Crítica publicada en NoSóloGeeks
“Te diré qué quiero que hagas por mí: sé buena y no dejes de quererme. Si haces las dos cosas, no necesito nada más”, escribía Clyde a Bonnie desde su celda en la prisión de Texas en abril de 1930. El personaje de Casey Affleck en En un lugar sin ley, Bob Muldoon, parece tener el mismo único deseo cuando, tras ser detenidos después de un tiroteo en las montañas en el que Ruth Gutrie, su pareja, hiere a un agente, se incrimina para salvarla de la prisión.
David Lowery se sumerge en el árido paisaje tejano para reedificar la historia de Bonnie & Clyde en torno a dos personajes, Bob y Ruth, interpretados por Casey Affleck y Rooney Mara. Ese territorio baldío, un pozo de esterilidad, se convierte en una alegoría de la fatalidad que abraza a esta pareja y su niña, Silvie, nacida poco después de la entrada de Bob en prisión.
Con una vasta delicadeza, el cineasta se sirve de un fabuloso montaje que acopla con fluidez cada pieza de un guión sólido y bien construido, a través de cartas, conversaciones y confesiones furtivas, para contar una historia de huidas. Los personajes emprenden su escapada, cada uno a su manera; uno hacia delante (Ruth, que se debate entre su pasado y la responsabilidad para con su hija), el otro hacia el pasado (el viaje literal de Bob hasta Ruth, lleno de obstáculos).
La belleza de las imágenes inunda la pantalla; los planos en los que Rooney Mara aparece con su hija, las metáforas del amor entre los dos fugitivos o el momento del arresto en el que sus dos cuerpos se unen como si nada pudiese separarlos, son sólo algunos ejemplos de la poética visual que envuelve a los protagonistas de esta película. El trabajo fotográfico, exquisita dirección de Bradford Young, hace el resto, consiguiendo que la iluminación y los encuadres rememoren a la textura propia del western, pero llevando el resultado a su campo y poniéndolo siempre al servicio de la historia.
Ain’t them bodies saints –título original de este film– muestra una historia de amor por encima de todo; de amor imposible, si se prefiere. Lowery sitúa el foco en una historia de renuncias, de búsquedas y de arrepentimientos, con un final tan simbólico como sensato. El cineasta persigue con su cámara los movimientos de un gran Casey Affleck, oculto y fugitivo, siempre con la imagen de Ruth al final del camino (o en esa fotografía de la que nunca se desprende), y de una Rooney Mara que vuelve a brillar (por enésima vez) en un papel repleto de pliegues, silencios y dolor.
El film de David Lowery suena como un verso de Woody Guthrie pasado por el filtro de cineastas como Terrence Malick, Arthur Penn o incluso los Coen o Clint Eastwood. Una cinta jugosa en influencias que hace engranar perfectamente todos sus elementos: un guión fantástico, un montaje a su altura, unos soberbios tratamientos de música e imagen, una fotografía fabulosa y el trabajo de dos actores que elevan la película a una cima más alta. En definitiva, En un lugar sin ley es una pieza soberbia de cine independiente. Un update de la historia de Bonnie & Clyde rodada con elegancia, estilo y una inconfundible voz propia. Como cantó el propio Guthrie, quién sabe si a estos personajes: “this land was made for you and me…”.
0 comentarios :
Publicar un comentario