24 abril 2015

'Sexo fácil, películas tristes', la reproducción de los códigos

Crítica publicada en Esencia Cine

“El escritor es alguien que está a medio camino entre la vida y la obra.”

Esta frase, pronunciada por el protagonista en una conversación de la película, podría resumir perfectamente una de las patas que la sujetan. Alejo Flah despliega su idea a partir de la mente de un escritor al que le encargan una comedia romántica que se desarrolla en Madrid. Y para ello, el director argentino establece un espejo entre la propia historia del escritor metido a guionista (Ernesto Alterio) y la de los personajes a los que da vida a través de la escritura (Quim Gutiérrez y Marta Etura).

A partir de este planteamiento, resulta interesante ver cómo la mente del escritor permea la historia que escribe y como, a la vez, se lleva a cabo el proceso contrario. La forma de contarlo que elige Flah es una situación que cualquiera que haya tratado de escribir ficción reconocerá al instante: la inclusión de personas de la vida real en la creación de personajes ficticios (la alumna del profesor/escritor en Buenos Aires termina por ser un personaje en el guión situado en Madrid). Es algo inevitable en el proceso de escritura.


Sin embargo, más allá de esta interesante forma de ilustrar las permeaciones entre la realidad y la ficción, Sexo fácil, películas tristes es mucho más tosca. No es la única filtración de una en la otra (de hecho, la historia del escritor acaba teniendo lugares comunes con la de los personajes, ¿o es al revés?), pero sí la más sutil e imaginativa. Por otra parte, la trampa. Pese a que en un principio la historia parece destinada a romper los tópicos de la comedia romántica y pervertir sus códigos estructurales (algo que parece anunciar incluso en el tono jocoso con el que el escritor detalla los pasos (como algo mecánico y facilón para realizar un guión de este género), el film termina por reproducirlos, sin salirse mucho hacia los márgenes, y perpetuando esa mecánica que había anunciado como algo nada complejo y muy resultón.

Sexo fácil, películas tristes es otra de tantas películas en las que presentación, nudo y desenlace discurren hacia un lugar común e irremisible del género. Un film con un grado de cursilería elevado por momentos, con ciertos toques de humor sencillo y ligero y con un guión (valga la redundancia y el espejo realidad-ficción que ella misma establece) demasiado evidente y delineado. Quizás el título también hubiese encajado cambiando el orden de los adjetivos.

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