30 enero 2012

The Fantastic Flying Books of Mr. Morris Lessmore

Los fantásticos libros voladores de Mr. Morris Lessmore, por si no te apetece traducir el título, es ésta pequeña película de quince minutos. Sorprendente desde el principio hasta el final, la pequeña obra es, a la vez, un canto al Cine y a la Literatura

Con claras referencias al cine mudo y a alguno de los grandes nombres del séptimo arte, cuenta la historia del amor por los libros que siente Morris Lessmore, y de la compañía y el cariño que estos devuelven siempre, pidiendo poco a cambio. 

Los libros del señor Lessmore emocionarán a cualquier amante de la Literatura, que se sentirá identificado con esta preciosa alegoría sobre el poder de las historias y sus consecuencias en el ser humano. 

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Agradezco a mi amigo Jorge (@sickmonkeys), que fue quien me pasó esta pequeña obra maestra, que ha sido nominada como mejor cortometraje de animación en la 84ª edición de los Premios de la Academia

20 enero 2012

Historias de Duras

Cuenta Marguerite Duras la historia de un joven piloto británico que fue derribado por la aviación alemana en la Segunda Guerra Mundial. Nunca se conocieron. La primera vez que se encontraron, él ya era una fría y gris piedra de mármol que yacía detrás de una iglesia en Vauville, pero la escritora quedó tan impresionada por lo prematuro de su muerte que decidió escribir sobre él. De esta manera se convirtió en su cómplice secreta y le dedicó frases tan sentidas que, si se leen sin conocer la historia, puede llegar a parecer que la novelista sí le conocía e incluso le amaba antes de su muerte. 

Escribir supone un paso hacia la eternidad. Con su escritura, Marguerite Duras hizo que el joven piloto W. J. Cliffe se perpetuara como uno de los últimos muertos de la Segunda Gran Guerra. El relato –La muerte del joven aviador inglés- se puede leer en su obra Escribir, dedicada precisamente al joven, muerto “a una hora para siempre indeterminada”. 

La escritura de Duras es muy especial; ella misma lo era. Parece que en cada línea su mundo interior se derrumba y queda reducido a escombros. Sus personajes son solitarios y luchan a cada momento por huir de esa soledad terrible. Ella misma se convirtió poco a poco en un personaje en el que confluían una parte más sensible, dulce y cariñosa, con otra desenfrenada, marcada por la pauta del deseo y el cuerpo. La propia imagen de Marguerite Duras refleja un poco esa dicotomía. Por una parte vemos una joven delgada, dulce, que puede llegar a aparentar cierta fragilidad; sin embargo, su retrato también seduce con esa mirada tristona y esa sensualidad exótica, patente sobre todo en sus labios eternamente pintados.


Duras recorrió muchos pasos hacia la eternidad. Su escritura pervive y ella se ha instalado para siempre en sus palabras. A propósito de esa eternidad, el otro día buscaba una novela cuando me encontré con una de las suyas. Al hojearla vi que entre las páginas había una vieja nota doblada. Era una brevísima carta supuestamente escrita por ella. Se trataba de una respuesta en la que le hablaba a alguien sobre su escritura. Como si el libro hubiese pertenecido a alguien –era bastante antiguo- y éste hubiese guardado la respuesta de Duras entre sus páginas, que con los años terminarían en una librería de viejo o en las estanterías de una biblioteca. 

No sé si la nota tendrá algo que ver con la escritora. Ni siquiera quiero saberlo, la verdad. Me hizo ilusión imaginarme por un momento que tenía una réplica escrita por ella misma en mis manos. Ahora el libro está aquí a mi lado, con la carta aún entre sus páginas. Me gusta imaginar que una tarde sin fecha, en su casa de Saint Germain o en el Café de Flore, Duras contestó a un lector y él guardó la carta entre las páginas de una de sus novelas, que años después, y quién sabe tras cuántas vicisitudes, vino a parar a mis manos por casualidad.

04 enero 2012

La senda del perdedor: Hank Moody versus Charles Bukowski

Los Ángeles, años 70, el ambiente es casi festivo. Allí se afinca Charles Bukowski, el eterno bebedor que sólo adora el alcohol y los cigarrillos, algunas drogas y a todas las mujeres. Misma ciudad, actualidad, ficción de Showtime. Hank Moody es un escritor de cierto éxito que vive en la ciudad, preso de su adicción a la botella, los cigarrillos, y acostándose con cada mujer que se le cruza en el camino. 

Charles Bukowski
Es evidente que Californication recoge el espíritu de Henry Chinaski, alter ego de Bukowski en sus novelas, y lo traslada a la actualidad. Cualquiera que haya visto la serie y, por otra parte, conociese la existencia del escritor alemán afincado en California, se habrá dado cuenta de que el parecido entre los dos no deja lugar a la imaginación. Por coincidir, hasta el nombre de Hank es común a los dos escritores malditos. 

Showtime aprovecha la figura del viejo indecente y crea un trasunto muy acertado en la piel de Moody, que, a sus cuarenta y diez pugna contra sus desenfrendas ganas de sexo y excesos. Sus intentos por educar a su hija Becca y por reconquistar a su ex mujer Karen, con la que mantiene una tierna y destructiva historia, son la única diferencia grande que existe entre Moody y Chinaski. 

Los dos son tan egoístas como afectuosos, si bien es verdad que a esto gana Moody, en parte por la necesidad del guión de crear una trama que discurra por detrás de los excesos de Hank. Pero también Bukowski deja pinceladas de cierta ternura en sus escritos, sobre todo en sus desgarradores poemas. Uno de los críticos de Los Angeles Times dijo sobre una de sus obras más importantes: "Mujeres parece una historia de sexo y borracheras, cuando en realidad es un poema sobre el amor y el dolor". En realidad, puede decirse que la novela tiene un poco de cada cosa. Bukowski no es adorable, pero tampoco es tan agrio como parece. Tiene un poco de todo, como Hank Moody, llevado de manera brillante a la pantalla por David Duchovny. 

Poco más puedo decir, sólo les insto a que lean a Bukowski y vean la serie Californication. Y extraigan sus propias conclusiones.

01 enero 2012

Mourir auprès de toi

Morir a tu lado es un cortometraje brillantemente dirigido por el popular Spike Jonze (Cómo ser John Malkovich, Donde viven los monstruos, entre otras).

Por la noche, cuando la librería parisina Shakespeare & Co cierra sus puertas tras un largo día, los personajes de los libros disponen de unas horas para vivir fuera de sus páginas. Muy buena historia, con una técnica de buen resultado y un tratamiento de imagen muy destacable. Especialmente nostálgicas y bonitas las imágenes de la histórica librería que vemos al principio.