Crítica publicada en Esencia Cine
Probablemente Luis Aller no estaría de acuerdo con ese verso en el que Carlos Gardel asegura que “veinte años no es nada”. Y mucho menos en la ciudad de Barcelona. Más de dos décadas ha tardado el autor en ver completa su obra Transeúntes. Más de 7300 días en los que la Ciudad Condal ha experimentado amores, odios, muertes, nacimientos y, en definitiva, una conversación continua. Ese caos de conversaciones, cruces de miradas, personas que caminan, se encuentran, se detienen, se conocen y se pierden en la voraz grisura de las calles ajetreadas es la que ha querido mostrar Aller mediante su arriesgado dispositivo.
El cineasta ofrece una pieza experimental que no abandona jamás el discurrir de la vida. Un discurrir discontinuo...
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