Crítica publicada en Esencia Cine
Uno podría estar durante horas mirando a María Botto actuar en cualquiera de sus trabajos. O a Celia Freijeiro. Y a Sandra Collantes. Y da la impresión de que Sonia Sebastián siente exactamente lo mismo. Por eso, quizás, sus trabajos, tanto los tres cortos anteriores como su primer largometraje, este De chica en chica, reluzcan principalmente gracias a las interpretaciones y a la focalización de la acción en torno a sus actrices, siempre mujeres. Los argumentos no suelen ser historias excesivamente novedosas, en absoluto; en cambio, son ellas las que le dan cierto aire distintivo gracias a su presencia en pantalla.
En los tres cortometrajes anteriores de la directora, la acción y el peso dramático recaían siempre en dos mujeres. El primero, Elisa Guzmán (2004), era protagonizado por Estefanía de los Santos e Isabel Ampudia; en Dos mujeres, un pájaro y una triste historia de amor (2010) brillaban Celia Freijeiro y Sandra Collantes; y en Papá se ha ido (2012), de nuevo era protagonista una luminosa Freijeiro, a la que esta vez acompañaba Eulàlia Ramón. Ahora, en De chica en chica, basada en la serie online Chica busca chica (2008) de Sonia Sebastián y Olga Iglesias, hay un salto. Y no solo en el metraje. La película apuesta claramente por el reparto coral, aunque la protagonista, o al menos el eje central de la historia, vuelve a ser la actriz fetiche de la directora, Celia Freijeiro.
Cuando vuelve tras un periodo en Miami, después de abandonar a su pareja en el día de su boda y huir, todo habrá cambiado para Inés, pero a la vez todo parecerá seguir igual por momentos. Sonia Sebastián establece un constante juego de enredos y reproches entre sus personajes, que se acercan y se alejan con el propósito y la cautela propia de aquel que sabe que ha errado en el pasado. La tensión existente entre todas estas mujeres, a las que se suman Ismael Martínez, Jaime Olías y Adrián Lastra, aunque con papeles circunstanciales para la trama central, es constante y silenciosa. Nunca parece estallar la bomba, aunque en cambio no dejan de sonar pequeñas explosiones.
De chica en chica funciona mejor cuanto más se aleja de la gracia forzada, del chiste impostado (la fiesta que sirve como excusa para reunir a todas), para retozar con la naturalidad que le aportan sus personajes (sus rencillas, sus conflictos laborales, sus celos, etc.). En definitiva, cuanto más se acerca a la realidad. Y precisamente lo hace gracias a la resolución de unas actrices que aguantan con elegancia tanto el primer plano como el discurrir de la conversación y el diálogo, que gobiernan la cinta. Y a un espacio único bien entendido que contribuye a generar la olla a presión en la que se mezclen los ingredientes.
El debut de Sonia Sebastián en el largo cinematográfico deja, además, interesantes apuntes. Sin centrarse exclusivamente en desarrollar estos mensajes, que muchas veces solo quedan apuntados superficialmente, la obra de la directora se permite ahondar en los nuevos modelos de familia sin ser categórica ni dogmática, simplemente mostrando que existen varias posibilidades. Lo mismo que ocurre con la sexualidad, en constante florecimiento a lo largo de la obra. El mensaje aquí sí parece más claro: ninguna opción es definitiva, al final somos personas en constante (in)definición.
De chica en chica se puede leer como un reflejo o extensión de French Women (Audrey Dana, Francia, 2014), aunque, por suerte, gracias a la mesura de su directora en momentos clave, esta corrige todos los fallos, que no eran pocos, de aquella.
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