Crítica publicada en Esencia Cine
Tras un guion prototípico y de fácil engranaje, en el que todos los giros parecen estar deletreados desde el minuto 1 de la película, poco queda por descubrir. Sin embargo, El marido de mi hermana (Tom Vaughan, Estados Unidos, 2014), cuyo título original era algo tan distinto a la traducción como How to Make Love Like an Englishman, esconde una serie de mensajes al principio del film que hacen cuestionarse qué quiere decirnos exactamente y si ese tipo de mensaje no está siendo cuestionable por sí mismo. Son tres o cuatro tics que revelan, aunque uno no sabe muy bien si con la intención o no de polemizar sobre ellos, un cierto tono machista y anticuado. Por ejemplo: una mujer se queja de forma algo vehemente de que ya no hay “caballerosidad” porque nadie le abre la puerta y la deja pasar por delante (?). Unas escenas más adelante, un personaje secundario lanza a voz en cuello un discurso sobre las mujeres como “carne para follar”; aunque en este caso sí parece más destinado a polemizar y evidenciar una serie de comportamientos residuales, o no sabe uno si tanto, de la sociedad más acartonada. Pero, sin duda, la mayor contrariedad llega cuando, en los primeros compases, Jessica Alba anuncia por sorpresa a Pierce Brosnan que está embarazada y, automáticamente, ante la sorpresa del mismo por el conocimiento de la noticia, le asegura que “la puede dejar, que comprendería si ya no quisiese seguir con ella” (!). Lo cierto es que, en la butaca, uno no sabe cómo encajar estos mensajes en una comedia romántica por lo demás normal y muy clásica.
Más allá de estas reflexiones que puede abrir la película, El marido de mi hermana recupera el tono habitual de estas producciones y ofrece una historia de enredo ligera, en la que todo son historias entrecruzadas, secretos y polvorín autoconsciente. Poco o nada más. Si acaso un par de interesantes juegos con el fuera de campo que destacan aún más como oasis en medio de una realización plana y sin ningún tipo de firma reconocible. Cualquier espectador que haya visto tres películas del género sabrá perfectamente qué y cuándo van a ocurrir los giros, cómo van a reaccionar los personajes ante los mismos y qué acontecerá tras la asimilación de la nueva situación. Ni siquiera un amago de final triste logra hacer tambalearse la sensación de que todo lo que está en este film ya está contado con anterioridad infinitas veces. Tampoco una Salma Hayek o un Pierce Brosnan venidos a menos en los últimos años logran alzar una propuesta tan típica y amable como ligera y prescindible.
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