02 octubre 2015

'Regresión', el yugo de la sugestión

Crítica publicada en NoSóloGeeks


En los años 90 los Estados Unidos vivieron un aumento considerable de las pequeñas sectas y las denuncias por su actividad. La historia de la nueva película de Alejandro Amenábar, director que comenzó su exitosa andadura en aquella década, indaga en la mente del hombre con uno de estos cultos como punto de partida. El detective Bruce Kenner (Ethan Hawke) llega a un pueblo de Minnesota para investigar el caso de Angela (Emma Watson). Su padre, John Gray (David Dencik), aun sin recordar nada de lo que ella dice, acaba de admitir su culpa ante las acusaciones de su hija. A partir de esa magnífica secuencia de apertura, el psicólogo Raines (David Thewlis) se incorpora a la investigación para, mediante sus técnicas de regresión hipnótica, todavía en auge en aquella época, intentar resolver el caso.

Amenábar regresa a la vía del thriller, con el que deleitó tiempo atrás, a través de la dualidad perfectamente marcada entre fe y razón en forma de sugestión contra verdad. Y, como en toda su filmografía, el cineasta logra reafirmar su discurso a través del desarrollo de las imágenes y el subtexto. De la mano de una atmósfera lúgubre y oscura, amén del trabajo fotográfico de Daniel Aranyó, Regresión rememora vagamente el tono de perfil negro que lucían los thrillers de terror de las décadas de los 70 y los 80. El cineasta juega, apoyándose en sus pequeñas trampas, con un guión en el que los giros van y vienen, algunos de forma más previsible que otros, para poco a poco acorralar la conclusión y esa reafirmación que suele llevar a cabo el autor.


La sugestión es la vértebra principal en la que se sustenta el film. Regresión se puede leer como un inteligente enfoque hacia la mente humana y el poder de sortilegio que goza el miedo sobre la misma. Continuamente se nos muestra la realidad tintada de un aspecto onírico; igualmente, los sueños y las imaginaciones, así como la hipnosis, terminan por incidir en la percepción de los acontecimientos reales. Así, el espectador puede identificarse con el investigador Kenner, el outsider que, de repente, llega al meollo de la cuestión. En este sentido, la puesta en escena de esas ensoñaciones, o directamente sueños, consigue perturbar el convencional dispositivo fílmico del director, que se reserva un pequeño destello de su inteligencia narrativa al utilizar un plano subjetivo idéntico en varios de sus personajes para alertar de la igualdad de todas las personas ante ese poder de sugestión sobre la verdad.

De esta forma, los dos primeros tercios, bastante sugerentes, se dejan llevar hasta un final mucho más atropellado en el que la sorpresa provocada por el giro es inexistente, pero que, sin embargo, la sólida trenza con la que el guión lo anuda consigue paliar los efectos negativos de ese apresuramiento. Regresión es, por lo tanto, una película en la que se intuyen algunos de los sellos que elevaron a la cumbre del género a Alejandro Amenábar (menos de los que se pudiesen esperar, eso sí), aunque todavía quede lejos de ese regreso a los orígenes que podía anunciar el título de este último trabajo.

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