24 octubre 2014

'Coherence', personajes en busca de Schrödinger

Crítica publicada en Esencia Cine


Las historias de noche en círculo siempre han tenido mucho empaque. Algo distinto; o distintivo, quizás. Recuerdo, por ejemplo, en la serie juvenil El club de medianoche, en la que un grupo de chicos se reunía alrededor del fuego a contar historias de terror. La fórmula se ha repetido en multitud de ocasiones; desde que aprendió a ello, el ser humano busca que le cuenten historias. Necesita el relato como método de vida. Así comienza Coherence, con un grupo de adultos que, reunidos en torno a la mesa para presenciar el paso de un cometa en el cielo, empiezan a contar historias. Una de ellas cuenta que en la anterior ocasión en la que el cometa cruzó el cielo, en el año 1923, en un pueblo de Finlandia ocurrieron hechos incomprensibles como pérdida de la memoria en sus habitantes o comportamientos extraños. ¿Leyenda o realidad? 

James Ward Byrkit sitúa la cámara en mitad de la reunión y deja a sus personajes interrelacionarse. El principio de la cinta, con cortes abruptos en las conversaciones y constantes negros, muestra como el grupo se va adentrando voluntariamente en la especulación sobre aquel suceso mientras intercalan temas. Al final, al ser humano, además de las historias, le gusta inocularse una pizca de miedo de vez en cuando. Somos así.


Pero cuando las pantallas, los teléfonos, las lámparas y la propia casa empiezan a cobrarse comportamientos extraños, todos recordarán la extraña historia que acaba de contar una de ellas y comenzarán a buscar un motivo a todo lo que ocurre. Si en 2011 Lars von Trier se servía de un astro que se acercaba a la Tierra para justificar los comportamientos de algunos de sus personajes, en Coherence Byrkit también utiliza el cometa como elemento distorsionador de la realidad. El cineasta se sirve del astro para entretejer una seria reflexión sobre el lado oscuro de las personas y una parábola sobre las relaciones interpersonales y la multitud de “yoes” existente en cada ser. 

El guión, construido mediante diálogos, de apariencia teatral (escenario único, mismos personajes encerrados en el espacio, etc.) y con algún señuelo demasiado fácil (el libro de astronomía justo en el coche de uno de los invitados, por ejemplo) construye un mapa de los estados de ánimo que van atravesando los personajes. Sin embargo, mientras tanto, se lanza a una especulación sobre los mundos paralelos, las realidades alternativas e, incluso, la teoría del gato de Schrödinger, que consigue explicar de una manera tan eficaz como sorpresiva. Finalmente, entendemos cómo esa metáfora no es otra que la de los propios protagonistas, en general, de una de ellas en particular. El final abrupto y con incógnitas abiertas deja al espectador la total libertad de decidir sobre el porvenir de los personajes, igual que lo hace Schrödinger indicando que mientras no se abre la caja el gato está vivo y muerto a la vez. 

Coherence es un ejercicio cinematográfico y narrativo de alta intensidad que regala reflexiones entretejidas con ideas de gran calado, que maduran con el reposo del film. James Ward Byrkit juega; lo hace con los personajes, con el espacio, con la realidad, incluso con el espectador, que mantendrá la vista fija en la pantalla de principio a fin.

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