16 agosto 2014

'Una cita para el verano', tiernos perdedores

Crítica publicada en Esencia Cine


Con cuatro años de retraso aterriza la opera prima de Philip Seymour Hoffman en la dirección, Una cita para el verano, que además, como sabemos, será la única película que nos quede para disfrutar su faceta como director. En ella, el norteamericano se alimenta de una estructura de espejos contrarios para recrear el devenir de dos relaciones.

Adaptación de la obra de teatro de Bob Glaudini –con idéntico nombre–, Jack goes boating es una película independiente y poco ruidosa, que ni molesta ni maravilla. Jack, interpretado por el propio Hoffman, es un hombre tímido y al que le cuesta relacionarse. Para paliar ese defecto decide coger las riendas y emplazar a una mujer a una cita para el verano. Entonces se lanza a aprender a cocinar y nadar, para sorprenderla con una cena para dos y remando en el lago durante su cita.

Philip Seymour Hoffman habla de perdedores; todos lo son, sin paliativos. La derrota es su manera de vivir. El director se vale del cuarteto de personajes para narrar las evoluciones de dos parejas. En una, la formada por Hoffman y Amy Ryan, las piezas encajan a pesar de estar completamente magulladas y rotas al principio, consiguiendo hacer funcionar la máquina. En la otra, en cambio (John Ortiz y Daphne Rubin-Vega), son las piezas las que terminan por romper los engranajes de la pareja.


Apoyándose en la música, quizás sobreutilizada a lo largo del film, el cineasta consigue crear las atmósferas que desea, intercalando los acordes con personajes de espaldas que miran al lago, los árboles o el cielo. Jack goes boating tiene algo de evocación del verano desde el más gris de los inviernos. Metafóricamente es la evocación de la felicidad desde un periodo más oscuro.

En el apartado interpretativo podemos disfrutar de un Philip Seymour Hoffman que consigue dar vida a su personaje con una sencillez fascinante, como en casi cada una de sus actuaciones. Sin embargo,destacable resulta la interpretación de Amy Ryan por su sencillez. La actriz tiene algo de magnético en cada uno de sus trabajos. No será la más guapa, ni probablemente la mejor dotada técnicamente para la interpretación; pero pese a ello, consigue que siempre que esté en pantalla no la queramos dejar de mirar. En Una cita para el verano elabora una creación llena de pliegues, sencillez y que acepta con una entereza tristísima su condición de perdedora.

Hoffman debuta como director (desgraciadamente no será posible ver su confirmación, aunque se intuye bastante talento) con una película independiente y muy delicada. Una cinta muy teatral, en la que los personajes y sus sentimientos son lo más importante en todo momento. Llena de detalles y con buen ojo para lo sutil, Jack goes boating es una obra sin alardes ni excesiva brillantez, pero con buen pulso narrativo.

0 comentarios :

Publicar un comentario