Texto publicado en Revista Magnolia, con motivo del especial Leopardos de Oro de Locarno
Una acción tan simple y rutinaria como beber agua de un jarrón de cerámica se convierte en una auténtica odisea en Khomreh (The Jar, Irán, 1994). Con un estilo que camina sobre la línea que separa la ficción de lo documental, Ebrahim Forouzesh narra la yincana en la que se ve inmerso un colegio cuando la vasija del que beben los niños se rompe. El cineasta sitúa su cámara a una distancia media, a menudo a la altura de la mirada de los niños, y persigue a los personajes para ofrecer una interesante panorámica sobre la situación sociopolítica, la burocracia, la educación y la sociedad iraníes mediante las tensas relaciones que se desarrollan entre los habitantes del pueblo y el entorno.
Hacia el final, el movimiento de avance, un paso al frente: la figura de la mujer como motor de cambio, como auténtico agente resolutivo y promotor de la iniciativa que finiquite el conflicto. Un remarcable movimiento de transición entre el Irán del pasado, simbolizado con sutileza en el prólogo como un desierto que sugiere territorios desconocidos, casi de otro planeta, y el último primer plano del film al rostro de la mujer que disfruta su mudo, pero significativo triunfo.
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