Crítica publicada en Revista Contrapunto, nº 11, página 19.
El gran hotel Budapest requiere la aceptación total del pacto narrativo. Si no estás dispuesto a consentir lo que te van a contar, tal vez sea recomendable que no traspases el portón. Pero si decides aceptarlo, puede que pases uno de los ratos más divertidos en el cine de los últimos años.
Wes Anderson nos cuenta, con su reconocible estilo, una extravagante historia de enredos y aventuras. Nos situamos en la república de Zubrowka en los años sesenta, más concretamente en el Grand Budapest Hotel, en el que Moustafa Zero se dispone a relatar su pasado a un escritor. Este encuentro sucede a su vez en las páginas de una novela, lo que justifica las exageraciones en la historia. Dicho mecanismo narrativo recuerda al escritor Stefan Zweig, en el que Anderson se basó para escribir esta historia, y al que guarda un homenaje en ella. Nos encontramos, de este modo, ante una historia contada dentro de otra que está siendo leída. Y a pesar de la aparente complejidad, los engranajes funcionan a la perfección.
El director vuelve a concentrar la acción en un lugar central desde el que se ramifica la historia. Ya lo hizo en The Royal Tenenbaums (la casa familiar), en Life Aquatic (el barco) o en su última película Moonrise kingdom (la isla). The Grand Budapest Hotel vuelve a demostrar la enorme importancia que juegan los espacios en la filmografía del director. Todo parte y apunta hacia el hotel, una estructura rosácea que, gracias a un impresionante trabajo de atrezzo, recuerda a una de esas maquetas con las que todos hemos querido jugar o a una estructura de caramelo a la que cualquiera desearía hincarle el diente.
Los protagonistas son Gustave H., reputado conserje del hotel, y Zero, un aprendiz que llega en los años treinta. El duelo interpretativo entre Ralph Fiennes y Tony Revolori se mantiene durante todo el metraje, en el que el joven le aguanta el pulso al veterano. El resto del reparto eleva la película a la categoría de obra coral. Todos completan grandes actuaciones, todos están pasadísimos de vueltas, todos conforman un conjunto memorable por unas interpretaciones brillantes y por un notable trabajo de caracterización. Resultan destacables la cadavérica fachada de una Tilda Swinton casi irreconocible, un Willem Dafoe tosco y cómico, y un Adrien Brody, que, con su semblante, recuerda a aquellos lúgubres y arquetípicos villanos de las historias de la Rusia zarista.
El sello de Wes Anderson está impreso en cada esquina. Desde el tratamiento colorista de la imagen hasta las composiciones fotográficas, El gran hotel Budapest recoge todos los rasgos del cineasta y los traslada a la pantalla con una nueva vuelta de tuerca. La estructuración del guión en capítulos también se vuelve a repetir. El asiduo del director detectará que estamos ante uno de sus trabajos con sólo observarlo un instante.
Por otra parte, el habitual toque cómico y descarado del director reside en cada uno de los giros. Ese humor de situación tan propio vuelve con una renovada energía. Los gags, a veces absurdos y otras algo más confeccionados, aceleran y refrescan el avance de la historia. El director caricaturiza con sutileza todo lo que encuentra a su paso: desde los imperios y los autoritarismos (con una metáfora de la Europa de entreguerras), hasta la unidad familiar, la codicia, y todo lo que rodea a los personajes en su viaje.
El gran hotel Budapest es una historia completamente chiflada, excéntrica en ocasiones, con muchísimo humor y una banda sonora remarcable (gran trabajo, otra vez, de Alexander Desplat), con la que Wes Anderson (re)consolida y acentúa, más si cabe, los rasgos de su filmografía. El director repite las fórmulas que vertebran su cine para virar un grado más. The Grand Budapest Hotel supone una representación nostálgica y lúcida de su particular mundo narrativo vestida de una sutilidad inteligentísima a la hora de tocar (y desarmar) determinados temas. Una de las mejores películas de un director cuya filmografía se agiganta con cada nuevo trabajo.
Ficha técnica
Título original: The
Grand Budapest Hotel. Dirección: Wes Anderson. Guión: Wes Anderson. Fotografía: Robert D. Yeoman. Música: Alexandre Desplat. Interpretación: Ralph Fiennes, Tony
Revolori, Saoirse Ronan, Edward Norton, Adrien Brody, Bill Murray, F. Murray
Abraham, Willem Dafoe, Jeff Goldblum, Jude Law, Tilda Swinton, Mathieu Amalric,
Harvey Keitel, Tom Wilkinson, Jason Schwartzman, Owen Wilson, Lea Seydoux. País: Estados Unidos. Estreno: 21 de marzo de 2014. Distribución: Fox. Duración: 99 minutos. Género: Comedia.
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