Crítica publicada en Esencia Cine
“El arte de perder no es difícil de dominar; hay tantas cosas que parecen predestinadas a perderse que su pérdida no es ningún desastre.”
Estos versos escritos por Elizabeth Bishop en el poema que da título a esta crítica son los que abren y cierran Luna en Brasil. El cineasta Bruno Barreto, acompañado de los guionistas Matthew Chapman y Julie Sayres, se centra en ella en las figuras de la poeta Elizabeth Bishop, ganadora del Pullitzer, entre otros premios, y la arquitecta Lota Macedo Soares, que fue su pareja durante años.
Como adelantan los versos de la poeta que encierran el film, la película nos habla de la consecución y de la pérdida del amor. Con la fórmula del outsider Barreto se sitúa en el viaje a tierras sudamericanas que realizó Bishop en la mitad del siglo pasado, en el que conoció e intimó con Lota. Luna en Brasil se circunscribe, por tanto, en una corriente de películas que podríamos denominar como la de los “outsiders atormentados” si fuésemos obligados a etiquetarla con dos palabras.
El guión, lineal y cronológico, nos acerca dos personajes que vivieron un amor no demasiado comprendido en su época. Sin embargo, el cineasta brasileño no se conforma con mostrar la relación íntima de estas dos mujeres, sino que a través de ella se adentra en la psicología de sus personajes como individuos. Mediante la unión de un humor natural, que siempre proviene de las situaciones, con la propia narración lineal y con algunos códigos melodramáticos –a veces se da cierto abuso de la lluvia o del empleo de la música– el film acerca una visión interesante del proceso creativo, tanto respecto a la arquitecta y el diseño del parque del Flamenco como sobre todo por parte de la poeta.
El triángulo que protagoniza la película está formado por tres mujeres (Miranda Otto, Glória Pires y Tracy Middendorf) que llenan sus vacíos existenciales con el método de la huida hacia delante. El alcohol, el viaje como escape e incluso la adopción son algunas de las vías que transitan para tratar solucionar sus problemas y conflictos con desiguales resultados. A través de estos conflictos Luna en Brasil acierta a filtrar una suerte de contexto socio-económico-político del Brasil en el que se circunscribe, que resulta interesante a la hora de medir y calibrar los caracteres y las reacciones de unos personajes a los que, quizás, sin esa contextualización, costaría bastante entender.
Luna en Brasil consigue sortear con habilidad la tentativa del telefilme. No hubiese sido raro que la película hubiese caído en esos signos; el argumento se prestaba a ello y, de hecho, en ciertos momentos sí que se acerca e incluso puede llegar a traspasar esa frontera. No obstante, Bruno Barreto y sus dos guionistas otorgan el protagonismo a sus personajes y evita ese escollo. El resultado es un biopic que, pese a lo plomizos de algunos momentos, aporta una visión interesante y muy apreciable del proceso psicológico, sentimental y creativo de una de las grandes voces de la Literatura del siglo XX.
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