19 septiembre 2014

'Yves Saint-Laurent', lucha de fuerzas opuestas

Crítica publicada en NoSóloGeeks


Envuelta en una polémica sorda llega la última película de Jalil Lespert, biopic sobre el diseñador de moda Yves Saint-Laurent que no podrá evitar las comparaciones con el film sobre la figura del modisto que estrenará próximamente Bertrand Bonello. Mucho se ha escrito sobre el beneplácito del entorno del diseñador sobre una película (ésta de Lespert) y su repulsa a la otra (la de Bonello). 

En Yves Saint-Laurent, Jalil Lespert nos sitúa a finales de los 50, coincidiendo con el despegar de la carrera del modisto, y nos acompaña en un viaje a lo largo de los años gracias a un montaje basado en los saltos temporales. Se habla de la imperiosa necesidad de no molestar que parece girar en torno al film, pero lo cierto es que, si bien la primera parte si acusa esa buena intención, la segunda mitad sí acerca al espectador la parte más oscura (quizás, gris sería mejor) de la figura de la moda. 

Dando la palabra a Pierre Bergé, pareja de Yves Saint-Laurent durante casi toda su vida, el cineasta evita los problemas de credibilidad y dota de ese aura de intencionalidad para con el personaje retratado. Al fin y al cabo, ¿quién airearía las cosas más turbias de su pareja pudiendo centrarse en las buenas? (Para eso parece que habrá que esperar al contrafilme de Bonello).


Mientras tanto, en Yves Saint-Laurent se atisba la lucha de poder entre la brillantez y los recovecos más turbios de la figura del modisto, renovador de la moda femenina durante todo el siglo XX. Las pulsiones incontrolables (drogas, sexo, etc.), los demonios internos, se enfrentarán con virulencia al aspecto más formal de Saint-Laurent; es decir, estamos ante una lucha entre fuerzas opuestas, entre el deber y el placer, entre los equivalentes del bien y el mal. 

Con una serie de momentos musicales muy destacables, el guión es sostenido gracias a dos interpretaciones muy eficaces de dos actores pertenecientes a la prolífica Comédie Française. Se trata de Pierre Niney, asombroso el parecido que guarda durante todo el filme con el propio Yves Saint-Laurent, que completa un papel certero y cargado de matices, y de Guillaume Galliene, protagonista del film en la sombra, y absoluto baluarte de la propuesta en cada una de las escenas en las que aparece.

Yves Saint-Laurent da, por tanto, una de cal y una de arena sobre la figura del diseñador. Nos evoca su grandeza, sus ideas renovadoras; y nos sitúa frente a sus vaivenes y sus momentos más grises. Porque cada vida contiene un drama cotidiano, independientemente del estrato en el que se desarrolle.

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