Crónica publicada en Esencia Cine
16º Festival de Cine Alemán
El escritor británico Charles Dickens podría haber bocetado, incluso escrito, alguna de las películas de la jornada de clausura del 16º Festival de Cine Alemán. En las producciones que se han podido ver en el quinto día han jugado un papel importante los niños, por un lado, y las historias de amor, amistad y lealtades por otro.
La tarde comenzó con la proyección de Los hermanos negros, un film de Xavier Koller que, pese a su apariencia infantil, quizás juvenil, guarda ciertas correspondencias con la narrativa del escritor de Oliver Twist, sobre todo en el tratamiento de la infancia y el trabajo de los niños.
Envuelto en los tics de una clásica película de aventuras, el director dibuja un retrato de la sociedad del siglo XIX y lo ambienta en una pequeña región rural, donde un hombre compra niños para venderlos como deshollinadores. La cinta conjuga los elementos del cine de aventuras, con las claves narrativas dickensianas y con el retrato de la miseria moral y física de sus personajes. La amistad entre los jóvenes deshollinadores, que crean una hermandad secreta para rebelarse y la historia de amor juvenil que surge entre uno de ellos y la hija de uno de los empleadores vertebran la propuesta, que sin esconder la simpleza de su planteamiento consigue elevarse y superar todos los clichés.
La segunda proyección fue la más dura, y una de las mejores obras que se han visto en los cinco días. Llegaba Wolfskinder y la expectación aumentaba a cada minuto. Rick Osterman nos sitúa de la mano de dos niños de la Segunda Guerra Mundial que tratan de sobrevivir en territorio lituano. El terreno hostil, la desconfianza de la población, la persecución del ejército soviético y la fraternidad (no sólo entre los dos hermanos, sino entre todos los niños que van encontrando en su camino), son los verdaderos protagonistas del film.
Osterman establece un brillante contraste entre la crueldad del entorno y la lealtad que se crea en el epicentro de esa fraternidad improvisada. Las correspondencias entre la imagen fija y la cámara en mano son constantes, al igual que los contrastes establecidos con las imágenes de la naturaleza, la más absoluta tranquilidad, y el horror del que huyen los chicos. Wolfskinder alcanza altas cotas de belleza poética pese a lo crudo de su historia. La cinta de Osterman se convierte en seguido en un nudo en la garganta, una silenciosa tortura que golpea y zarandea a su antojo, con una interpretación fantástica de Levin Liam.
La decimosexta edición del festival concluyó con la última proyección del ciclo Arthaus. Love steaks cuenta una atípica y fascinante fábula de amor entre dos empleados de un hotel de lujo, Clemens y Lara. El director Jakob Lass vuelca todo el peso narrativo en sus dos personajes; nada tiene más importancia que ellos, sus idas y venidas, sus encuentros y desencuentros, que constituyen, en definitiva, la representación fase a fase de una relación de amor.
El cineasta, también guionista de El extraño gatito, dibuja la relación de los jóvenes dejando que la química entre Lana Cooper y Franz Rogowski haga su trabajo y funcione. Y lo consigue. Lo magnético de sus protagonistas, sobre todo el fascinante personaje femenino, se complementan con la extrañeza poética de sus imágenes (una barca que arde en una orilla, unas flores que bailan al ritmo del vaivén del coche, etc.). Jakob Lass desliza la idea del amor como terapia (ella tiene problemas de alcohol, él trata de que los supere) para llegar a un final desconcertante, con un amago de tragedia shakesperiana que, por suerte, no llega a consumarse. Se critica de Love steaks que es absurda, pero precisamente en esa absurdez de algunos momentos (que existe), en esa rareza y el desconcierto que ocasiona, radica su gran virtud.
Concluyó esta edición del festival, que ha dejado grandes títulos. Concluyó la noche del sábado, después de que el espíritu dickensiano se paseara a su antojo por las salas mientras las historias de niños, superación, amistad y amor se sucedían. Ya no queda nada más que esperar a la próxima edición y saber cuántas de las propuestas se podrán ver en España. Y saber si volverá el señor Dickens el año que viene, pero tal vez hoy ya no tenga tanta importancia saberlo.
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