08 febrero 2015

Y 'La isla mínima' se hizo máxima

Crónica publicada en Esencia Cine


Pocas sorpresas depararon los 29 Premios Goya en las categorías principales. Parecía llamada La isla mínima a arrasar con todos los grandes galardones a los que estaba nominada y así fue. Fue su noche y ya desde los primeros compases se adivinó que la película de Alberto Rodríguez levantaría todos los premios gordos en los que concurría. Diez fueron las estatuillas que ganó, frente a los cuatro de El niño, su mayor competidora en cuanto a nominaciones. La cinta de Monzón acumulo varios premios técnicos (dirección de producción, efectos especiales, sonido y canción original), que le sirvieron para no irse totalmente de vacío.

Los premios a mejor película, dirección, actor principal para Javier Gutiérrez, actriz revelación (Nerea Barros, emocionadísima), guión original, la fotografía de Álex Catalán, la dirección artística, montaje, música y vestuario dejan más que claro que no había para la Academia otra opción posible. Sorprende, en ese caso, que con una superioridad tal, la misma Academia haya obviado a La isla mínima para pelear por el Oscar a mejor película de habla no inglesa. 

En una gala marcada por el protagonismo de Antonio Banderas, visiblemente emocionado al recoger su Goya de Honor (precioso su discurso de agradecimiento), Dani Rovira se convirtió en el segundo foco de atención con su divertida (a ratos) presentación. Más aun tras recoger su Goya como actor revelación por Ocho apellidos vascos. La Academia no se olvidó de la comedia y convino premiar la inmensa taquilla de la película con tres estatuas; la del citado Rovira se unió a las dos interpretaciones de reparto, para Carmen Machi, que no dudó en dedicárselo a Amparo Baró, y Karra Elejalde, simpático, divertido y tierno en su breve agradecimiento.

Los premiados brindan con sus estatuillas.
Los premios interpretativos se completaron con el de Bárbara Lennie, como protagonista en Magical Girl, y los dos, ya mencionados, que se llevó La isla mínima. Si el de Gutiérrez parecía incontestable, mucho más sorprendió el reconocimiento que recibió de la Academia la actriz Nerea Barros, cuya categoría parecía debatirse irremediablemente entre Natalia Tena e Ingrid García-Jonsson. Los 10000 km por los que luchaba la primera pudieron consolarse, al menos, con el premio a la mejor dirección novel para Carlos Marques-Marcet. Menos consuelo encontrará Magical Girl, completamente ninguneada por los académicos pese al Goya de Lennie. Quizás el vacío más sangrante lo protagonizó la victoria del guión de La isla mínima frente al de Carlos Vermut, principal baluarte de un film que, pese a ese ninguneo por parte de la Academia (el no premio a Sacristán inclusive), sí se impuso a la película de Rodríguez en el pasado festival de San Sebastián.

Completaron la nómina de galardonados el maquillaje de Musarañas, los dos flamantes premios a Mortadelo y Filemón contra Jimmy el cachondo como mejor guión adaptado y film de animación, así como los premios al mejor documental, que ganó Paco de Lucía: La búsqueda, y a mejor película europea, que reconoció los méritos de Ida (Pawel Pawlikowski, 2013). También se premiaron, como cada ciclo, los cortometrajes, de los que se reivindicó su condición de Cine con mayúsculas. Los afortunados fueron Café para llevar, corto de ficción; Juan y la nube como mejor corto de animación y, por último, Walls como cortometraje documental. 

Poco más hubo que añadir en una noche en la que la gala se perdió en algún momento, tras su destacable inicio, para acabar resultando interminable entre innumerables reivindicaciones, pequeños conciertos (¿de verdad era la música el mejor conductor?) y algunos chistes malos e incluso vergonzantes sobre catalanes y vascos. Así fue la gala de los premios, que se recordará como la noche en que triunfó La isla mínima y en la que Pedro Almodóvar le dijo al ministro de cultura, José Ignacio Wert, aquello que todos estaban pensando.

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