Crítica publicada en Reyournal / Retxting
El cine es prestidigitación, magia, artificio. Eso es algo innegable. Cuando un creador se pone detrás de la cámara, su idea es la de manipular una historia, a unos personajes. En muchos casos, incluso, situarse como el demiurgo, el narrador omnisciente que se coloca por encima de protagonistas y espectadores para jugar con ellos como si de un teatro de títeres se tratase. Por su parte, el espectador que se sienta en la butaca lleva (o ha de llevar) una cierta predisposición a ser manipulado. El problema llega cuando se traspasan ciertas fronteras.
La nueva película de Lenny Abrahamson, La habitación, las sobrepasa desde la primera secuencia. Compuesta en...
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