Crítica publicada en Esencia Cine
La voz aterciopelada del psicólogo Irving Yalom conduce el hilo del documental que se centra en sus teorías y sus prácticas psicoterapéuticas. La cura de Yalom tiene como único foco el discurrir del pensamiento del propio Yalom. Existencialista, nihilista por momentos, y siempre enfocado hacia los sentimientos de las personas-pacientes, la película de Sabine Gisiger otorga el bastón de mando a su protagonista, que narra, reflexiona y efectúa una suerte de psicoanálisis sobre su vida.
Sin embargo, esa suavidad de la voz de Yalom, sumada al pequeño caos controlado mediante el que dirige el film Sabine Gisiger, puede resultar en un arma de doble filo. La directora desaprovecha el aspecto más teórico –aquel en el que su protagonista es una eminencia– para dejar abierta la posibilidad de una biografía (autobiografía por momentos) sin demasiado orden ni concierto.
El sentido de la vida es analizado desde un punto de vista pausado, arrítmico en determinados lapsos, que deambula de la vida a la muerte o del amor a la libertad. El tándem formado por Sabine Gisiger e Irving Yalom se acompaña de una música leve, también de terciopelo. El resultado parece tocado por las enseñanzas del amado y odiado por igual Paulo Coelho. ¿Ha inaugurado Sabine Gisiger lo que podríamos denominar como cine de autoayuda?
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