13 febrero 2015

'No confíes en nadie', una memoria ausente

Crítica publicada en Esencia Cine


Los recuerdos siempre han sido una fuente inagotable de argumentos cinematográficos. Es la memoria un elemento que se presta perfectamente a la manipulación que puede ser propuesta en la narración fílmica. Múltiples son los ejemplos de obras que centran toda su proposición narrativa en torno a los recuerdos de una forma u otra. No confíes en nadie, película de Rowan Joffé, bucea en otro clásico a la hora de “malear” las memorias de una persona en pos de la creación de una estructura cinematográfica: el conflicto que supone la pérdida de la memoria a corto plazo.

La cinta adapta la novela de S. J. Watson que cuenta la historia de una mujer que, tras sufrir un accidente, se levanta siempre en el mismo punto de su vida. Su marido trata siempre de hacerla ver dónde se encuentra. Como vemos, un argumento varias veces explotado con anterioridad en diversos tonos. Mentes en blanco (Unknown, Simon Brand, USA, 2006), 50 primeras citas (50 first dates, Peter Segal, USA, 2004), o Memento (Christopher Nolan, USA, 2000) entroncarían desde la diversidad de géneros que proponen con la temática central de este film. En No confíes en nadie, el director utiliza como material de base una novela, igual que hizo en su anterior y única obra con la novela de Graham Greene que dio lugar a Brighton Rock (2010). Además de estas dos películas, Joffé sólo ha dirigido un par de obras televisivas. Y se nota.


Se percibe ese trabajo anterior en la utilización de elementos en No confíes en nadie. Joffé sigue sin despegarse del telefilm a la hora de enclaustrar a los personajes entre cuatro paredes y un uso abusivo de la música y las obviedades. Además, el continuo abuso del susto y ciertos códigos del terror contribuye a que el espectador no termine de entrar nunca en una historia que, por otra parte, pese a estar bastante manida sigue siendo un pie muy interesante para un desarrollo narrativo potente.

No es el caso; en No confíes en nadie la historia se va volviendo cada vez más facilona, hasta el punto de que uno puede determinar cuál será el siguiente paso unos minutos antes de que este ocurra. Poco giro sorprendente, poca innovación en la manera de contar (algo que sí hizo Nolan en Memento a través del montaje) y unos personajes tan planos que apenas dejan lugar al brillo de los actores más allá de la corrección de sus interpretaciones.

Before I go to sleep (título original, traducido de forma libre a nuestro idioma) indaga de manera muy evidente en la importancia de los recuerdos y la vulnerabilidad de una persona que no dispone de ellos a partir de un cierto punto de su vida. El film es una mezcla entre la citada Memento y Lo que la verdad esconde (What lies beneath, Robert Zemeckis, USA, 2000) sin terminar de cuajar. Sin embargo, esta obra no consigue transmitir el desasosiego y la tensión que sí lograban aquellas y se queda una tierra baldía de la que será difícil que alguien la rescate. En los pozos más profundos de la memoria.

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