27 junio 2014

'El sueño de Ellis', la fractura en el sueño americano

Crítica publicada en Esencia Cine


Durante años, la isla de Ellis, situada en el río Hudson, confrontada con la isla de la Estatua de la Libertad, sirvió como puerta de los Estados Unidos a todos aquellos que llegaban por vía marítima. Allí se hacían las inspecciones, médicas y legales, y se concedía (o no) el paso a la nación norteamericana. Se puede decir que para muchos inmigrantes, Ellis era la puerta hacia el paraíso. Para muchos otros era la orilla en la que morir metafóricamente: tan cerca y a la vez tan lejos de los Estados Unidos. De ahí el título de la película que nos ocupa.

Ewa (Marion Cotillard) es una inmigrante polaca que, huyendo de las consecuencias de la Primera Guerra Mundial, recala en Nueva York junto a su hermana Magda. Sin embargo, tras su desembarco en Ellis, Magda es retenida por padecer tuberculosis y Ewa se queda sola en la gran ciudad. Un tipo de dudosa moral, Bruno Weiss (Joaquin Phoenix), la recoge y le ofrece un mundo de bienestar y una solución al problema de su hermana si ejerce la prostitución en su club.

James Gray vuelve tras cinco años en blanco, desde la magnífica Two lovers, con una obra que dibuja una época histórica sin dejar de lado las pasiones humanas que siempre han movido a sus personajes. En The inmigrant (su título original) vuelve a tener lugar el descenso a los infiernos de un personaje. Si en Little Odessa era el mafioso que vuelve al barrio, en La otra cara del crimen el ex convicto que salía de nuevo al mundo y en Two lovers el tipo que, tras el fracaso amoroso, duda entre dos mujeres; en El sueño de Ellis es una recién llegada a América que hace todo lo posible por sacar a su hermana de la celda en la que ha quedado retenida. Una extranjera, en todos los sentidos que se le pueden atribuir a la palabra.


El cineasta americano dota de cierto aire coppoliano a su película. La fotografía, oscura y decadente, y la capacidad para recrear los ambientes recuerdan al genio de Detroit. No obstante, Gray incorpora sus referencias en una voz propia cada vez más reconocible y perceptible. Sus metáforas son tan bellas como expresivas. Que en su primera aparición en las representaciones del club, Ewa sea caracterizada como Miss Liberty (la estatua de la libertad, representación simbólica de los triunfos de América) tal vez sea el ejemplo más claro de ese juego de metáforas con el que, sin decir nada aparentemente, lo dice absolutamente todo. El sueño americano, completamente roto para Ewa antes siquiera de empezar, es representado con lucidez en esa imagen. Como también lo es el abandono (o aparcamiento) de la fe de la protagonista en ese cortejo eclesiástico que se aleja por el pasillo ante la triste mirada de ella. O el espejo que el cineasta crea entre el primer y el último plano, ambos bellísimos, para abrir y cerrar una historia que es el reflejo de un momento histórico. Las imágenes de Gray son potentes, desprenden sutileza y están cargadas de significado. No hay ningún plano en la película que sobre o que se extralimite de su cometido.

La aparición del tercer personaje, el ilusionista Orlando (Jeremy Renner), no sirve para otra cosa que para mostrar los celos de Bruno, cuando Ewa se acerca a su promesa de libertad real para ella y su hermana. El síndrome de Estocolmo se adueña entonces de la historia por unos instantes, en los que la venganza, la inquina y la violencia juegan un importante papel. Se podrá decir que hay final feliz, que no pega, que se intuye una cierta redención en los personajes, y todo tipo de cosas. Pero la congoja es el regusto que me quedó al abandonar la sala.

El sueño de Ellis, quinta película de Gray, ofrece una bellísima parábola del mundo antiguo en contraposición (más o menos ligera) con el nuevo. El cineasta completa un retrato oscuro y sucio de los (no tan) felices años veinte en Nueva York, respaldado por las magistrales interpretaciones de un Joaquin Phoenix tremendamente magnético y una bellísimamente degradada y a su vez brillante Marion Cotillard. Sin duda, el cineasta de origen judío-ruso ha firmado una de las películas del año y se ha confirmado como uno de los grandes nombres del panorama actual.

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