¿Es más importante el estilo o la trama de una obra?
Seguramente habrá partidarios de las dos opciones. Y es muy probable que para los unos, los otros se hayan vuelto locos, y viceversa. Hay gustos para todo y ninguno tiene por qué tener necesariamente más razón que otro.
Particularmente pienso que el estilo lo es todo y que está por encima de cualquier otra variable. Mi justificación a esta afirmación es sencilla. Una obra en la que predomine un estilo acorde a nuestros gustos puede convertirse en una obra de cabecera pese a que su trama sea simple o trivial. Sin embargo, una obra en la que la trama sea muy elaborada, pero no tenga un ápice de estilo, está condenada por norma a la segunda fila de la estantería.
Existen muchos autores que apoyan en esta teoría todo el conjunto de su obra. Escritores que repiten sus tramas constantemente, pero cuyas novedades se siguen esperando como si fuesen la primera. Su sello es el estilo. Un ejemplo muy claro de esta preponderancia del estilo es el novelista Patrick Modiano, uno de los referentes de la narrativa francesa contemporánea. Las obras de Modiano presentan siempre tramas similares (un hombre que no se encuentra a sí mismo, el personaje de una mujer misteriosa, escenarios muy particulares), pero, sin duda, lo que más cautiva a los lectores es esa seña de identidad, esa atmósfera de misterio, que crea con su particular estilo.
Es sólo un ejemplo. Existen muchos autores que se caracterizan por su estilo más que por sus argumentos. Al fin y al cabo las tramas son repetidas a lo largo de los años, tramas aparentemente diferentes bajo las que subyacen las mismas líneas argumentales repetidas una y otra vez. El estilo, en cambio, no. El estilo es diferente en cada autor. Dos – o más- autores podrían escribir una obra de tema común, pero su estilo determinaría un resultado completamente dispar en cada uno de los textos. De hecho, la aceptación seguramente variase de uno a otro, según las preferencias estilísticas del público.
La trama en este caso queda en un segundo plano. Es importante, claro, pero no determinante. No es el factor que nos va a hacer permanecer enganchados a una obra. A lo largo de mis años como lector (unos pocos ya) he tenido libros de los dos tipos. Libros con argumentos potentes e interesantes que no he podido terminar por culpa del estilo y, lo contrario, libros con argumentos poco atractivos o muy trillados que me han mantenido en vilo gracias al estilo de la obra. El último ejemplo de este tipo de novela con el que me he encontrado ha sido Tokio Blues de Murakami, una novela cuyo argumento no estaba enganchándome –ni lo consiguió nunca-, pero que me sedujo con el suave estilo del japonés.
Personalmente creo que la trama es la herramienta del best-seller, pero el estilo lo es de ese otro tipo de literatura, más especial, que pretende alejarse de dicha corriente. Los escritores tienen un estilo propio, lo labran durante toda su carrera y quizás sea la parte más complicada de su labor. Pero ese estilo, cuando se alcanza, perdura en el tiempo por encima de la trama.
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