02 enero 2014

'Nymphomaniac', tres más cinco

Se apagan las luces y todo queda en absoluta oscuridad y sepulcral silencio durante unos largos segundos. Parece sonar el estribillo de una calle a lo lejos, pero la tenuidad mostrada en la pantalla desconcierta. Por fin aparece una pared de ladrillos en una calle en la que caen copos de nieve sin cesar. La cámara del cineasta danés desciende suavemente por la fachada, empapada, dejando atrás cañerías y agua que desciende por la pared, y llegando por fin al suelo donde yace una mujer. En ese momento, la áspera voz de Rammstein y la reconocible música que lo acompaña rompen de forma violenta el silencio creado con los primeros acordes de su Führe mich

Un viejo, al que la cámara ha seguido en su rutinaria compra en una tienda, vuelve sobre sus pasos cuando descubre el cuerpo de la protagonista en el suelo. El fortuito encuentro, tras el cual los dos aparecen en casa del hombre, es el detonante de la historia que nos cuenta Nymphomaniac. Charlotte Gainsbourg aparece magullada y empieza a contar su historia, el relato de su auto diagnosticada ninfomanía, fruto de la cual se siente responsable de la paliza que acaba de recibir.

Lars von Trier se adentra en una historia sobre el sexo, la culpabilidad, las adicciones y, por raro que parezca en un primer acercamiento, sobre el amor y sus consecuencias y condicionantes. “El ingrediente secreto del sexo es el amor”, le dice el personaje de B. a Joe poco después de introducirla con un absurdo juego de crías en el mundo del sexo desenfrenado, sin mayor motivo que el placer o incluso la rebeldía. Precisamente unos minutos antes, la historia se centra en cómo las dos fundan una especie de secta que proclama su rebeldía contra el amor. Una especie de Pussy Riot poseídas por el odio visceral al amor que lo mueve todo y que consideran una lacra para la sociedad. 

B. y Joe, en su juego del vagón de tren.
Ese amor se acaba convirtiendo en uno de los pilares de la historia que le cuenta Joe al viejo comprensivo y atento. Una historia que alterna los afectos paterno filiales con la pulsión sexual casi adictiva mediante un guion que combina y engrana el presente con el pasado narrado por la protagonista, en el que Stacy Martin seduce en su interpretación de la Joe joven. 

Lars von Trier dirige esta historia con las particularidades que siempre le han caracterizado. Su sello se deja ver en los movimientos de cámara que deambulan de un rostro a otro, planos que se centran las manos poseyendo algún objeto de relevancia (el cebo) o los subrayados tan propios del cineasta nórdico. 

La conversación entre la Joe del presente y el viejo que la recoge, que sirve al cineasta para desarrollar la historia, contiene múltiples referencias literarias –la digresión sobre Poe que da pie al capítulo del delirium tremens– y musicales –Bach da paso a una teoría que basa el amor y el sexo en tres pilares a través de su música, por ejemplo–. En ella los dos personajes charlan sobre el pasado que ha llevado a Joe hasta ahí llegando a comparar el sexo con la pesca, con claras referencias al cebo y las técnicas.

Destacan las interpretaciones de dos mujeres. Stacy Martin sorprende en su papel de la joven Joe; su colección de gestos, caras y diálogo corporal fascina desde el primer momento. Por su parte, una descomunal Uma Thurman desempeña un papel breve pero fundamental, tragicómico, con el que se luce y convierte cada segundo que permanece en pantalla en una auténtica delicia. En el caso contrario, la primera entrega no permite el lucimiento a una Charlotte Gainsbourg que permanece encerrada entre cuatro paredes durante las dos horas de metraje, funcionando como una mera narradora de los hechos. Se espera que en la segunda entrega cobre protagonismo en detrimento, me temo, de Stacy Martin, ya que la Joe más adulta comerá terreno a la más joven en el desarrollo de la historia.

Joe y Mrs. H (Stacy Martin y Uma Thurman), en una de las escenas.
El rol de Stellan Skarsgård merece una interpretación aparte. A pesar de parecer un personaje insulso y vacío, probablemente sea el pilar básico de la narración. Su personaje cumple dos funciones dentro de la historia. El viejo actúa como extensión, tanto del director/guionista, dirigiendo la conversación en diversos momentos, como del espectador, que se enfrenta al relato de Joe desde el mismo punto que lo hace él y descubre la historia al mismo tiempo.

La primera entrega de Nymphomaniac es una película que avanza mucho más allá de la provocación que aparentemente supone para transitar temas universales como el amor, la familia, las adicciones, la amistad e incluso la responsabilidad de los actos personales. Una película sorprendente, cuya única pega el coitus interruptus y que la segunda parte –de la que se pueden ver imágenes al finalizar la primera entrega– llegue dentro de casi un mes.


Ficha técnica

Dirección: Lars von Trier. Guion: Lars von Trier. Fotografía: Manuel Alberto Claro. Música: Kristian Eidnes Andersen. Interpretación: Stacy Martin, Charlotte Gainsbourg, Stellan Skarsgard, Shia LaBeouf, Uma Thurman, Mia Goth, Christian Slater. País: Dinamarca, Alemania, Francia y Bélgica. Estreno: 25 de diciembre de 2013. Distribución: Golem Distribución. Duración: 110 minutos. Género: Drama.

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