11 diciembre 2015

'Un paseo por el bosque', elogio de los que no lo consiguen

Crítica publicada en Esencia Cine


En el año que se cierra se han estrenado en España dos películas con la superación personal como tema central y el senderismo como vehículo para lograr ese paso hacia adelante. Una llegó en los inicios de año y otra lo hace ahora, para cerrar el curso. Pero mientras Wild (Jean-Marc Vallée, Estados Unidos, 2014) acompañaba a una Reese Witherspoon cuyo personaje tenía un pasado lleno de errores, dificultades y excesos, en Un paseo por el bosque (Ken Kwapis, Estados Unidos, 2015) las motivaciones se alejan de un pasado traumático y se alinean más con la necesidad de retos para crecer interiormente como persona hasta en las postrimerías de la vida.

La historia central vuelve a ser extraída de un libro de memorias, en el que un escritor documenta su vivencia, tras haber escalado esta vez la ruta de los Apalaches, de más de 3500 kilómetros de longitud. Bill Bryson es un novelista, ensayista y escritor; su última obra de literatura de viajes acaba de ser publicada cuando, de repente, siente que su vida de paz y tranquilidad necesita de algo que la agite. Es el momento en el que decide recorrer la peligrosa ruta, asumir el reto y prepararse para un tránsito, quizás como preparación a mayor escala. Su mujer, interpretada por Emma Thompson, acepta a regañadientes la locura de su marido, con una sola condición: que alguien lo acompañe. Es aquí donde entra Nick Nolte a la ecuación, devolviendo a la vida de Bryson a Stephen Katz, un antiguo amigo, buscavidas de profesión, que se convierte en el único dispuesto a acompañarle en el sendero, esta vez sí, para purgar su espíritu.


En el senderismo tienen sus puntos de anclaje en común Wild y Un paseo por el bosque, pero también es ese sendero el que marca (y remarca) sus diferencias. Ken Kwapis se sirve de un humor ágil y ligero para dotar a su película de una luminosidad mucho menos forzada que la que acababa por tener el acercamiento de Jean-Marc Vallée. En esa cercanía del humor utilizado, así como en la química que manejan a la perfección Robert Redford y Nick Nolte, reside el mayor de los valores de una película que, por otra parte, no pasará a la historia como un ejemplo de originalidad narrativa. En el aspecto visual, no obstante, destaca ligeramente la inclusión de la naturaleza y el entorno de una forma simple, sin dar demasiada importancia, pero remarcando su belleza en según qué planos, encuadres y opciones fotográficas.

Sí hay, en cambio, un ligero desviamiento de la convencionalidad que suele gobernar en estos paseos redentores. Si en las películas sobre la superación de una o varias personas suele predominar un cierto halo de heroísmo y, efectivamente, triunfo o liberación, en Un paseo por el bosque ocurre exactamente lo contrario. Además de no esconder las consecuencias y arrugas de la edad, Ken Kwapis termina por establecer una sigilosa oda a los perdedores, aquellos que, llegados a un punto, deciden aceptar su derrota como un paso inevitable del camino. Es en esta decisión donde la película del director de Una aventura extraordinaria (2012) cobra, a través del giro final (aunque se intuye que es cosa del libro), un ápice de distinción sobre el subgénero en al que se circunscribe. Efectivamente, no todo en la vida son triunfadores e historias de superación sin límites. Y, por mucho afán de victoria que tengamos, la vejez seguirá siendo siempre una derrota incuestionable, inevitable e irredimible. Aunque acabemos de ganar una nueva batalla.

0 comentarios :

Publicar un comentario