Crítica publicada en Esencia Cine
La animación infantil es un buen caldo de cultivo para mensajes amistosos, de integración, y para la buena conducta y lo bonito. La abeja Maya no se queda atrás en este tipo de comisiones y lanza un alegato en favor de la amistad y la integración. Mientras la comunidad vive con el miedo o el recelo a las avispas y el mundo exterior, Maya se decide a investigar y salir fuera. Dicen que el miedo al extranjero se quita viajando, y eso es lo que parece querer mostrar la película australiana.
Apoyada en una animación y un planteamiento muy infantil –quizás su público esté en los más pequeños, pequeñísimos–, la abeja va conociendo a sus compañeros de pradera, entre los que, no podía ser de otra forma, hay una avispa. Repetitiva, a fin de dejar el mensaje claro y perfectamente masticado, la película transita una y otra vez los mismos escenarios en pos del buenrollismo.
La abeja Maya es una película exclusivamente para niños. Los gestos, movimientos y diálogos a través de los que se comunica la protagonista con el resto de personajes recuerdan a Pocoyó, en una comparación que puede hacer una idea del público meta del film. Por su parte, para los adultos queda la incorporación de un par de hormigas, Arnie y Barnie, muy en la línea de los famosos Trancas y Barrancas del programa El hormiguero, que pueden funcionar como un cierto desahogo cómico en una película que resulta floja por lo trillado de la propuesta.
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