08 agosto 2014

'Begin again', resurgir en el Village

Crítica publicada en Esencia Cine


El Village de Nueva York siempre ha sido un lugar idóneo para los perdedores, y para los músicos, aunque a veces confluyan los dos estadios en la misma persona. Desde Bob Dylan y Jimi Hendrix, en la vida real, hasta el Llewyn Davis de los Coen y, ahora, Gretta James, Dan y los otros muchos personajes secundarios de Begin again.

El director James Carney se adentra en Nueva York para contar la historia de una joven aspirante a cantante folk que llegó a la gran ciudad acompañada de su novio, también cantante y británico, que la abandonó cuando le llegó la primera pizca de éxito. Viviendo de casualidad con un antiguo amigo al que se encuentra tocando en la calle, una noche aterriza en un club para asistir a uno de sus conciertos. Cuando él la haga subir al escenario para tocar una de sus canciones, su carrera despegará por fin y su vida dará un vuelco, tras conocer a Dan, un productor de la antigua hornada que, tras años en el dique seco, acaba de ser despedido de la discográfica que él mismo montó.


Durante la primera hora de la película, Carney se adentra en la psicología de cada uno de los dos personajes. El cineasta cruza la puerta del local en el que canta Gretta dos veces, primero desde la perspectiva de ella y luego desde la del productor (con una escena magistral en la que él imagina los arreglos para la canción que ella está interpretando con el único apoyo de su guitarra). Así,apoyado en un hábil montaje, conocemos el punto en el que empieza la relación que se establece entre ellos, sus dos puntos de partida. A partir de esa noche en el club todo girará en torno a grabar un disco.

Mark Ruffalo y Keira Knightley, fantásticos ambos, consiguen crear una química especial: la de las miradas furtivas, las sonrisas inesperadas y la mutua admiración. Incluso la tensión amorosa o cariñosa que nunca llega a resolverse para bien del film. Los actores consiguen dar entidad a dos personajes muy dispares, pero compenetrados por necesidad. El conjunto representa los diversos estados de la música. Ella, a esos músicos modernos, independientes, sin etiquetas, solitarios, que surgen cada día gracias a la red; él, un productor de la vieja escuela, con buen ojo, pero venido a menos, de esos que cada vez tienen el sitio más limitado en la industria. Mark Ruffalo crea un precioso personaje que reflexiona sobre la muerte de una forma de ver y entender la música.

El director de Once dota a su obra de positividad y buenrollismo a lo largo de su metraje. John Carney reflexiona sobre la importancia de la música en la vida de las personas. La escena cotidiana que la música convierte en especial, el paseo musical, las rupturas mediante canciones compuestas, el divisor para que dos personas escuchen música juntas, la escena en la que entran a bailar en la discoteca con su propia música; todo gira en torno a la música en Begin again. El guión se estructura en torno a la alternancia de la grabación del disco por la ciudad y los flashbacks en los que se indaga en el pasado emocional de los protagonistas.

Begin again es un canto a la vida, a la felicidad, a la pasión por lo que uno hace. Una cinta que sabe emocionar, que sabe, incluso, cómo hacerlo sin resultar facilona, pero que, a la hora de la verdad, no toma el camino fácil (el final, la forma de terminar la relación principal). Una película con una magnífica banda sonora, puesta al servicio de una historia de músicos y personas, que pese a sus clichés (el argumento ya lo es en sí mismo: un hombre que se redime de sus fracasos y una producción que se levanta contra todo pronóstico) funciona a la perfección.

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