04 abril 2012

La 'muerte' de Damien Hirst

Damien Hirst está en el ojo del huracán en los últimos días. El artista británico ha sucumbido ante la Tate Modern, a la cual despreció en sus inicios diciendo que era el lugar "donde exponían los muertos". Hoy inaugura una retrospectiva que se convertirá en la exposición más visitada en el año de los juegos olímpicos londinenses. 

Tanto la Tate Modern como el artista han justificado este giro. En la presentación que tuvo lugar el lunes, el enfant terrible del panorama artístico británico se justificó. "Creo que lo había estado evitando porque de alguna manera me intimidaba", dijo en su rueda de prensa. Por su parte, la comisaria de la exposición, Ann Gallagher justificó la retrospectiva con la siguiente frase: "Todos crecemos y maduramos, y él es ahora un artista de mediana edad que se ríe de los comentarios que hizo en su juventud".

Sin embargo, ¿qué hay detrás de todo esto? 

A ojos de muchos esta retrospectiva no es más que una maniobra de simbiosis entre la galería y el artista. Una maniobra comercial que dará contantes beneficios a ambas partes. Hirst ganará notoriedad con su inclusión en la Tate, justo en el momento en el que su cotización se encuentra más baja y sus ventas estancadas. Y la Tate, por su parte, se asegura el top de visitantes de la temporada justo en el año en el que los juegos olímpicos recalan en la City. ¿Simple coincidencia o maniobra estudiada?

Sin embargo, para otros muchos, esta retrospectiva no es otra cosa que la muestra de madurez del enfant terrible, que ya no es tal, y su consagración mundial como artista ortodoxo, alejado del joven rebelde que surgió en los años 90. Esta muestra es la primera oportunidad de ver si la obra de Hirst se sustenta por si misma, alejada de provocaciones, subastas y las clásicas polémicas que suelen envolver al autor. Por si fuese poco, el creador de Bristol ha anunciado que el próximo 2014 quiere abrir su propia galería en Londres. 

La Tate albergará hasta el 9 de septiembre, dentro del London Festival 2012 (la olimpiada cultural paralela a los JJOO), la polémica obra de Hirst, entre la que figuran "el tiburón en formol" ('La imposibilidad dísica de la muerte en la mente de un ser vivo', 1991), la vitrina llena de pastillas 'Canción de cuna', que simboliza la vida y sus dolencias y la famosa calavera cubierta de alrededor de 9000 diamantes ('Por el amor de Dios', 2007), la obra de arte más costosa de la historia, que como toda su carrera también explora el tema de la muerte.

El artista y su famosa calavera. Fuente: hartisimo.blogspot.com.es
Por si fuese poco, la exposición ha llegado justo en el momento en el que uno de los mayores detractores del artista y del arte conceptual, Julian Spalding, ha asegurado que nos encontramos en el mejor momento para vender obras de Hirst. El autor del ensayo Con Art. Por qué tiene que vender su Damien Hirst mientras pueda asegura que, dentro de poco tiempo, el controvertido artista ya no tendrá ningún valor financiero. 

Todas las piezas de este reciente puzzle parecen haber encajado a la perfección. El reloj parece listo y engranado para echar a andar. Las máquinas registradoras ya están preparadas y el círculo artístico deseoso de ver los primeros resultados. Está claro que cuando hablamos de negocio, los principios rebeldes pueden quedar a un lado. Damien Hirst ya está en la misma Tate en la que dijo que nunca expondría. Los motivos son distintos según quien los exponga. Y nadie conoce con certeza los reales. Sólo el final del verano marcará cuáles han sido los resultados de la retrospectiva para ambas partes, y bajo qué forma resucita el artista, pero mientras tanto, atendiendo a las palabras que pronunció años atrás, podemos asegurarlo:

Damien Hirst ha muerto. 

El tiburón en formol de Hirst. Fuente: elperiodico.com

Fuentes:


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