91 millones de euros escalofrían a cualquiera.
Edvard Munch terminó de pintar en 1893 su cuadro más famoso, 'El grito'. En realidad, la pintura no es tal. Se trata de una serie de cuatro cuadros similares que el autor noruego trató de mejorar de una versión a otra. En la actualidad, las cuatro versiones están separadas. Dos de ellas se hallan en el Museo Munch, en Oslo, una tercera en la Galería Nacional de Oslo, mientras que la cuarta, la única que aún quedaba en manos privadas, las de Petter Olsen, hijo de un vecino de Munch, acaba de ser subastada por Sotheby's por la cifra escalofriante de 120 millones de dólares (aproximadamente 91 millones de euros).
Surgen muchas preguntas después de tomar nota de semejante barbaridad. Veanse, además de las típicas preguntas relacionadas con lo injusto del reparto de riqueza, otras se nos vienen a la cabeza en seguida. ¿Verdaderamente vale eso una obra de Arte? ¿Qué aporta al comprador una obra de Arte? ¿Existe la especulación en todos los tipos de Arte o sólo es cosa del Arte contemporáneo?
Si 'El Grito' vale o no los 91 millones no puede decirlo nadie. Hay algo irrefutable y es que el mercado es libre. Mientras haya un comprador que ponga los dólares, será él quien marque el precio. Lo que sí está claro es que desde la pasada semana, la obra de Munch se ha convertido en la más cara de la historia en subasta.
Lo que una obra de Arte aporta al comprador es indescifrable; probablemente la motivación cambie de uno a otro, pero se pueden intuir en la puja razones de prestigio. El mecenazgo o la posesión de obras de Arte siempre ha supuesto un aumento de la reputación del poseedor o mecenas. Actualmente el mercado del Arte ofrece, además, a los millonarios una estabilidad que no ofrecen otros sectores. El dinero que invierten en Arte está más 'a salvo'. Es una de las razones por las que invertir en Arte está a la orden del día.
Sobre la especulación en el mercado del Arte mucho se ha escrito ya. En su última novela, El mapa y el territorio, Michel Houellebecq nos presenta a un artista que se desenvuelve dentro del circuito del Arte contemporáneo, que es prácticamente una burbuja igual a la inmobiliaria. El autor francés nos desnuda la vergonzante burbuja en la que están involucrados artistas, compradores, casa de subastas y todos los elementos que componen el mercado.
Muchas son las voces que han opinado sobre esta venta. La mayoría de opiniones coinciden, a su manera, en una cosa. En los tiempos que corren, tan sólo escuchar estas cifras tan desorbitadas nos hace retemblar y buscar un apoyo. Es evidente que no le ocurre lo mismo a quien lo ha pagado, que compró el cuadro vía telefónica y no ha querido figurar; se habla de la familia real de Qatar como posible compradora.
En cualquier caso, sea quien sea el comprador, al que Sotheby's despidió con un I love you, 91 millones de euros escalofrían a cualquiera.
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