21 noviembre 2014

'Born', el pictoricismo bélico

Crítica publicada en Esencia Cine


El barrio del Bornet quedó totalmente arrasado al término del sitio de Barcelona, cuando los defensores de la ciudad se rindieron a Felipe V, el 11 de septiembre de 1714 (día en que la Diada conmemora este hecho desde entonces). El director Claudio Zulian se adentra en Born en ese pantanoso terreno para narrar la historia de tres personajes que vivieron ese momento en el Born. Para ello, adapta o reinterpreta la novela La ciutat del Born de Albert Garcia Espuche.

Con un guión estructurado en tres actos, correspondientes a los tres personajes principales: el calderero Bonnaventura, partidario del ejército catalán, su hermana Marianna, y su amante, el rico perfumista Vicenç, más cerca de los felipistas. A través de los tres actos, el director trata de narrar el entorno bélico y revanchista que se adueñó durante esos días de la ciudad.


Una puesta en escena muy teatral, que no permite casi nunca más de dos actores en pantalla, otorga así todo el peso a la interpretación y los diálogos. De esta forma Zulian consigue un retrato social de clases y una narración circunscrita a la época en la que se sitúa. El fantástico trabajo fotográfico de Jimmy Gimferrer, que vuelve a completar, como ya hizo en Stella Cadente de Lluis Miñarro, un tremendo acercamiento pictórico a través de iluminación natural –velas, faroles, etc. –, contribuye de manera primordial a esa creación de la atmósfera.

Sin embargo, Born falla en la ejecución, que deja dudas e historias inconclusas. A medida que transcurre el film el espectador puede verse sorprendido por la falta de metas del mismo. No se sabe, ni se intuye, qué es lo que quiere trasladar a la pantalla el director, que se recrea en dilataciones innecesarias de algunas escenas (por ejemplo una escena sexual y otra de masturbación) y que alterna los encuadres clásicos con planos en los que abusa de una ruptura de la composición.

Born es una película con cierto aire de ficción documental, que queda en tierra de nadie debido a un dubitativo guión que transporta al espectador, a través de vaivenes, por las calles de una Barcelona convulsa y belicosa. Un film perfectamente fotografiado en el que precisamente ese brillante trabajo fotográfico se convierte en el valor más rescatable del mismo. Bravo por Gimferrer, otra vez.

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