Portada de Babelia para el mejor libro de 2011 |
"Estamos ante la mejor novela del año".
Cada año nos topamos con esta afirmación, o una similar, incontables veces. "La mejor novela de todos los tiempos", "la mejor película sobre el tema 'x'"... ¿Doce? ¿Quince? Sería muy difícil contar cuántas veces vemos esta expresión como gancho, en la cinta de las novelas más recientes o en los carteles de las películas de estreno en cines.
El abuso de la expresión "los mejores" es bastante evidente, tanto que ya casi nos extraña que cada nueva obra que sale al mercado no sea anunciada bajo estos membretes. Si una exposición de Van Gogh no se anuncia como "la mejor retrospectiva del autor que se ha llevado a cabo" parece como si, a estas alturas, en pleno siglo XXI, no tuviese ningún valor.
Sin embargo, ¿significa algo la expresión?
Lo cierto es que cada vez menos. La sobreexposición del ser humano a "lo mejor" es tal que ya ni siquiera nos sorprendemos, ni nos interesamos muchas veces, por algo que sea anunciado bajo esta característica. ¿Qué es lo mejor? ¿Quién tiene la potestad de decidirlo? ¿El marketing o la publicidad?
En los últimos meses he recibido varias novelas que -cómo no- se promocionaban de esta forma. La verdad es que me parecieron dos novelas de lo más normal. No eran malas, pero distaban mucho de ser las mejores que se habían escrito jamás. Sin embargo, supongo que alguien se sentiría atraído por ellas gracias a la frase en cuestión.
Alguien que no supiera nada de nosotros y de repente se viese aquí por casualidad, podría llegar a concluir, al ver la abundancia de este tipo de mensajes, que nuestra sociedad pasa por su mejor momento cultural, cuando no hay nada más lejos de la realidad. No quiere decir que sea una de las peores épocas, ni siquiera tiene por qué ser mala; pero no tienen nada que envidiarle pasados como los de Orwell, de Hemingway o de Dickens, ni muchísimo menos.
Javier Marías |
Escribía Javier Marías un artículo hace unos meses, titulado 'Ojo, no tenemos otras', en el que alertaba del mal uso que hacemos de ciertas palabras en determinadas situaciones. Si abusamos del vocablo 'torturador' en cualquier situación y pierde su connotación, ¿qué pasará cuando verdaderamente nos enfrentemos ante un torturador? ¿Cómo lo referiremos? Eso es lo que viene a denunciar el escritor en su texto.
Me permito traer su interesante reflexión y aplicarla en este caso. Si cada año nos enfrentamos a, por lo menos, una decena de "mejores libros del año" o "mejores películas de todos los tiempos", ¿qué diremos cuando verdaderamente se escriba la nueva obra maestra de la Literatura que aún está por llegar?
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