Crítica publicada en NoSóloGeeks
Dicen que en el momento en el que el ser humano se ve completamente perdido y desvalido es capaz de hacer cosas que nunca antes habría pensado. Cosas impensables que uno hace cuando sabe que ya no tiene nada que perder. Es lo que conocemos como actos desesperados. Y es sobre estas acciones sobre las que pivota Relatos salvajes, la última película de Damián Szifrón, que representará a Argentina en la carrera por el Oscar a la mejor película de habla no inglesa, con serias opciones de colarse entre las nominadas.
El cineasta divide su película en episodios independientes, que se hilan a través de un denominador común: esa desesperación en los individuos producida por una sociedad en la que priman el engaño, la injusticia, la corrupción y el mal humor. En definitiva, la sociedad, cada vez más reconocible, circunscrita a la gran crisis económica (pero también de valores) que atraviesa el mundo en nuestros días.
Desde las instituciones gubernamentales y las autoridades hasta las clases sociales o el propio desengaño íntimo de una pareja, el director argentino juega con los clichés a conciencia. Sin embargo, la idea de los estereotipos o de las situaciones estandarizadas no hace sino engrandecer el film, ya que Szifrón consigue darles una vuelta de tuerca para que actúen en beneficio de su idea.
El humor y el drama se dan cita en Relatos salvajes, y no sólo eso, sino que se funden llegando a aparecer a veces como un mismo elemento. Quizás el capítulo de la boda sea el que mejor recoja ese espíritu, tanto por la comedia que reside en él como por el absoluto drama personal y emocional que narra. No es extraño que el espectador ría y al segundo esté preguntándose de qué se está cachondeando. La película de Szifrón tiene en esa dualidad su mayor virtud: primero hace gracia, pero después tiende a incomodar; como si quisiese llamar la atención del espectador sobre lo que está viendo y adquiriendo de la obra.
La venganza, la violencia, la infidelidad, el terrorismo o la alienación, entre otros temas, son los pilares narrativos sobre los que se erige el film. Relatos salvajes es un manifiesto contra la locura, ejercido desde la propia locura que nos propone; un film con un punto malvado, con mucha mala baba y con una dosis de culpabilidad lista para inocular al espectador. No hay reservas, Damián Szifrón ha hecho honor al nombre de su cinta; Relatos salvajes es exactamente eso, un conjunto de historias muy bestias, de actos desesperados, pero que a su vez guardan una cierta delicadeza, mucho más por lo que esconden que por lo que muestran.
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