11 julio 2014

'La batalla del año', el b-boying más previsible

Crítica publicada en NoSóloGeeks


En 1977 fue fundada en el Bronx la RockSteady Crew por los b-boys Jimmy D y JoJo. En Manhattan fue Richard Colón, más conocido como Crazy Legs, el encargado de extender el grupo, que durante años trasladó el breakdance a todas las esquinas neoyorquinas. Los ritmos de Dj Kool Herc engarzaban perfectamente con ese baile, que se dividía en cuatro tipos de movimientos: toprocks, downrocks, freezes y powers. La década de los ochenta fue la que supuso el auge del b-boying, uno de los cuatro elementos que configuran la denominada cultura hip-hop (junto a rap, djying y graffiti).

En La batalla del año, última película de Benson Lee, el b-boying es el gran protagonista. La cinta nos sitúa en la actualidad, en la empresa de un magnate del hip-hop preocupado por la caída de ese tipo de baile en las últimas décadas. Estados Unidos ha cedido el testigo a países como Francia, Alemania o Corea. Evidentemente, el orgullo patrio norteamericano tiene que quedar intacto.

Para ello, el magnate, interpretado por Laz Alonso, acude a un viejo amigo que atraviesa una situación complicada. El antiguo entrenador de baloncesto, llevado a la pantalla por el actor de Lost Josh Holloway, pasa una situación complicada entre botellas de alcohol. Primer cliché: antiguo entrenador alcoholizado a causa de la pérdida de su familia. No será el último.


El entrenador, todo un experto en crear grupos, llega a la empresa con la misión de crear un Dream Team que represente a la nación en la gran competición de breakdance: la BOTY de Montpellier (batalla real organizada cada año en Francia). El acontecimiento centra toda la trama de la película. Como era de esperar, lo que se encuentra es un grupo de grandes b-boys que quieren ser los mejores, pero cuyo comportamiento y actitud deja mucho que desear. “Es como Fama, pero con pandilleros”, dice el ayudante del entrenador (Josh Peck). Segundo cliché: el entrenador tendrá que conseguir que formen grupo y sientan pertenencia a un equipo y además encontrar una redención para él mismo.

A partir de entonces la cinta se convierte en una sucesión de topicazos de todas las historias de deportes de las últimas décadas (charlas, broncas, rencillas del pasado entre compañeros, un miembro tiene problemas familiares…). El film de Lee está excesivamente telegrafiado y nunca llega a contrastar el aburrimiento a pesar de la frenética actividad que le añaden las escenas de baile. Por si fuera poco, el metraje se convierte en el perfecto catálogo (poco disimulado, por cierto) de marcas comerciales como Puma, MTV o la propia Sony (que produce y distribuye la película).

Sin embargo, hay que agradecerle al director situarse en un entorno que conoce. No en vano Benson Lee dirigió y produjo el documental Planet B-Boy (con mención en esta), uno de los más reconocidos sobre este fenómeno. En La batalla del año ofrece un retrato fiable (aparcando a un lado interpretaciones y aspectos técnicos del film) del b-boying y este tipo de eventos como la Battle Of The Year (BOTY). Las batallas, las coreografías, las mecánicas de puntaje, así como los duelos entre países y la elección de las nacionalidades rivales, son creíbles y acertados. En este sentido, la narración adquiere, por momentos, cierto tono documental. Donde falla la obra es en el resto: guión telegrafiado, dirección titubeante, interpretaciones anodinas (siendo Chris Brown, nominado a los Razzie, el que se lleva la palma en este sentido). Al menos, pese a la previsibilidad con la que todo se sucede, el final guarda un cierto atisbo de cambio, aunque pronto vuelve a disiparse. Igual que lo hará la película en la memoria del espectador.

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