21 mayo 2014

'Viva la libertà', el juego del otro

Crítica publicada en Esencia Cine

“El temor es la música de la democracia”, dice uno de los personajes interpretados por Toni Servillo en Viva la libertà. La frase es sólo una muestra de la amplia colección de citas que ostenta la película de Roberto Andò, que se adentra en los entresijos de la política con una vivacidad digna de elogio. 

Cuando el líder de la oposición italiana, Enrico Oliveri, pierde apoyos decide marcharse a un retiro de unos días para coger resuello y abandona la carrera por la presidencia. El político se refugia en París gracias a la hospitalidad de una buena amiga del pasado. Es entonces, con el partido en crisis, cuando su ayudante decide salir del paso sustituyéndolo por su hermano gemelo, un profesor de filosofía que acaba de salir de un centro psiquiátrico.

La propuesta de la película es sencilla. Su temática central, la sustitución, ha dado mucho de sí a lo largo de la historia del cine. En cambio, Andò otorga a su cinta un par de pliegues más cercanos a lo humanista y lo filosófico. Gracias a un Toni Servillo en total estado de gracia, interpreta dos papeles radicalmente distintos pese a su idéntico envoltorio, el director italiano se inmiscuye en los espacios políticos con un juego de doble cara que se extiende hasta el final del film, un plano maravilloso y ambiguo con el que nos adormece en los brazos de la duda y la sugerencia.


La sátira política es total, pero a la vez es seria, sin chistes fáciles, sin bromas más cercanas a lo estúpido (mucho más en esta línea se encontraría la propuesta de Tavernier en la reciente Quai d’Orsay). La brillantez de la propuesta radica en que está contada desde el aspecto más serio y en que, pese a resultar muy divertida, no tiene en la comedia ni su techo, ni la mayor de sus pretensiones. Los engranajes políticos, así como las tretas de los medios y gabinetes de comunicación o, incluso, muy tangencialmente, el mundo del cine, quedan retratados a lo largo de la película.

La filosofía ocupa el espacio central de la obra de Roberto Andò, sobre todo desde el momento en el que Giovanni, gemelo del político, comienza a voltear las encuestas con sus acciones, discursos y naturalidad. La pregunta sobre si somos tan manipulables planea desde entonces sobre la idea central del film, que se desenvuelve a las mil maravillas en ese juego del otro que plantea el cineasta y que tan bien desarrolla Servillo. La impostura y el secreto empapan cada doblez, tanto en la historia del político huido, mustio y malogrado como en la del profesor que lo sustituye, engrandecido y natural. Evidentemente, las dos historias confluyen en un punto del pasado, que el guión ensambla a la perfección cuando nos acercamos al final.

Viva la libertà es una sátira política muy sobria. Andò firma una película muy divertida, pero con excelentes toques dramáticos, que eleva la maestría interpretativa de un Toni Servillo en la piel de dos hermanos completamente diferentes. La cinta del director italiano supone un juego de imposturas que atrapa al espectador en su red desde los primeros instantes. Andò plasma con total destreza los reversos de la política, tanto el más perverso como el más amable, representados tanto en la humanidad y el sentimiento de derrota, de un político tristón, como en la historia opuesta que vive su hermano. Sin duda, una cinta muy recomendable, sobre todo ahora que ha comenzado la campaña y las elecciones se intuyen inevitables en el horizonte. Otra vez…

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