25 abril 2015

'Cómo sobrevivir a una despedida', if you wannabe...

Crítica publicada en NoSóloGeeks


Hace ahora dos décadas, las niñas bailaban en los colegios el éxito del momento, el Wannabe de las Spice Girls. Esas mismas ahora han cumplido el cuarto de siglo y la treintena y empiezan a casarse. Esas crías (y críos, que, claro, también había) son de la misma generación a la que pertenecen las protagonistas de Cómo sobrevivir a una despedida, el primer largometraje de Manuela Moreno, que no en vano presenta a su grupo de personajes con una grabación casera en la que bailan el hit de los noventa.

A partir de entonces, la película depara un compendio de lugares comunes, clichés y chistes fáciles sobre las despedidas de soltero, al estilo de los más famosos resacones, protagonizado por cuatro mujeres y el amigo gay (venga otro cliché). No en vano, Cómo sobrevivir a una despedida termina por citar, indirecta (la escena en la que se despiertan y descubren un caos en la habitación de hotel) y directamente (allá por la mitad del metraje) a la película de Todd Philips (Resacón en Las Vegas, The Hangover, 2009).


El guión de Susana López Rubio, Manuela Moreno, Núria Valls aboga por la sucesión de chistes y bromas, generalmente a propósito de los hombres, sus atributos y las relaciones que mantienen con ellos. Pero la gracia o no llega nunca o tarda en hacerlo a esa Gran Canaria en la que tiene lugar la macro fiesta. Ya sabemos que en los aeropuertos son normales los extravíos. Nada hay de transgresor en Cómo sobrevivir a una despedida, en la que no sirve sólo con situar a un grupo de mujeres como protagonistas de una película que por lo general suele estar focalizada en hombres. En este caso, estamos ante la misma película de siempre, protagonizada por un grupo de mujeres, sí, pero que a la hora de la verdad apenas hablan de otra cosa que no sean sus relaciones con los hombres. La ópera prima de Manuela Moreno no superaría el famoso test de Bechdel (aquella regla para evaluar la brecha de género en cualquier obra artística). 

Entre chiste y chiste, locura y locura, gracia y gracia, llega el previsible final (con aparición “estelar” de Emma Bunton, la spice girl) y el desenlace “vivieron felices, comieron perdices y perpetuaron el relato al que estamos más que acostumbrados sin aportar apenas novedades destacables”. Y, no sin antes volver a escuchar el dichoso Wannabe; colorín colorado…

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