Crítica publicada en Esencia Cine
Aunque suene tópico, y sin que parezca despectivo, se podría decir que Grandma despliega todos los tics del último cine independiente norteamericano. Ese que suele llegar desde Sundance, el Festival que la película de Paul Weitz clausuró en su última edición. Por lo tanto, desde su origen, sabemos que el film está cargado de buen rollo, de frescura y de cierto aire rebelde. Y todas esas características las encarna a la perfección Lily Tomlin, que se carga el peso de la obra a la espalda, o al maletero de su coche, y se lanza a recorrer la carretera en busca de una compensación para su nieta, que ha sufrido el abandono de su novio tras un embarazo no deseado.
Tras el desarrollo estructural clásico de Grandma: planteamiento, nudo y desenlace, se esconde un mensaje de reflexión, con tintes de alegato feminista, sobre un tema tan controvertido como el aborto. Pero sin moralinas ni alardes. El director deja espacio a sus personajes para que sean sus opiniones las que viertan cada encuadre de una forma natural, fresca y divertida. Hay una cierta naturalización en el diálogo sobre el tema controvertido en la que se agradece, precisamente, que esos comentarios que hacen las protagonistas del film no estén contaminados con la opinión del cineasta. O al menos que, si lo están, esta no parezca estar metida con calzador, como si la película fuese una excusa para opinar.
En el apartado interpretativo, la química entre Lily Tomlin y Julia Garner es total como abuela y nieta. Se comienza a hablar, incluso, de posibilidades de nominación al Oscar, e incluso de premio para alguna de ellas. Sin duda el principal baluarte de la película reside en la relación que mantienen ambas, que oscila entre lo tierno, lo gamberro y lo familiar con sorprendente ligereza. Se puede hablar de Grandma como una obra que tiende al grito, a la mueca, con cierto gusto por la provocación dulce, pero que, en cambio, no llega a ser cargante en ningún momento de su metraje.
El tratamiento de una temática controvertida desde un punto de vista únicamente femenino convierte a la película en una suerte de invocación feminista sobre la decisión sobre el cuerpo y las acciones. Tres mujeres son las que debaten, desde la brecha intergeneracional, sobre sus conflictos, anhelos y decisiones. Tres mujeres a las que interpretan de forma solvente y con un marcado acento cómico la citada Lily Tomlin, una resolutiva Marcia Gay Harden y el gran descubrimiento de esta película: Julia Garner. La joven actriz completa un fantástico trabajo, entre la ternura y el asombro, con el que mantiene el pulso a una gigante de la interpretación en esta road movie de combate algo edulcorado, pero igualmente firme.
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