Crítica publicada en Esencia Cine
Dejando a un lado la originalidad –seguro que no es este el único texto que la mencione–, O Futebol hace buena la afirmación de Jorge Valdano mediante la que aseguraba que “el fútbol es la cosa más importante de las menos importantes”. En el caso de la película, una suerte de documental personal, el fútbol es, ni más ni menos, que el clavo ardiendo al que se agarran un padre y un hijo para mantener un resquicio de unión tras 20 años sin verse ni saber nada el uno del otro.
Cuando Sergio Oksman, director del film, comienza su narración, el Mundial de 2014 hace lo propio en Brasil. Es el momento escogido por él, protagonista latente de la película, para reencontrarse con el padre ausente, con la excusa de ver todos los partidos del mundial juntos. La metáfora del fútbol es aquí menos metáfora. Sí lo es en el sentido de que el deporte rey no es otra cosa que un lazo, la madera a la que dos náufragos se aferran para no hundirse en el mar.
O Futebol es una película en la que el fútbol se mantiene al margen mientras nunca abandona el núcleo de la acción. Estructurada mediante rótulos que señalan el partido que se celebraba en el día de grabación, la película de Oksman no muestra ni una sola imagen en la que se vea el desarrollo de un partido. La única que se acerca a lo ceremonial del fútbol es la de la selección brasileña cantando el himno nacional antes de comenzar un encuentro. Esta decisión es, además de una declaración de intenciones, una muestra de que, para el director, en este caso, la importancia del fútbol reside en lo ajeno al mismo. En sus efectos curativos.
De esta forma, el uso del fuera de campo se constituye como el elemento primordial en el desarrollo de la película. Lo más importante en O Futebol es todo lo que está sin llegar a aparecer. El fútbol, como decíamos, no es otra cosa que la metáfora de la ausencia que late durante todo el metraje, pero a la vez el único elemento de unión entre dos personas. La memoria y el tratamiento de la misma, incluso de la vida, como si de un tránsito de tratase refuerza la idea del coche. Son numerosos los planos en los que los dos personajes van de un lado a otro, o se mantienen parados, dentro del automóvil. Un vehículo que por momentos avanza y en otros no, de la misma forma que lo hace su reencuentro, su relación y la propia vida, inexorable y fugaz.
No hay duda de que el fútbol, y probablemente el deporte en general, es un sentimiento con arraigo en lo personal y en lo familiar. La tradición pesa mucho a la hora de aficionarse (o no) a un equipo –incluso Oksman recuerda en el principio del film el primer partido al que su padre lo llevo siendo niño. Esta afirmación se eleva a la máxima potencia en O Futebol, un documental con cierto halo ficcional en el que la emoción llega desde la mesura de un cineasta valiente para la autoexposición, pero contenido a la hora de evitar el exhibicionismo. Como ese delantero centro que marca y marca goles sin hacer nunca demasiado ruido.
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