Crítica publicada en Esencia Cine
Un espejo de doble cristal, uno hacia el pasado y otro hacia la actualidad más inmediata, reflecta constantemente sobre la superficie de Straight Outta Compton. La película de F. Gary Gray lanza una mirada hacia la memoria del barrio californiano de Compton en la convulsa década de los 80 para documentar mediante la ficción el nacimiento de una nueva música. Y, con ella, de todo un movimiento expresivo y reivindicativo articulado en torno a las protestas de toda una generación, para la que la banda N.W.A. (Niggaz With Attitude [Negros con orgullo]) se convirtió en un altavoz ante la situación de amenaza y represión que sufrían por parte de las autoridades. 35 años después, el reflejo entre esta generación y la actual es evidente. Por desgracia, los Estados Unidos han cambiado más bien poco en este aspecto y, en los últimos años, la comunidad negra ha vuelto a vivir en sus carnes la violencia policial más cruda. Quizás por eso el Fuck tha police escrito por Ice Cube, que se convirtió en un himno generacional y racial, lo sigue siendo hoy en las calles de muchas barriadas de mayoría negra. Y tal vez esa correspondencia que se establece entre la realidad actual y el argumento menos ruidoso de Straight Outta Compton sea la mayor demostración de que el problema de los USA es más estructural que coyuntural.
F. Gary Gray coloca la cámara en mitad de este grupo de personajes reales (Dr. Dre, Ice Cube, Mc Ren, Eazy E y Dj Yella) para filmar su carrera, desde sus primeros pasos hasta la separación en 1991 y posterior reunión en 1999, y para ofrecer una panorámica sobre la historia reciente de los grupos étnicos más silenciados de los Estados Unidos. En este sentido, sorprende gratamente el acierto de casting que supone la caracterización de la mayoría de personajes. Destacan sobre todo las inclusiones de O’Shea Jackson Jr. como Ice Cube, Corey Hawkins como Dr. Dre y Jason Mitchell como Eazy-E. También algunos secundarios: R. Marcos Taylor como el polémico padrino de Death Row, Suge Knight, o los raperos Snoop Dogg, al que da vida Keith Stanfield, y 2Pac, que aparece interpretado en una brevísima escena en la que Marcc Rose roba el protagonismo al resto del elenco. Se puede decir que casi todas las grandes voces del “reality rap” de la West Coast aparecen en Straight Outta Compton. Entre todos ellos, el siempre solvente Paul Giamatti en el papel de Jerry Heller, manager de carácter carroñero del N.W.A., que originó las peleas entre miembros que llevaron a la separación del colectivo en 1991 y las disputas posteriores entre los raperos hasta su reunión ocho años después tras la muerte de Eazy-E, víctima del SIDA.
En Straight Outta Compton el cineasta efectúa una suerte de movimiento documental sobre toda una época y una generación a través de un sólido dispositivo ficcional que se apoya, como no podía ser de otra forma, en la música surgida de aquel entorno, que vertebra por completo el film de principio a fin. Tal vez las únicas objeciones serias que se le puedan plantear al film sean el edulcorado final, en el que el mensaje sobre el SIDA y la amistad empaña la crudeza narrativa que había gobernado la propuesta, en concordancia con las letras de estos raperos, así como el carácter heroico que terminan por representar Ice Cube y Dr. Dre, no por casualidad productores del film de Gary Gray. Si realmente fueron héroes y lograron reunir al grupo tras sus múltiples y rimadas discrepancias, ya solo podrán saberlo ellos.
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