03 octubre 2014

'Torrente 5: Operación Eurovegas', la caspa contra la casta

Crítica publicada en Esencia Cine


Tras cinco entregas se podría hablar de que el humor de Torrente está muy trillado. Y no se mentiría; lo está. También se podría escribir sobre el éxito que siguen cosechando las películas de Santiago Segura en cuanto a taquilla y público se refiere. No es menos verdad que lo anterior; de hecho, es una enorme certeza. Por lo tanto, es normal que pese a lo desgastada que está la propuesta, el director se haya lanzado otra vez a las salas con su Torrente 5: Operación Eurovegas.

La nueva cinta de Segura no ofrece nada distinto a lo que promete. Desde el clásico circuito de cameos (Andreu Buenafuente, Silvia Abril, Imanol Arias, Carlos Latre, Torbe y muchos, muchísimos más) hasta la ración de humor escatológico, chistes fáciles, bromas sobre sexo (la frase “Sin arcada no hay mamada” podría representar el nivel del film) y todas las tonterías que han caracterizado a la saga desde su primera entrega. Todo ello se reencuentra en la ¿nueva? obra de Segura.


Cierto es que, pese a la superficialidad y estupidez que rodea siempre las andanzas del ahora ex policía y ex convicto, hay que otorgar a Torrente 5 un triunfo en esa sociedad del futuro más próximo que retrata. En 2018 España está asolada, en ruinas, devastada por la corrupción política, el presidente del Gobierno Mariano Rajoy y el líder de la oposición Pablo Iglesias acaban de pactar una reducción salarial, el IVA se sitúa ya a casi el cincuenta por ciento, España ha vuelto a la peseta tras ser expulsada de la Unión Europea y, por si fuera poco, Cataluña es un estado independiente. La sátira social y el panorama que dibuja Santiago Segura tienen asiento en nuestra situación actual. El cineasta juguetea con las posibles ruinas de la España actual (imagen que metaforiza con gran acierto en el Vicente Calderón-La Peineta derruido y abandonado; si hasta la burbuja del fútbol se ha hundido, ¿qué va a quedar?).

Pues queda Eurovegas, la gigante construcción que, tras desentenderse el magnate Adelson, continuó la Comunidad de Madrid. Y aquí es donde la parábola y la metáfora de la sociedad actual empiezan a difuminarse. No por el concepto de Eurovegas, que también tiene su punto de comicidad y noble denuncia, sino porque a través del atraco que planean Torrente y sus secuaces, empiezan a inundar la pantalla los personajillos de turno, los chistes grotescos y el humor escatológico más burdo, para tratar de robar el dinero del casino. La caspa contra la casta. Y a partir de entonces uno ya sólo quiere salir de la sala. Gustará y hará gracia, porque es evidente que así es, pero la repetición constante de los mismos sketches agota mucho. 

La reunión de colegas y amiguetes vuelve a arrojar un resultado en la línea de las anteriores propuestas; algo superior a la tercera y la cuarta película, más próximo a las dos primeras. En Santiago Segura se intuye a una persona “amiga”, cercana, que quiere a los suyos. Y eso se deja ver en el momento más bonito de la película, elogiable y muy muy sutil –y aquí hay que ponerse serio. Se trata del homenaje que el cineasta y actor le brinda a su compañero Tony Leblanc en uno de los sueños del protagonista. El momento se convierte en seguida en lo mejor, de largo, de toda la película (y me atrevería a decir que incluso de toda la saga).

Por lo demás, lo dicho: nada nuevo. La incursión de Torrente en Eurovegas gustará a los que ya sepan de antemano que la van a disfrutar. Los que no, que ni se acerquen, ya saben lo que van a encontrarse.

0 comentarios :

Publicar un comentario