06 noviembre 2015

'Dheepan', de la guerra a la batalla

Crítica publicada en Esencia Cine


De Sri Lanka a Francia, de la matanza a la banlieue; así es el viaje que, forzado por la situación de su país, se ve obligado a realizar Dheepan, protagonista del último film de Jacques Audiard. Para tratar de conseguir establecerse como refugiado político en el país del gallo se hace pasar por el marido de otra exiliada y acogen a una niña de nueve años, a la que se llevan a Francia como si fuese su hija legítima. 

Audiard propone un nuevo acercamiento a la inmigración en la tierra francesa. Sin embargo, esta vez el origen es distinto. El prólogo de Dheepan muestra este comienzo sin ambages ni edulcorantes. Con toda la crudeza puesta en pantalla, el cineasta da la posibilidad al espectador de empatizar (o no) con su protagonista desde la primera secuencia. El tratamiento del carácter, en este sentido, es una herramienta primordial para lograr el entendimiento entre los tres personajes centrales, agrupados en torno a una representación forzada de la familia. De esta forma, con la nueva vida en el supuesto paraíso, asistimos a otra de tantas historias de superación, inmigración y desconfianza en tierra hostil.


En el terreno de lo narrativo, Audiard aporta su acercamiento a un conflicto escasamente explorado: la guerra civil entre el ejército de Sri Lanza y los Tigres Tamiles. Sin embargo, en lo referente al ámbito formal, la propuesta no dista demasiado de otras películas sobre la inmigración y sus problemas. A menudo da la sensación de que mientras vemos Dheepan estamos ante algo que hemos visto en otras ocasiones. Las únicas muestras de cierto sello las ofrece el cineasta –con cuentagotas– en algunas decisiones de puesta en escena (los planos en los que el fondo negro es roto con las luces de colores o el lustroso plano secuencia previo al epílogo, en el que solo se filman las manos del protagonista) y en un uso interesante del punto de vista en el momento en el que la niña acude a clase por primera vez. 

Con estas piezas dispuestas, poco a poco la angustia de los protagonistas ante un mundo que no consiguen entender pese a perseguirlo se adueña de la cinta. La representación del nuevo barrio como una extensión de vidas pasadas se agota pronto y se convierte en otra película francesa salpicada por jóvenes violentos y cargados de odio. Por su parte, el autor salpica el film de cierto exceso estético (ralentíes, música, iluminación) y de un ligero gusto por la sobresaturación de color, que parece querer emparentar de alguna forma lejana con sendos ritos del último Nicolas Winding Refn (Drive, Sólo Dios perdona). De esta forma, Dheepan camina sobre la fina línea que separa la sugerencia de la obviedad, el grito del susurro, el golpe de la caricia o la guerra de la batalla; hasta llegar a una edulcorada posdata final que no se llega a comprender si no es por algún tipo de juego o manipulación sobre (o desde) la mente de los personajes.

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