Existen pocas parejas cinematográficas de actor y director que se hayan dado tanto el uno al otro como lo han hecho Leonardo DiCaprio y Martin Scorsese. El cineasta italoamericano, al que todos llaman Marty, ha compartido junto al actor uno de los papeles más jugosos de su carrera. Como era de esperar, él no lo ha desaprovechado y lo ha exprimido al máximo con una gran colección de registros interpretativos.
A pesar de su extenso metraje, El lobo de Wall Street no pierde ritmo en ningún momento. No se hace larga. La historia en la que se adentra la cámara de Scorsese es la del bróker Jordan Belfort, figura real, que llegó a amasar una auténtica fortuna en la selva sin leyes de Wall Street. Jordan es un tiburón financiero, un antihéroe sin escrúpulos que ambiciona más y más a cada instante. Leo DiCaprio aporta su experiencia y su punto gamberro para llevar a cabo una interpretación fantástica, perfectamente oscarizable, que supone un paso más en la escalada de complejidad de sus interpretaciones en los últimos años.
La película es una fiesta sin descanso, las tres horas a las que se reduce la vida de Belfort, se esfuman entre montañas de cocaína, música de todo tipo, ríos de alcohol y habitaciones llenas de mujeres que quitan la respiración. El lobo de Wall Street es la representación del sexo, drogas y rock and roll como una forma de vida. A través de sus características explicaciones de los personajes a cámara y del uso del slow motion, otra de sus constantes, Scorsese muestra cada detalle de un mundo plagado de seres patéticos y situaciones surrealistas –el mono encamisado, ¿un león en la oficina?, el enano bala, etc–. Tal vez la representación más fiel de esta corriente sea el personaje de Donnie, interpretado por un Jonah Hill que gana peso según avanza la película, que eleva su histrionismo cada vez que comparte pantalla con su gran amigo Belfort. Mención especial a este respecto merece –además del repertorio de gestos y muecas de DiCaprio– la “conversación” que mantienen cuando todo se desmorona y están tan drogados que no pueden ni articular una palabra.
El guion, adaptación de las memorias del Belfort real, funciona de forma solvente, pese al patinazo que supone la secuencia del naufragio del barco y el rescate –único borrón, por exceso de acción innecesario–, que se olvida en el momento en que empieza a resonar Gloria de Umberto Tozzi. Como es habitual en las películas del cineasta, la banda sonora tiene una importancia capital en El lobo de Wall Street. En este caso, la inclusión de Ramones, The Lemonheads, Bo Didley, Cypress Hill o los Foo Fighters, entre otros, ayudan a la creación de una atmósfera completamente alocada, perversa y llena de arrogancia en la que se desenvuelven a la perfección los integrantes de Stratton Oakmont.
La nueva película de Scorsese supone el retorno del creador a sus cumbres cinematográficas, con reminiscencias de Casino, Uno de los nuestros o Gangs of New York. El Jordan Belfort que ha inmortalizado el director tiene tics de muchos de sus antiguos personajes y simboliza la extensión del gánster al tiempo contemporáneo, cuyas únicas diferencias es que en este caso lo llamamos bróker.
Sin embargo, pese a lo que pueda parecer, el barniz de comedia con el que se anuncia esta película no esconde un mensaje claro sobre el peligro del poder que otorga el dinero. La historia no es para echarse a reír, desde luego, y si lo hacemos es por la maestría de Martin a la hora de captar el humor negro y su facilidad de hacer comedia de una situación que alberga un potente componente dramático.
El lobo de Wall Street es una película que habla sobre triunfadores despreciables de cartón-piedra y sobre lo efímero de sus triunfos cuando no tienen una base en la que sustentarse. Una reflexión muy lúcida, excesiva y divertida sobre la ambición y la estupidez que rigen el mundo, con un toque muy ácido y propio del director, y una interpretación soberbia de Leonardo DiCaprio, que clama a la industria por un Oscar en cada interpretación. Sin embargo, pese al buen rato que supone, el mensaje final debería provocar al espectador a pensar detenidamente sobre la clase de mundo en el que vivimos. Bravo, Marty, bravo.
Ficha técnica
Título original: The
Wolf of Wall Street.
Dirección: Martin Scorsese. Guion: Terence Winter (obra original:
Jordan Belfort). Fotografía: Rodrigo
Prieto. Música: Howard Shore, Robbie
Robertson, Randall Poster. Interpretación:
Leonardo DiCaprio, Jonah Hill, Matthew McConaghey, Margot Robbie, Cristin Milioti.
País: Estados Unidos. Estreno: 17 de enero de 2014. Distribución: Universal. Duración: 179 minutos. Género: Comedia, drama.
Me impactó esta película, es excelente Scorsese es de los mejores directores y DiCaprio de los mejores actores. Una lástima el poco tiempo que estuvo Thomas Middleditch, pero lo hizo bien ahi tanto en Silicon Valley y Matthew McConaughey anda con todo no sólo en el Club de los desahuciados.
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