22 noviembre 2013

'La herida', el legado dramático

La espalda de una mujer que camina, encuadrada en una imagen que tiembla, traquetea, se mueve. El plano secuencia es uno de los más recurridos por Fernando Franco para narrar la historia de Ana, que padece el denominado trastorno borderline sin saberlo. El montador debuta en la dirección de largometrajes con esa estética de cámara al hombro que elimina la condición de espectador para quien la ve y lo convierte en algo parecido a un acompañante. 


La historia es dura, de principio a fin, aunque alterna momentos tiernos en su metraje. De la misma forma, Ana, interpretada por una fantástica Marian Álvarez, que debuta en la gran pantalla, también alterna esos momentos de cierta ternura con los más crudos, sobre todo cuando trata a los pacientes con la dulzura que no consigue fuera de su trabajo. La ambulancia le proporciona la satisfacción que no tiene en su vida, donde, al contrario de ese brevísimo respiro que ofrece el guion hacia el final, Ana no sabe cómo relacionarse.

En ningún momento de la película se menciona directamente el trastorno, sólo en la sinopsis, por lo que el espectador que llega virgen al cine se encuentra en la misma situación de desconocimiento que Ana con respecto a la patología. No obstante, esta situación supone una losa para ella y todo aquel que quiera acercarse de alguna manera. El mensaje que le deja a Alex, su exnovio, o las monótonas conversaciones con su madre, son una clara muestra de la torpeza y la agresividad con la que se relaciona con la gente que la rodea. Sólo la vemos entablar una relación de amistad, o algo parecido, a través de una pantalla de ordenador, desde la distancia que le proporciona un chat, en el que las palabras escritas sustituyen a su voz. Un chat en el que se deja caer varias veces la idea del suicidio. 

Uno de los pilares en los que Fernando Franco se apoya para contar la historia es el cuerpo femenino. El problema que sufre hace que Ana se compadezca de sí misma e incluso se autolesione. En este aspecto de la película, Franco se recrea en el cuerpo de Ana, sin ningún exceso, siempre para aportar un elemento necesario al relato. Hay muchos planos del cuerpo desnudo de Ana, sí, pero porque en ellos se ven sus heridas, se siente la impotencia y el miedo grabados a cuchillo sobre su piel, y también se percibe la evolución, impresa sobre el cuerpo de la actriz. Incluso se ve sobre su cuerpo una imagen de lluvia purificadora, o castigadora, en esas duchas que se cargan de simbolismo por los momentos en los que llegan.

Otro de los elementos esenciales de este film es el silencio. Un silencio narrativo que deja todo en standby mientras hace avanzar lentamente la historia. El mapa de los sonidos de Ana. Un silencio que se rompe siempre en el momento preciso, ya sea con un llanto impreso sobre un marco de nieve o con la música de una fiesta. Una de esas fiestas llenas de alcohol y drogas, el único lugar en el que Ana parece saber relacionarse, como la de la casa de su compañero de ambulancia, en la que aparece cantando, bailando, en un acertadísimo uso de Vetusta Morla para la banda sonora, o incluso flirteando con un hombre con el que interpreta un juego de mutismos, también bastante simbólico, con el que Marian Álvarez completa una brillante interpretación.


La herida es una película oscura, árida e incómoda por momentos, aunque imprescindible, en la que lo sombrío contrasta con las tonalidades claras de la nieve, el hospital, la ambulancia... Tanto el director como el guion se apoyan en un contraste de tonos para ahondar en una historia cuyo único matiz es oscuro. Lo mismo hacen con el personaje de Ana, sin caer en la condolencia o la pena en ningún momento, y acercándola a una posible solución, cuando la montan en un coche que significa algo más de lo que parece, y la conduce hasta Alex, que representa todo aquello que dejó atrás. Un contraste, casi degradado, que sirve para arrojar algo de luz en un film oscuro, profundamente dramático, de esos cuyo poso perdura días y días. Una película de legado dramático, como anuncia la canción que resuena en una de las fiestas.

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