02 mayo 2012

¿Versión original o traducción?

El dilema está servido y siempre candente. Los que optan por el doblaje al español alegan comodidad, e incluso se permiten el "lujo", en ocasiones, de tachar de 'culturetas' a los que prefieren la versión original. En cambio, los que prefieren la versión original (subtitulada o no) lo justifican con la cantidad de matices interpretativos (para las pantallas) que se pierden en la voz de los actores, o lingüísticos (para los libros).

Partimos de la base de que lo ideal es imposible. En este sentido, lo maravilloso sería que pudiéramos ver la versión original y la entendiéramos igual que si se tratase de una serie rodada, o un libro escrito, en nuestro idioma nativo. Pero a la educación aún le queda mucho por avanzar en ese sentido. 

Por una parte, hablaremos de series. La mayoría de ficciones que nos llegan en la actualidad son de origen anglosajón -estadounidenses en su mayoría, aunque las británicas están adquiriendo una importancia primordial en los últimos años-. Es verdad que la lengua inglesa, al ser doblada al castellano, pierde matices y la interpretación de los actores queda reducida sólo a una de sus facetas, la corporal. La voz, los detalles como el tono, por ejemplo, se pierden en el limbo. A menudo cuando hemos visto una serie en versión original y después la vemos en formato doblado, no nos cuadra, nos parece otra producción distinta e, incluso, a veces nos hace gracia el cambio en los personajes. Es cierto que si todos viésemos las producciones en versión original, los actores de doblaje quedarían extintos. Supongo que esta opción no les hará demasiada gracia. En su defensa hay que reconocer que su trabajo es muy bueno y a aquel que opta por la versión doblada le ofrecen una producción perfectamente adaptada al idioma de doblaje. 

Actriz de doblaje trabajando en el estudio
En otro ámbito, como la Literatura, sin embargo, sí percibimos un problema. Nada tiene que ver la lectura de Dickens o Shakespeare en su lengua original con la que podemos hacer gracias a las traducciones. Las palabras que existen en un idioma pierden matices, cambian de significado o directamente no existen en otra lengua. Esto suele quedar claro en las aclaraciones del traductor a pie de página, pero en el texto propio del autor algo cambia respecto al original

Por no hablar de las prácticas de traducción que se han venido realizando hasta hace unos años. Cuando se trataba de lenguas mayoritarias, como el inglés, no había ningún problema. Sin embargo, la cosa cambiaba cuando el original estaba en idiomas menos populares. Las traducciones tenían que hacerse, casi siempre, desde la versión inglesa (traducida previamente del original). La obra resultante, aunque en esencia era la misma, parecía casi más una interpretación o adaptación del original que una traducción en sí misma. 

Un ejemplo de esto es Solaris, la novela de Stanislaw Lem, una de las obras magnas de la ciencia ficción. El autor polaco publicó su obra por primera vez en 1961. El texto original estaba escrito en su lengua nativa, el polaco. Desde entonces, en España sólo se pudo leer la obra traducida desde la versión inglesa, nunca de la versión original, hasta el año 2011, año en el que la editorial Impedimenta publicó la primera traducción al español desde el polaco.

Es normal que, cuando hablamos de idiomas menos hablados, esto ocurra, aunque en la actualidad cada vez menos gracias a la inmigración y a las colaboraciones entre editoriales, grupos de comunicación y demás conglomerados. 

En España aún preferimos ver series traducidas que optar por la versión original. No nos atrevemos con el inglés. Ni jóvenes, ni mayores; todos prefieren esperar la versión doblada. Quizás tenga algo que ver nuestra situación paupérrima en cuanto al aprendizaje del inglés (somos el tercer país peor situado de Europa, según el Índice de Nivel EF-EPI, sólo por delante de Rusia y Turquía). El problema se podría solucionar con la educación en dos lenguas y con la asimilación de la lengua inglesa (la más hablada en el mundo) desde que somos niños.

Martin Amis
Aunque en los últimos meses pintan bastos en la partida de la educación, disfrutar de Orwell, Charles Dickens, Martin Amis o el gran Shakespeare en su lengua madre, merece la pena el esfuerzo de todas las partes. 

Mientras tanto, ¿con qué te quedas? ¿Versión original o traducción?

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