la madre cobra una importancia vital en el desarrollo argumental. Por momentos, la dependencia que muestran ambos del otro es enfermiza, llegando a una resolución –buen giro de guion mediante– con la que un freudiano se frotaría las manos. Esta relación, un tanto demente, entre la madre y el hijo, es perfectamente representada con la interpretación por parte de Guillaume Galliene de sendos personajes, creando situaciones verdaderamente esperpénticas de las que termina por salir airoso.

La correspondencia que establece el espectador con lo que ve en la pantalla oscila en torno a varias sensaciones. Por momentos Guillaume y los chicos, ¡a la mesa! puede hacer reír, incluso arrancar algunas carcajadas, con sus chistes; sin embargo, en otras ocasiones, lo que provoca es el gesto torcido, la incomodidad o incluso la lástima por un personaje envuelto en una cierta corriente de patetismo. Guillaume Galliene hace un buen uso del guion sin sobrecargar demasiado lo cómico, pero sin obviar lo dramático, ayudándose para ello de un montaje que cohesiona el relato monologado con la representación en la pantalla del pasado que éste cuenta. 

Entre tanto, mientras vemos los vaivenes de Guillaume en su intento por descubrir su sexualidad y la situación que ocupa para su familia, la película se entretiene con el humor. Se suceden a lo largo de la cinta gags que van desde lo absurdo y embarazoso (el momento Diane Kruger) hasta el humor fácil fruto de los clichés (la representación de países como España –jacarandosa y flamenca, claro– o Inglaterra), pasando por la crítica ácida al sistema institucional, con un momento brillante –la cruz amarilla es quizás la secuencia más lúcida del film– en el que Galliene satiriza lo ultrarreligioso con evidente sorna.

El cineasta francés narra una historia autobiográfica en la que es casi omnipresente: dirige, escribe y protagoniza. Para ello se vale de un texto cargado de símbolos con los que grita el mensaje que quiere transmitir sin apenas decir nada (la metáfora del domador de caballos es un gran ejemplo). Lo mejor para él es que sale entero de su primer largo, con un final que supone una revelación súbita para el protagonista, la madre e incluso el público. 

Guillaume y los chicos, ¡a la mesa!, ópera prima del director, supone una introspección hacia la mente del creador, su recorrido vital y su memoria del pasado, en clave de humor, que está arrasando en su país de origen y que opta a los mismos premios César que obras de la talla de La vida de Adèle. Y eso, pese a sus evidentes diferencias, no es casualidad.

10 febrero 2014

La noche de los perdedores

David Trueba se desquitó por fin de su carrera como “perdedor” en los Goya. En una noche llena de sorpresas, Vivir es fácil con los ojos cerrados se alzó con 6 premios (mejor película, director, guion original, mejor actor, actriz revelación y música) con el que no es, ni mucho menos, el mejor trabajo del cineasta ni era la mejor película de las nominadas. Los premios a veces tienen estas cosas.


Todas las quinielas apuntaban a San Sebastián, donde Caníbal y La herida habían sido premiadas, como indicador de lo que iba a ser la noche. Sin embargo, las dos grandes películas españolas del año fueron arrasadas, literalmente, por Vivir es fácil con los ojos cerrados, una cinta mucho más emotiva y muy bonita, pero demasiado convencional y muy alejada de las propuestas innovadoras y arriesgadas de Fernando Franco, que sí ganó la dirección novel, y Manuel Martín Cuenca, que se fue de vacío de la gala.

La ceremonia coronó además, después de muchas nominaciones sin premio, a Javier Cámara, uno de los grandes actores de nuestro país, que subió al escenario visiblemente emocionado tras ser anunciado como mejor actor protagonista por su interpretación en la cinta de Trueba. Sorpresa también en esta categoría en la que Antonio de la Torre tenía todas las credenciales para alzarse con el premio por su fantástica interpretación en Caníbal.


En la categorías en las que no hubo sorpresas es en las femeninas: Marian Álvarez le dio su segundo Goya a La herida, más que merecido; Terele Pávez consiguió (por fin) el único de los premios no técnicos que se llevó Las brujas de Zugarramurdi; y una emocionadísima Natalia de Molina se llevó el de mejor actriz revelación, por delante de Olimpia Melinte, la actriz con la que se esperaba que mantuviese el duelo por este galardón.

Completaron los premios de interpretación un Roberto Álamo, que con su premio a mejor actor de reparto le dio a La gran familia española uno de sus dos estatuillas, y Javier Pereira, por Stockholm, una de las revelaciones del año, que se fue de la noche sólo con este premio (también estaban nominados Aura Garrido como mejor actriz y Sorogoyen como director novel).

Ocho premios se llevó Las brujas de Zugarramurdi, de Alex de la Iglesia, convirtiéndose en la película más premiada del año, pese a no estar nominada ni como mejor película ni su director entre los elegidos. La película fantástica arrasó en el apartado técnico, dejándose sólo en el camino el premio a la mejor fotografía, que se lo llevó Pau Esteve Birba por su más que destacable trabajo en Caníbal.

Por último, respecto a los premios extranjeros, la película iberoamericana premiada fue la venezolana Azul y no tan rosa, que apeó en el camino a las dos grandes favoritas, Gloria y La jaula de oro, para darle Venezuela su primer Goya. En la categoría de película europea, la que más calidad tenía entre sus candidatas, ganó la película de Michael Haneke Amor, por delante de tres grandes títulos como La gran belleza, La vida de Adèle y La caza

Con respecto a la puesta en escena, la gala fue muy aburrida por lo general, salvo momentos puntuales como el episodio chanante. No obstante, esto ya no sorprende, viene pasando como norma general en los últimos años. Manel Fuentes se perdió entre chistes sobre el ministro repetidos desde el minuto uno, reinterpretaciones de las películas candidatas sin un ápice de gracia y demás chascarrillos. Cierto es que la gala de unos premios son para dar premios y no para divertirnos, pero se agradece un poco más de frescura y humor que hagan más llevadero el espacio entre galardones.

No dio más de sí la noche que coronó a un guionista metido a director, a buen director. David Trueba demostró que saber perder puede llevar a ganar cuando menos lo esperes. Los Goya pusieron fin a uno de los cursos más prometedores para el cine español, un año lleno de buenas películas, de directores con valentía y mucho talento, un año que no debería quedarse como excepción. El año, y sobre todo la noche, de David Trueba y Javier Cámara. Por fin.