Crítica publicada en NoSóloGeeks
“Love is our resistance, they'll keep us apart and they won't stop breaking us down” (“El amor es nuestra resistencia, nos mantienen separados y no pararán de intentar derrotarnos”) cantaba el grupo británico Muse en una de sus últimas grandes canciones. A menudo el amor es lo que nos hace resistir, en todos los ámbitos de la vida, y seguir hacia adelante. De la misma forma, una promesa es la llama que mantiene viva a Daisy en Mi vida ahora. La promesa de reencontrarse con Eddie, con el que había comenzado una relación justo antes del estallido de la Tercera Guerra Mundial.
El conflicto pilla por sorpresa a Daisy, norteamericana, en la casa de campo de sus primos en Reino Unido. Es entonces cuando una bomba nuclear estalla en Londres, llegando a afectar al pueblo en el que se encuentran (imágenes de bella factura aquellas en las que se ve cómo los restos y cenizas “llueven” sobre los jóvenes y sobre sus objetos sin vida), que tiene que ser evacuado. A partir de entonces, las chicas irán por un lado, los chicos por otro, y ambos mantendrán la promesa de reencontrarse pese a las circunstancias adversas.
Kevin MacDonald (El último rey de Escocia, One day in September) se sitúa tras la perspectiva de la protagonista, evitando la necesidad de mostrar el horror devastador de una guerra, que sólo se intuye a través de los ojos de Daisy y de lo que ve en su viaje. El personaje interpretado por Saoirse Ronan, tan magnética como acostumbra en un buen trabajo de la actriz, es el mayor atractivo del film. Su rebeldía –justificada a lo largo de la película– así como su aprendizaje se tornan como el tema central de la cinta.
Pese a que el guión se excede en determinados momentos y suelta señuelos demasiado obvios para que la historia avance (el halcón aparece justo en el momento más indicado, la protagonista que recibe vía sueños algunas pistas para continuar, etc.), el conjunto de la obra funciona como una historia de amor adolescente gracias, precisamente, a que ese es el punto de vista que ofrece. El tratamiento del tema bélico puede resultar banal en determinadas ocasiones, pero es que para el personaje puede llegar a serlo. El monólogo con el que concluye la cinta da muestra de ello.
Mi vida ahora es un cruce entre un Cormac McCarthy muy edulcorado y obras como Los juegos del hambre, que reconocen en el público juvenil su gran bastión. Sin embargo, no es el único sector que disfrutará de la película. Apoyada en una gran fotografía –fantástico trabajo de Franz Lustig, tanto en la composición como en la iluminación– y en la interpretación con garra de Saoirse Ronan, la película de Kevin MacDonald hurga levemente en la llaga de un conflicto que, quién sabe, cualquier día podría llegar a suceder.
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