09 mayo 2015

'Hipócrates', el fracaso de la evidencia

Crítica publicada en Esencia Cine


Confiesa quien esto firma que aún no todavía no ha conseguido descifrar qué bien narrativo le ofrece a una película mostrar en primer plano según qué procesos médicos. Y digo médicos porque, en este caso, es una punción lumbar, que además se muestra con todo lujo de detalles en varias ocasiones. Sin embargo, en lo que a la crítica se refiere, ese exceso demostrativo podría articular la esencia de Hipócrates desde el primer al último de sus recodos. La película de Thomas Litti resulta demasiado evidente en todo: en el humor y en el drama, en la denuncia y en la complacencia, en el amor y en la lucha. El mejor ejemplo de ello, sin duda, es el de esos médicos que pasan las horas muertas viendo capítulos de House M. D. (David Shore, Fox, 2004-2012) en la sala de personal. 

Todo resulta demasiado obvio en Hipócrates. La música lo es. Los lapsos que el director filma casi como un relleno entre relatos lo son. La estructuración del guión a través de la trenza que engarza las dos líneas –los casos médicos con la vida y la relación entre los integrantes del MIR– lo es. Incluso el discurso sobre los recortes (muy rescatable, por cierto) en el que deriva una de las líneas principales de la trama lo es.


Thomas Litti deambula, y con ello sus personajes, entre los subgéneros de la comedia y el drama. El cineasta deja caer un acercamiento al delicado tema de la eutanasia y la muerte digna (últimamente lo ha hecho también la israelí Una fiesta de despedida [Tal Granit y Sharon Maymon, Israel, 2014], aunque ningún acercamiento reciente ha llegado al nivel de Miel [Valeria Golino, Italia, 2013]) a la vez que enhebra los chistes y bromas propias de la juventud de la mayoría de protagonistas de la cinta. No obstante, hay que destacar que Hipócrates se desnuda más hacia el drama a partir de su segunda mitad. El problema es que, entonces, ya ha perdido el tono.

El aspecto más interesante es, precisamente, ese discurso que subyace todo el metraje sobre la organización administrativa del hospital. Sin embargo, pese a ser muy necesario y muy loables las intenciones del cineasta, la irrupción abrupta de la denuncia es tan repentina como, nuevamente, obvia y axiomática en sus formas. Es evidente, el mayor problema de Hipócrates es su evidencia.

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