16 enero 2015

'Whiplash', las espinas del éxito

Crítica publicada en Esencia Cine

Ni abominable, ni incontestable. Ni nueva, ni manida. Ni sorprendente, ni aburrida. Nada de eso, y a la vez todo, es Whiplash. Con la única novedad de un personaje que persigue el sueño de la música, Damien Chazelle narra la historia mil veces contada del sueño americano más arraigado en los instintos. "Quien quiere puede, sólo hay que querer" es el mensaje que parece querer perpetuar el cineasta tras su filme. Incluso aunque ese "querer" suponga el sufrimiento y el sacrificio de la juventud en manos de un profesor de dudosos métodos. La clave de la película, de hecho, reside en una escena en la que el protagonista lleva a cabo una importante renuncia personal. Por su parte, el personaje interpretado por el veterano J. K. Simmons, la mejor interpretación del film, se resume perfectamente en una de sus líneas: "No hay palabras más dañinas que buen trabajo".

La obsesión del protagonista por el éxito se construye a imagen y semejanza de una sociedad enferma con el mismo diagnóstico. Toda la puesta en escena de Chazelle gira en torno al trabajo musical (desde la primera secuencia en la que Teller aparece tocando un solo, hasta la última, en la que toca extasiado en un teatro junto a la banda) y al sacrificio de un cuerpo en aras del triunfo de una voluntad. Continuamente el director se dedica a mostrar las heridas, tanto físicas como psíquicas, del baterista Andrew Neiman como recordatorio de ese crudo camino hacia la cumbre del éxito. Un recorrido que parece cuestionado durante buena parte del metraje y que, en cambio, al llegar el final puede parecer justificado por un discurso de tono ambiguo y peligroso.


El guión, escrito por el propio Chazelle (que no podrá competir por el Oscar al mejor guión original al existir un corto previo para conseguir financiación) delinea con excesiva previsibilidad las fases por las que atraviesa el protagonista en su aprendizaje. No obstante, la principal imprecisión de la cinta reside en que, pese a tratarse de una historia diseñada para lograr la empatía del espectador con su protagonista, el músico interpretado por Miles Teller resulta tan mezquino, cobarde y descafeinado que es difícil la tarea.

Whiplash reflexiona a través de la carrera musical de su protagonista sobre los límites, tanto de la persona como de la educación, sobre el exacerbado culto al éxito que profesan nuestras sociedades y sobre la superación personal tiznada por enésima vez de sueño americano (el white american dream). Chazelle ha filmado una película en torno a la música sin apenas nada memorable en ese aspecto. Qué bien hubiesen ilustrado los ritmos de jazz de Antonio Sánchez en Birdman esa psicosis surrealista que abraza Neiman en su búsqueda del dorado. Sin embargo, nos conformamos con la canción que da título a la obra o con el Caravan de Duke Ellington. Y nada mal tampoco.

0 comentarios :

Publicar un comentario